UGT-A, una prueba para Susana

   Susana Díaz se ha convertido en dos meses en toda una esperanza blanca. No cabe decir que sus discursos descubran la pólvora pero sí ha dicho alguna cosa que muchos socialistas estaban deseando escuchar. Además, y como diría Rubalcaba, tiene "poderío". Ahora se enfrenta a un asunto feo e incómodo como son las supuestas "chapuzas" y más que "chapuzas" de UGT de Andalucía, presuntamente cometidas con dinero público, parte de él, proveniente de la UE.

 Cada día aparecen nuevos papeles, nuevas facturas y cuando no es una comida que se factura como curso de formación, son plagios de carteras. Un dislate se mire por donde se mire.

   El compromiso de Díaz en la lucha contra la corrupción ha sido siempre eje vertebral de todas sus comparecencias públicas y ahora tiene una oportunidad de oro para que todos percibamos que, efectivamente, no va a perdonar una. Es verdad que para evitar injusticias hay que actuar con cuidado y delimitando bien las responsabilidades y los daños presuntamente causados, pero tengo la impresión de que si algo no falta es documentación para elaborar un análisis y diagnóstico certero de lo que, al parecer, ha venido ocurriendo y que tiene su traducción en muchos miles de euros que se han gastado en lo que no se debía.

   La responsabilidad primera, sin duda, es de UGT-A que todavía se ha mostrado incapaz de dar una explicación creíble a lo que se va conociendo y Cándido Méndez no ha actuado con la celeridad que hubiera sido deseable. El turno de Susana Díaz ya ha llegado y en sus manos está, por ejemplo, que la Junta se persone en todas las actuaciones judiciales.

   Siempre he pensado que las siglas no delinquen. Delinquen las personas al amparo de las siglas a las que dicen querer pero que acaban destrozando. UGT no va a desaparecer ni debe hacerlo. Es un sindicato histórico que tiene un papel que cumplir pero antes que nada debe trabajar por recuperar la credibilidad perdida, no ante los grandes agentes financieros, ni ante los mercados, ni ante los más poderosos. No, su credibilidad está dañada precisamente entre los colectivos más débiles que, en tiempos, miraban a los sindicatos en la confianza de que iban a ser útiles en la defensa de sus intereses y ahora contemplan con asombro que el clavo al que se agarraban es un clavo oxidado. Cándido Méndez, por un lado, y Susana Díaz, por otro, en territorios distintos pero ambos importantes tienen que dar un paso adelante y, en concreto, a la Presidenta de la Junta de Andalucía se le espera desde hace tiempo.