¡Espera Alexis, que ya llegamos!...

¡Tanta pena me dio, que acabé contándoselo al fraile de uno de los monasterios colgados que visité en Meteora! Pero ellos están mucho más elevados y no ven las miserias de allá abajo.

Y muchos seguidores estaban ilusionados con un futuro a ninguna parte. ¿O lo han olvidado ya?

Esta primavera he estado en Grecia, un país que rezuma la cultura clásica, que es nuestra base cultural. ¡Y he disfrutado en este reencuentro cultural lo indecible!

Pero también he observado cómo estaba el país hace dos meses, donde se percibía claramente una dejadez inmensa, donde cuidar, limpiar y adecentar deben ser verbos que habían desaparecido de la vida cotidiana ateniense. Edificios destartalados y desocupados, miles comercios cerrados, tanto en el centro como en la periferia, las carreteras y las calles sin el mínimo mantenimiento… ¡Un auténtico desastre de país fallido! Hablar de nuevos proyectos, ideas nuevas, empleos, mejor vida para todos, es soñar despierto.

Les voy a contar dos detalles que ilustran cuanto digo: el primero, en la explanada del Parlamento griego, donde se hace el cambio de guardia, que suele ser un espectáculo con bastantes turistas; pues el suelo tiene casi la mitad de sus baldosas rotas o desaparecidas y ya salen las hierbas por sus rendijas y supongo que ello está así desde hace años. En segundo, es el antiguo aeropuerto de Atenas, situado muy cerca de la costa, de la zona de ensanche y donde existen muchos hoteles; pues está semiderruido, lleno de maleza y aún se puede leer o en lo que queda de un viejo edificio, las borrosas letras de “Olimpic”, antaño una compañía aérea griega de prestigio. ¿Cómo se puede tener en esa lamentable situación un “solar” lleno de edificios semiderruidos, bardales y demás, de una considerable extensión, y que da una imagen deplorable?

Pues Vd. mismos: los podemitas griegos han pasado durante una década por un país ya con muchos problemas y le han dejado arrasado. ¡Y no aprenderemos!

Y aún les he de contar dos observaciones más: la primera es que los griegos deben ser muy pacientes y se han acostumbrado a todo esto, incluyendo la enorme bajada de sus pensiones y sueldos. La segunda es que acaban de ganar las elecciones un partido que pretende cambiar las cosas, con su líder Kyriakos Mitsotakis, lo que no podrá hacer de inmediato y ello impacientará a los griegos, que acabarán saliendo a manifestarse a la calle, porque una situación de estas no se cambia de la noche a la mañana y la inercia del desastre aún seguirá durante bastante tiempo. ¿Aprovecharán nuevamente los Tsipras y Varoufakis de turno para pescar en las aguas revueltas?; ¿Habrán aprendido los griegos la lección?; ¿Sacaremos nosotros alguna conclusión razonable?...