Dormirse en los laureles y el tren a Bilbao María José Sáenz de Buruaga, presidenta del PP de Cantabria

La decisión del Consejo de Ministros de la Unión Europea de excluir a Cantabria de la Red Europea de Transportes estaba cantada. No tiene el apoyo del Gobierno de Pedro Sánchez y, en sus 16 años como presidente, Miguel Ángel Revilla no se ha tomado jamás este asunto en serio: se ha dormido en los laureles y ha llegado siempre en el tiempo de descuento, tarde y mal.

Como en todo lo importante, solo ha habido improvisación y charlatanería, pero ninguna acción y ahí están los resultados: Cantabria está hoy fuera del Corredor Ferroviario Atlántico, excluida de la red básica y prioritaria para Europa, lo que significa que nuestra economía queda fuera de los grandes ejes que moverán pasajeros y mercancías a nivel continental hasta 2050 y, por lo tanto, una falta de competitividad enorme respecto a otras regiones.

El tren con Bilbao supone una inversión de no menos de 3.000 millones y que se afirme que se va a hacer sí o sí, sin financiación europea, no es mas que añadir otra mentira para tratar de ocultar otro fracaso más, y van tres.

Primer fracaso: la planificación y negociación de la red y trazado de los corredores entre los años 2009 y 2011. La inclusión de trazados concretos se determinó en el Reglamento de Redes Transeuropeas de Transporte (TENT-T) que presentó la Comisión Europea en el año 2011. Fueron, por tanto, los gobiernos de Revilla y de José Luis Rodríguez Zapatero los que negociaron los trazados y tramitaron los reglamentos aprobados definitivamente en 2013 y los que excluyeron a Cantabria de la red.

Revilla olvidó otra vez que gestionar una comunidad requiere de una planificación a medio y largo plazo, que no basta con un titular. No hizo su trabajo de reivindicación y la propuesta del Gobierno central avalada después por la Comisión excluyó a Cantabria y al Puerto de Santander.

Es cierto que el Partido Popular asume responsabilidades de gobierno en Cantabria y en España en 2012 y también que trató de revertir esta decisión presentando enmiendas al dictamen de la Comisión, pero no fue posible toda vez que había sido el Gobierno de España el que nos excluyó. La decisión resultó inamovible.

Segundo fracaso: el viaje a Bruselas del presidente en noviembre de 2021, del que volvió con las manos vacías.

Mucha reunión al más alto nivel, mucha escenificación, pero no había duda del resultado porque, una vez más, el pescado estaba vendido. Fue a Bruselas diez años tarde y a hacer un paripé para sacudirse la responsabilidad de encima por haberse dormido otra vez, puesto que la revisión del reglamento y del trazado empezó en 2019 y no fue a Bruselas hasta dos años después.

Él no hizo su trabajo a tiempo y el Gobierno de Pedro Sánchez tampoco se implicó y la consecuencia fue una propuesta de revisión en la que la conexión ferroviaria Santander- Bilbao quedó de nuevo excluida.

El informe de la Comisión, de diciembre de 2021, es rotundo en sus argumentos: el grado de madurez del proyecto del tren Santander-Bilbao y el nivel de apoyo por parte del Gobierno de Pedro Sánchez no justifican anticipar esta conexión a 2040.

Tras el segundo no de la Comisión, queda ahora un último cartucho: conseguir arreglar en el Parlamento europeo mediante enmiendas lo que el Gobierno de Cantabria y España no han conseguido.

Tercera oportunidad y tercera operación de propaganda de Revilla muy oportuna en precampaña electoral.

Revilla ha pedido el apoyo de nuestros Diputados en el Congreso y lo tiene; ha pedido el respaldo de la delegación española y los eurodiputados del PP y lo tiene y tiene también el respaldo unánime del Parlamento de Cantabria porque lo promovió, el pasado mes de noviembre, el Partido Popular.

Lo que no tiene es el apoyo del Gobierno de Sanchez, que es el que no ha defendido a Cantabria, nos ha relegado una y otra vez y nos da golpe tras golpe en todos los proyectos fundamentales aunque ahora trate de ocultar con cartas autojusticatorias su enorme cuota de responsabilidad.

La Comisión Europea no ha podido ser más clara: Cantabria solo tendrá alguna oportunidad si logra que los estudios del tren a Bilbao avancen de manera significativa y el Gobierno central decide dar prioridad a este proyecto, pero de momento, sigue perdido en estudios mientras Revilla aplaude y dice que todo está bien.

El procedimiento a seguir es complicado, puesto que las enmiendas deben pasar varios filtros hasta su aprobación por el pleno del Parlamento Europeo en verano de 2023. El primero, ser aceptadas por los ponentes y el criterio, tras el informe de la Comisión, es restrictivo.

Por nosotros no va a quedar. Vamos a ayudar al Gobierno por el bien de los cántabros. Buscaremos todo el apoyo y un consenso amplio también con el Grupo Socialista para ir de la mano, pero el Parlamento Europeo no hace magia.

Quien tiene la última palabra es Europa, pero el Gobierno de Pedro Sánchez tiene que querer, tiene que ejercer su influencia y tiene que presionar en Europa y para eso Miguel Angel Revilla tiene que hacer valer su pacto de Gobierno. De lo contrario, auguro un fracaso seguro.