Unidos llegamos más lejos
Ver a la bandera catalana en Madrid, llevada por jugadores de la selección nacional, manifiesta la verdadera naturaleza plural de nuestro de país.
La selección nacional nos ha demostrado a todos que unidos se llega más lejos, sin distinción de territorios, sin la quiebra de nuestros vínculos, somos capaces de llegar a lo más alto, y hemos llegado, al menos en lo deportivo.
Y si España puede ser así, ¿por qué manifestaciones independentistas, con agresiones, en Cataluña? ¿Por qué en Pamplona se apuñala a un joven vestido con la camiseta de España? ¿Por qué los separatistas vascos cortan la luz en Baracaldo para que no se pueda ver el partido de la final?
No tiene una única respuesta, pero el nacionalismo tan solo se puede “conllevar” como decía Ortega y Gasset, si cedes lo haces crecer.
Es un error monumental, el de Montilla y Zapatero, que ahora estudian como desacatar la sentencia del Tribunal Constitucional, intentar complacer al nacionalismo que es por naturaleza insaciable, y persigue siempre, a través de la exaltación de la diferencia, real o inventada, conseguir crear un Estado homogéneo poblado de adeptos a su causa.
De la manifestación del pasado sábado, lo importante no es si hubo un millón de personas o 56.000, como afirma la agencia EFE, lo decisivo, es, que un acto de estética y gritos separatistas, estuviese encabezado por los socialistas que gobiernan España, son estas actitudes las han favorecido el crecimiento del independentismo en Cataluña.
Este sentimiento separatista es relativamente nuevo, y puede parecer milagroso, pero una ideología inventada hace solo cien años puede pasar de inexistente a hegemónica si no se la combate ideológicamente.
Decía Sabino Arana, fundador del PNV, e inventor de la Ikurriña, “Cataluña es, pues, española por su origen, por su naturaleza política, por su raza, por su lengua, por su carácter, por sus costumbres. Si hay diferencias antropológicas, de carácter y de costumbres entre los catalanes y los demás españoles, no son mayores diferencias que las existen entre los hijos de unos mismos padres.”
Esto lo afirmaba Arana tras visitar Cataluña en 1897 y constatar la profunda españolidad de todos ellos, algo que también sucedía en su propia Vizcaya, en la que no había un solo cargo público nacionalista “…carlistas, integristas, euskalerriacos, liberales, sagastinos, chavarristas, republicanos, etc, de toda casta de españoles y españolistas; pero buen bizkaíno ninguno.”
La celebración de estos días, la recuperación de la bandera nacional, supone que el sentimiento nacional de unidad, casi unánime hace un siglo, sigue hoy arraigado en la mayoría de los corazones.
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