Que el presidente del Tribunal Constitucional pida a los nuevos magistrados que sean decentes es una indecencia.

¿Pero qué  decencia van a tener esos magistrados que responden a sus amos, a quienes les han elegido desde el PSOE y desde el PP?

Los que hemos estudiado el derecho y sus fuentes sentimos pena y dolor cuando escuchamos que quienes tenían que ser las personas más respetadas y veneradas de España en el acto de jura de cargo el propio presiente les pida decencia, no se presume al parecer, hay que demostrarla. Afortunadamente hay muchos juzgados, juzgadores y tribunales decentes en nuestro país que son la verdadera vanguardia de la democracia prostituida hasta extremos vergonzosos por los actuales partidos políticos y la actual fiscalía del Estado.

En efecto vivimos en un presunto Estado democrático europeo en el que a los magistrados del Tribunal Constitucional se les pide que sean decentes, es para llorar y salir de este país por patas porque lo están convirtiendo en una barraca de feria.
Después de repartirse el Tribunal Constitucional toca repartirse el Consejo General del Poder Judicial, el Órgano Superior de los Jueces y veremos con qué otras sorprendentes declaraciones nos dejan atónitos. Cada día que pasa somos todos más conscientes no solo de que la corrupción existe, sino que se ha enquistado en todos los ámbitos sociales de la vida incluidos aquellos que deberían de dar ejemplo. Independientemente de lo que afirmamos de forma rotunda todavía tenemos el sueño democrático de nuestra juventud vapuleado y prostituido hasta la saciedad por estos demócratas de bajo cuño que se dan baños de pureza y solidaridad y que se conseguirá con un Estado democrático y justo, ellos que se queden con su presunta solidaridad. Haría  falta una docena de Robespierre y ni así se conseguiría dar la vuelta a la tortilla ¡Qué país!