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Cultura 03-05-2021 19:45

La región cantábrica, clave para el estudio de las sociedades de cazadores-recolectores del Paleolítico y Mesolítico

La región cantábrica -que abarca Asturias, Cantabria, Vizcaya y Gipúzcoa- es un espacio clave para el estudio de las sociedades de cazadores-recolectores de la Prehistoria europea (Paleolítico y Mesolítico), según se desprende del número especial de la revista científica Journal of Archaeological Science: Reports (Elsevier) recientemente publicado.

   Este ejemplar aborda aspectos como el contexto ambiental; la elaboración y uso del utillaje de piedra; la actividad cinegética, valorando también la interacción entre humanos y grandes depredadores, como el león de las cavernas; las prácticas funerarias; y el arte rupestre, entre otros.

   Las investigaciones en la región cantábrica comenzaron pronto, en el último cuarto del s. XIX, y cobraron especial vigor tras la aceptación definitiva de la autenticidad y antigüedad del arte rupestre de Altamira.

   Desde entonces los trabajos se han desarrollado favorecidos por la cantidad y la calidad de las manifestaciones culturales conservadas; algunas de ellas forman parte del Patrimonio Mundial de la UNESCO.

   Este número especial de la revista científica JAS: Reports ha sido editado por Miguel Ángel Fano, profesor titular de Prehistoria de la Universidad de La Rioja, en colaboración con la investigadora Adriana Chauvin, del Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria (MUPAC).

   JAS: Reports incluye un editorial y 12 artículos firmados por 76 especialistas en distintas disciplinas de la Arqueología de España, Portugal, Francia, Suiza, Reino Unido, Alemania, Canadá y Estados Unidos.

   Tras la última gran síntesis sobre la Prehistoria Antigua de la región cantábrica, publicada como anejo de la revista Kobie (Ed. Diputación Foral de Bizkaia) en 2004, el monográfico de JAS: Reports hace balance de la investigación de los últimos 15 años, y aporta nueva información sobre las sociedades que poblaron la región durante el Paleolítico y el Mesolítico.

   La publicación también incluye trabajos sobre yacimientos arqueológicos de entornos cercanos al Cantábrico, como la Montaña de León o el valle del Ebro, que contribuyen a una mejor comprensión de la realidad arqueológica de la costa cantábrica.

  EL UTILLAJE Y LAS PRESAS DE LOS CAZADORES

   Los estudios sobre el utillaje de piedra empleado han revelado un comportamiento previsor. Sabemos, por ejemplo, que los grupos del final del Paleolítico que se asentaron en la cueva de El Horno, en Ramales de la Victoria (Cantabria), se aprovisionaron de sílex de calidad en Kurtzia, un lugar de la costa de Bizkaia que se localiza a unos 60 km de distancia de Ramales de la Victoria.

   El hallazgo de nódulos de sílex de Kurtzia en El Horno nos indica que los grupos que se asentaron en esta cueva, en un entorno adecuado del valle del Asón para la captura de cabras, previeron la necesidad de rocas de calidad para fabricar su utillaje y se aprovisionaron de ellas antes de instalarse en el Asón. Se elaboraron proyectiles para cazar y otros útiles para desmembrar las presas, procesar sus pieles, o elaborar instrumentos sobre asta de ciervo, entre otras posibilidades.

   En otros casos las rocas utilizadas proceden de afloramientos aún más lejanos, como ocurre en yacimientos de época mesolítica localizados en la Montaña de León, que revelan contactos con la costa cantábrica relacionados con la captación de materias primas de calidad. Probablemente, lo comentado se relaciona con el carácter itinerante de las sociedades de cazadores-recolectores, con movimientos planificados en busca de recursos a lo largo de territorios amplios.

   Al margen de los instrumentos de trabajo empleados, conocer los modos de vida de las sociedades prehistóricas requiere el estudio de una amplia nómina de materiales arqueológicos, entre ellos los restos directamente relacionados con la fauna consumida. En algunos textos del número especial se estudian las estrategias de subsistencia implementadas por las sociedades de neandertales y de humanos anatómicamente modernos. En el caso de la cueva de El Castillo (Cantabria) se ha comprobado, por ejemplo, que los grupos de neandertales que ocuparon esta cavidad capturaron un elenco de presas relativamente amplio, que incluyó ciervos, caballos y bovinos (uros o bisontes).

  LEONES, OSOS, ZORROS Y HIENAS

   A diferencia de lo ocurrido en otros espacios europeos, en la costa cantábrica apenas se disponía de información precisa acerca de la interacción entre humanos y carnívoros durante el Paleolítico, aunque sabemos que unos y otros compitieron por los mismos recursos, e incluso por los mismos espacios, como ocurrió en el caso de las cuevas.

   El estudio de una colección excepcionalmente bien conservada en la Galería inferior de La Garma (Cantabria), con restos de león de las cavernas, oso pardo, zorro y hiena, ha permitido abordar la cuestión mencionada. La investigación ha revelado la importancia que tuvieron los carnívoros como fuente de recursos. Proporcionaron alimento y pieles, pero también otros productos, como dientes, para la elaboración de objetos de adorno personal.

   Asimismo, estos depredadores parecen haber estado vinculados a actividades de carácter simbólico, como ocurrió en el caso de La Garma, donde en una zona profunda de la cueva, rica en manifestaciones artísticas, pieles de oso y de león fueron utilizadas para elaborar o cubrir estructuras a las que se atribuye un carácter ritual.

  PRÁCTICAS FUNERARIAS

   El volumen también contribuye al conocimiento de las prácticas funerarias de los grupos que poblaron la región durante el Paleolítico y el Mesolítico, con información sobre el enterramiento de una mujer, de entre 35 y 45 años, en la cueva de El Mirón (Cantabria), en un contexto claramente ritualizado, como revelan sus huesos teñidos de ocre.

   Es un caso único en el Magdaleniense de la península ibérica. Asimismo, la revisión desde una perspectiva arqueotanatológica del contexto funerario mesolítico más complejo de la región cantábrica, la cueva de Los Canes (Asturias), ha permitido confirmar el carácter primario de los enterramientos y la complejidad de alguno de ellos, así como valorar la posibilidad de que dos de los difuntos fuesen envueltos en pieles antes de ser inhumados.

  ARTE RUPESTRE

   El número especial también presenta novedades relativas al arte rupestre paleolítico, con la publicación del nuevo conjunto de Cueva Hermosa, en Calcena (Zaragoza). El hallazgo tiene especial interés, por la localización periférica de esta cueva respecto a regiones con una alta densidad de centros rupestres, como el Cantábrico. No obstante, tanto la temática de Cueva Hermosa como la técnica empleada por los artistas cuentan con paralelos claros en conjuntos parietales de la región cantábrica, como Altamira o El Castillo, así como en cuevas decoradas de otras regiones de la península ibérica y de Francia, y del propio valle del Ebro (Fuente del Trucho).

  MEDIO AMBIENTE

   Finalmente, varios artículos del número especial, como el dedicado al abrigo de La Viña y a la cueva de Llonín (Asturias), aportan nueva información para conocer la evolución ambiental del norte de la península ibérica durante las etapas consideradas, un aspecto que resulta clave para comprender la evolución histórica de las sociedades objeto de estudio. Tiene particular interés el estudio geoarqueológico de los sedimentos del abrigo de Atxoste (Álava), tanto por la novedad metodológica como por los datos aportados sobre la evolución ambiental del alto Ebro a lo largo de la transición Pleistoceno-Holoceno.

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