Temerosos del clima
Desde hace unos años a esta parte estamos asistiendo a una carrera desenfrenada a ver quién es el que más datos aporta, intentando acertar en la predicción del cambio climático atípico que nos está tocando vivir, de manera que los ritmos que se marcan los científicos calentólogos, que no enfriólogos, son los mismos que cuando se intenta bailar cualquier danza de la que se desconocen sus pasos.
Todo, absolutamente todo, lo que ocurre en la vida es hipotético, nada es predecible, hasta que transcurre. Desde hace unos años a esta parte estamos asistiendo a una carrera desenfrenada a ver quién es el que más datos aporta, intentando acertar en la predicción del cambio climático atípico que nos está tocando vivir, de manera que los ritmos que se marcan los científicos calentólogos, que no enfriólogos, son los mismos que cuando se intenta bailar cualquier danza de la que se desconocen sus pasos.
En la actualidad, como si de hongos se tratara, y buscando el minuto de protagonismo, parece ser que existen más de cuatrocientas organizaciones integradas en una especie de Alianza por el Clima, ante lo que uno se pregunta: ¿quién es capaz de asegurar un clima ideal, y perfecto, dentro de la inmensa diversidad de microclimas existentes, según la región climática en que se viva?
Los registros de la concentración de dióxido de carbono (CO2), en los últimos cincuenta y cinco años, es cierto que han aumentado, pero sin poder disponer y trabajar con modelos fiables anteriores, nada ni nadie puede predecir que las ocurrencias actuales sobre la evolución climática van a materializarse en un continuo ascenso progresivo, en un futuro más o menos próximo, y que este aumento sea pernicioso.
La Tierra, aunque no se aprecie tangiblemente, cuando lo considera oportuno, se defiende cambiando de paisaje, quiérase o no, es más, sabe lo que hace, y ahora, en esta época, toca esto que angustiosamente están viviendo ciertas personas. Además, lo agoreros se olvidan de que el planeta azul siempre ha tenido, para todo, dispositivos naturales de rectificación como, por ejemplo, el dinamismo de los océanos glaciares, tanto Ártico como Antártico, tan desiguales, aunque complementarios porque, mientras el primero se deshiela el segundo gana zonas heladas, algo que cuesta codificarlo, incluso decirlo. Entonces, ¿éste es el cambio climático?
Quienes tratan de criminalizar vilmente la mano del hombre siendo, como es, tan sólo uno de los múltiples factores que se conocen, no deben olvidar que cualquier cambio climático atípico puede deberse a causas exógenas más que endógenas y que todas aquellas personas preocupadas por el futuro climático es posible que estén calvos en dichas fechas.
El futuro no existe sin el aquí y el ahora. Si nadie se atreve a avanzar qué ocurrirá, salvo los filósofos/adivinos de feria. Entonces, ¿cómo se atreven a consensuar ciertos investigadores del clima que va a pasar esto o lo otro cuando, a diario, meteorólogos de prestigio fracasan en su pronósticos?
Otro de los muchos factores que favorecen cualquier cambio climático, y que se ignora/reniega, son las guerras que se eternizan. ¿Alguien se cree que las guerras que asolan el planeta Tierra no emiten gases perniciosos y provocadores de un cambio climático atípico? ¿Por qué este protagonismo de países primermundistas continúan sin plantearse la reducción de enfermedades, guerras, hambruna, pobreza, en países tercermundistas, quienes apenas pueden aportar ideas, porque el problema, no es que lo vean lejano, es que para ellos es inexistente? Los más desproporcionados recursos naturales vienen dados por el aumento asimétrico de seres humanos, siete mil millones, sin contar con otras especies, tanto animal como vegetal.
Quien piense que por reunirse ciento noventa y seis países van a conseguir cambiar el clima de un planeta que tiene sus leyes, que actúa según su propia naturaleza, sin dejar que le coaccionen, van listos, pura utopía que suena bien y aplaca problemas de conciencia, pero nada más.
Sé el primero en comentar