Un estudio realizado sobre osos pardos arroja luz en la prevención de la arteriosclerosis en humanos
Un estudio publicado en la revista `Clínica e Investigación en Arteriosclerosis` de la Sociedad Española de Arteriosclerosis (SEA) analiza por qué los osos pardos están protegidos contra la arteriosclerosis, a pesar de que sus niveles de colesterol plasmático doblan al de los humanos; lo que aporta información para abordar con una nueva perspectiva la prevención e investigación de la enfermedad cardiovascular en las personas.
Según explica una de las autoras de la investigación, Eva Hurt-Camejo, "el estudio indica que no se pueden explicar los eventos cardiovasculares solo considerando la existencia del colesterol en sangre". Con esta investigación, se sabe que la estructura de la LDL, que es la lipoproteína que transporta el colesterol, es clave para desarrollar arteriosclerosis. "Y no solo eso, el estudio sobre los osos pardos también ha constado que es fundamental la capacidad de adherencia de la LDL a la pared arterial: si el colesterol es alto pero no se adhiere, no se genera la arteriosclerosis", expresa.
"El colesterol no lo es todo. La estructura de la LDL es muy importante y, eventualmente, también la estructura de la pared arterial", expresa Hurt-Camejo, incidiendo en la importancia de lo que demuestra este estudio.
De esta forma, este estudio abre nuevas vías de investigación, pues queda abierta la posibilidad de evitar eventos cardiovasculares en pacientes con niveles altos de LDL porque existen otros factores en juego. "No sabemos si alguna vez demostraremos si hay algo en la pared arterial que impide la adherencia y si seremos capaces de desarrollar alguna medicación que potencie esa cualidad antiadherente: es un camino de investigación para el futuro", adelanta Hurt-Camejo. "Este estudio nos dice que si queremos saber más, tenemos que ir más allá del colesterol, hemos de buscar por otro lado para descubrir nuevas terapias para controlar las enfermedades causadas por la arteriosclerosis", concluye.
CÓMO SE HA HECHO EL ESTUDIO
El estudio partía del conocimiento previo de que los osos pardos no desarrollan arteriosclerosis ni padecen eventos cardiovasculares a lo largo de su vida, a pesar de que tienen los niveles de lípidos muy elevados, especialmente durante su período anual de hibernación. La equivalencia de los mismos niveles de LDL en seres humanos provocaría un altísimo riesgo cardiovascular y eventos como infartos.
Gracias a la colaboración con la fundación Scandinavian Brown Bear Research Project, los investigadores tuvieron acceso a muestras de plasma de 10 individuos de oso pardo, tanto en hibernación como en verano, cuando son activos. Estas muestras fueron comparadas con las de 14 humanos sanos. "Separamos todas las lipoproteínas, la LDL y la HDL, y las caracterizamos. Con nuestro método 'in vitro' medimos la capacidad de retención de la LDL humana y de la de los osos. Y vimos que la LDL del oso se adhiere muchísimo menos a la pared arterial que la de los humanos", explica Hurt-Camejo.
Así, añade que "hay algo en la composición de la LDL del oso que dificulta que se pegue a la pared arterial, y eso puede ser una razón por la cual estos animales no desarrollan lesiones arterioscleróticas, a pesar de sus altos niveles de colesterol".
El tamaño de la lipoproteína LDL puede ser una de las claves, como apunta la investigadora. "Creemos que una de las razones por las que la LDL de los osos no se adhiere a las arterias es porque es más grande que la de los seres humanos. Y sabemos que mientras más grandes son las LDL, menos se adhieren a la pared arterial", expresa.
Otra posibilidad es buscar la secuencia de la LDL de los osos y compararla con la de los humanos. "Hemos comprobado que la de los osos tiene menos aminoácidos, que son necesarios para interactuar con la pared arterial y, por tanto, para adherirse a ella. Esta teoría, sin embargo, debe aún desarrollarse más y tenemos que seguir investigándola para poder ser más concluyentes al respecto", admite la investigadora.
También puede haber otro factor de protección para los osos en sus paredes arteriales. Los humanos no desarrollan arteriosclerosis en las venas, solo en las arterias, a pesar de que las venas están expuestas a la misma cantidad de colesterol. Eso demuestra que la composición del vaso arterial y la presión arterial también influyen en el desarrollo de la arteriosclerosis. Esta sería otra línea de investigación con los osos que se intentará llevar a cabo en un futuro, aunque reviste mayor dificultad porque requiere del acceso a las aortas de los animales, que actualmente no es factible.
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