Con el GPS estropeado
Ya que el Gobierno está inutilizado, tenemos que ser los propios ciudadanos quienes tomemos las riendas de nuestras vidas
Vamos para dos meses desde que el Gobierno, reunido en Consejo de Ministros extraordinario, aprobó declarar el estado de alarma en todo el territorio nacional. Lo hizo tarde y mal, cuando numerosas concentraciones habían puesto en peligro a la población en días anteriores. Transcurrido ese tiempo sigo consultando con preocupación los datos mundiales en la página oficial del Covid-19 Live World Map/Count – Coronavirus Pandemic. Compruebo y compruebo pero siempre sale perdiendo España; algo que no me sorprende tras el fraude del Gobierno a la OCDE y la falsedad de los test. La tendencia sostenida de los datos no significa que estemos al final del túnel porque cuando veamos la luz de la crisis sanitaria, comenzaremos con la oscuridad de la crisis económica y social. Quisiera equivocarme.
Hoy la esperanza está en el FMI, a pesar de la afirmación catastrofista de su directora, Christine Lagarde, cargando contra la elevada esperanza de vida de nuestros mayores. Ante tal despropósito tuve la sensación de que existía una confabulación entre las fuerzas económicas del mal y el Gobierno español. Ambas iban en la misma onda. No hay más que ver la afirmación de Lagarde o la prensa de hoy: “El Gobierno prepara ya un duro recorte de las pensiones”
Entre el endurecimiento de las condiciones para acceder a las pensiones y los más de 160.000 millones que precisa el Ejecutivo para salvar la cara, la nueva realidad se presenta angustiosa. De momento ahí va un interrogante ¿Cuándo había tenido España la brutal cantidad de parados que tiene en este momento: 3.902.156? A eso, la directora del FMI añade que "Los ancianos viven demasiado y eso es un riesgo para la economía global. Tenemos que hace algo, ya". Dejaremos el tema económico para otro día porque da miedo. Un miedo intenso y duradero. Parece como si el COVID19 lo estuviera haciendo por ella y el Gobierno.
Desde el punto de vista sanitario, el Gobierno sigue sin hacer test a toda la población y la ciudadanía busca cómo hacerse esos, a pesar de la prohibición “ex profeso” de este Gobierno antisocial. Ahí tenemos ya la desigualdad que siempre acaban generando los gobiernos de la siniestra socialista y comunista. ¿Está favoreciendo el Gobierno la aparición de un mercado negro para hacerse test? ¿Cuántos ha hecho el Gobierno y cuántos se ha hecho l población por su cuenta? ¡Otra vez las conocidas desigualdades de la izquierda! ¿A cuánto asciende la corrupción en las compras del Ministerio de Sanidad? ¿Quién o quiénes han aprovechado la circunstancia del río revuelto? ¿Cómo se va a justificar y/o devolver ese dinero?
El caso es que continúan los contagios entre sanitarios y entre la ciudadanía, al igual que siguen los fallecimientos, a pesar de haber descendido. Las cifras ls trastoca el Gobierno. Éste debe dar las gracias al confinamiento porque, tan pronto como desaparezca, la calle va a hablar; lo va a hacer con fuerza y apuntará con el dedo a esos presuntos “expertos” y al propio Gobierno, sin olvidar el abandono de las residencias de mayores por parte del “vice” chavista, Pablo Iglesias, que –dicho sea de paso—se ha cubierto de inutilidad, dejadez, desconocimiento y mediocridad, a lo que hay que añadir sus miserables declaraciones y su habitual torpeza de gestión y de didáctica. No sé si éste también acabará volviendo a casa “solo y borracho”.
Esa “nueva normalidad” a la que alude el Gobierno no se alcanzará mientras no haya medicamentos o vacuna. Yo quiero la “antigua normalidad” y no tener que depender de la parafernalia de mascarillas, guantes y caretas. Visto lo visto el lunes, no vamos a salir de ésta tan pronto, salvo que tengamos responsabilidad ciudadana. Ya que el Gobierno está inutilizado, como se ha demostrado, tenemos que ser los propios ciudadanos quienes tomemos las riendas de nuestras vidas: no podemos salir a la calle como elefante en cacharrería, haciendo botellones, enfrentándonos a los CFSE y tomándonos la pandemia como el que toma hornazo el Lunes de Aguas en Salamanca.
El Consejo de ministros no sabe cómo actuar, si por provincias o por unidades territoriales de salud. En Cataluña acabarán volviendo a las veguerías. En principio no es mala idea lo de actuar por áreas sanitarias, pero para eso precisamos un Plan de Desconfinamiento serio y avalado por las CC.AA. ya que el actual que ha presentado el Gobierno es contradictorio, deficitario y hecho a salto de mata. Si se hace con rigor y seriedad tiene que haber un respaldo parlamentario del estado de alarma, pero no debe haber asentimiento si se hace para subyugar a la población, aumentar la pérdida de derechos parlamentarios, cercenar la Constitución, amordazar a la Judicatura y desestabilizar la convivencia.
De nada sirven comportamiento como el “¡Aló presidente!” de Sánchez en televisión, haciendo el ridículo y más propio de un “chulo de playa” avalado por un “agente de Maduro”. No debe contar con apoyos el presidente del Ejecutivo si esos sirven para seguir despreciando a la población. La ONU ya le ha dado un buen correctivo y, ante Europa ya se le tiene por el tonto de la clase. Ha demostrado que va a lo loco, sin brújula y con excesiva niebla. Tiene el GPS estropeado.
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