Noticias de Cantabria
Opinión 26-09-2020 07:00

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¡Delenda est Hispania! Por Pedro Arce Díez

En estos momentos estoy seriamente preocupado cómo se están neutralizando las principales instituciones del Estado, donde la Monarquía es el objetivo final y quizás algunos de nuestros máximos dirigentes quieran generar un río revuelto

      

       Parodiando a Catón el Viejo, este gobierno de España está socavando las raíces de nuestro país, y ya estamos observando cómo ha neutralizado a los abogados del Estado, el Consejo de Estado, la Fiscalía, el Poder Judicial, los presidentes de comunidades que asisten impávidos a las largas peroratas presidenciales, los partidos políticos que no le hacen la ola y a cualquier otra institución del Estado…

        ¡Pero le faltaba la FEMP! La Federación Española de Municipios y Provincias es una institución que ha defendido el municipalismo de España en las últimas cuatro décadas, sin estridencias ni fisuras y por ello no ha salido mucho en los medios de comunicación, ávidos siempre de noticias truculentas. Pues ya ha conseguido dividir a la FEMP y hacerla pasar por el aro de los caprichos monclovitas, intentando que aprobase el traspaso de los ahorros de los municipios al Gobierno de España, para gastárselo en sus sectarios proyectos; y a este juego se ha prestado el actual presidente de la FEMP y alcalde Vigo, Abel Caballero, lo que será un baldón para él y para el futuro de la FEMP, al romperse el consenso de décadas.

        Y a este respecto les citaré dos hechos en los que he tenido ocasión de participar, hace ya bastantes años.

       El primero es mi participación, durante ocho años, en la Comisión Permanente de Educación y Cultura de la FEMP, bajo la presidente de José Antonio González Caviedes, profesor, alcalde de Olmedo y Senador del Reino de España, con una hija, Miriam, que está casada con Nick Clegg, ex viceprimer ministro del Reino Unido; en las reuniones mensuales, un grupo de poco más de una docena de personas, debatíamos sobre temas de interés para los municipios de España y adoptamos las decisiones, siempre por unanimidad. ¡Nunca fue necesario hacer una votación! Y yo suelo decir que, si en todas estas reuniones hubiera habido un observador, no hubiera llegado a saber a qué formación política pertenecíamos cada uno de nosotros.

 

¡Este es el espíritu de la FEMP que acaban de romper irresponsablemente!

      Y teníamos temas importantes con reuniones que se prolongaban mucho en el tiempo; incluso hacíamos gestiones diversas en este sentido y es el segundo hecho o comentario que traigo a estas páginas. En aquellos tiempos había sucedido el contrasentido de que se le había concedido el Nobel de Literatura a Camilo José Cela en 1989 y, sin embargo, no se le concedía el Premio Cervantes, lo que provocó el enfado del escritor. Y un grupo de media docena de miembros de esta Comisión de Educación y Cultura nos fuimos a su casa de Guadalajara, donde nos recibió con especial hospitalidad. Hablamos del tema y aceptó que se le pudiera proponer para el Premio Cervantes, lo que sucedió en el año 1995; en aquel largo y agradable encuentro hablamos de todo, nos enseñó su bodega y su colección de orinales, nos ofreció un vino blanco de Alicante que elaboraban especialmente para él y “desbloqueamos” un tema espinoso de forma diplomática y callada, pues solo un cuarto de siglo después hablo del tema.

      Y en estos momentos estoy seriamente preocupado cómo se están neutralizando las principales instituciones del Estado, donde la Monarquía es el objetivo final y quizás algunos de nuestros máximos dirigentes quieran generar un río revuelto, para ganancia de pescadores.

     Por ello estoy seriamente preocupado por el futuro de España, ya que algunos parece que se han planteado aquel lema ciceroniano de ¡Delenda est Hispania! (Destruyamos España).

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Comentarios(1):

PAD - 26-09-2020

Y lo de ayer en Barcelona va en el mismo sentido, desprestigiando al Rey, humillándole e intentando socavar la institución; una auténtica vergüenza que estamos tolerando el resto de los españoles sin hacer nada ni mover un músculo, no sé si por miedo, prudencia o cobardía