Noticias de Cantabria
08-10-2014 22:21

Puente de Hierro de Treto o Puente Giratorio.

Aunque ya apenas se utiliza, solamente por los lugareños por su propia comodidad de cercanía, el Puente de Hierro de Treto ó el también llamado Puente Giratorio, es una de las piezas más importantes del patrimonio arquitectónico civil de Cantabria.

Sus 161 metros de longitud se pueden cruzar tanto en coche como a pié, a través de sus aceras construidas a ambos lados del mismo. Algo que la mayoría de la gente desconoce es que es móvil. De sus tres tramos, el que está más cerca de Colindres y que no tiene arcos es giratorio.

El mecanismo de giro se basaba en un sistema de ruedas dentadas que se accionaba a mano con el fin de dejar pasar a las embarcaciones que navegaban por la ría. En el centro de la pila de sustentación hay un eje de acero unido a la placa con seis pasadores y en su interior va el eje alrededor del cual se establece el movimiento. En su parte superior se apoya otra pieza o pivote, sobre el que se realiza el giro del tramo.

Aunque hace mucho tiempo que el mecanismo no se acciona y pese al proceso lógico de oxidación, se podría con una sencilla restauración, permitir de nuevo su funcionamiento.

Un solo hombre con una llave cabestrante que entra en la espiga del árbol como una manivela, permitía que en tan solo cinco minutos se hiciera la maniobra y su fijación en treinta segundos. Gracias a esto, apenas se entorpecía la circulación, lógicamente hoy sería impensable.

El inicio de las obras fue en 1.897 y su coste fue de 355.336,.pesetas, de las cuales, 308.988,-pesetas se destinaron a gasto de material. 

Su diseñador fue el ingeniero cántabro Eduardo Miera, inspirándose en la escuela de Gustave Eiffel, que como todos sabemos, ideó entre otras cosas, la Torre Eiffel.

Supuso la obra casi ocho años hasta su finalización, desde 1.897 hasta 1.905.

El puerto de Limpias a través del cual se embarcaban grano, minerales, madera, carbón, etc. de Rasines, La Anestosa, Carranza, Trucíos, Ruesga y Soba, con destino Castilla y Vizcaya principalmente, fue el gran opositor al puente, pues mantenía que era necesario mantener abierta la ría como vía de comunicación.

Entre sus muchas alegaciones para oponerse a la obra exponían las dificultades técnicas que conllevarían su construcción, el enorme costo de la obra y la coyuntura de quien tendría preferencia de paso, los carruajes o los barcos. Estas discusiones y muchas otras por diferentes motivos, políticos, sociales y económicos, ocasionó que en varios momentos de su construcción, se paralizase la obra.

Se utilizaron 543.500 toneladas de hierro, llegadas desde Amberes al puerto de Santoña. En Mieres (Asturias) se dio forma a los tramos parabólicos y en Lieja (Bélgica), el tramo giratorio.

Gracias al incremento de tráfico que sufrió el puente, en 1.967 hubo necesidad de cambiar el suelo del puente de madera, por otro metálico más resistente, que es el que tiene actualmente.

En el año 2.009, se aprobó una partida de 3,16 millones de euros por el Ministerio de Fomento para su restauración, pero nunca más se supo. 

 
 

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