Modelos de calentamiento global
Actualmente no existe ni ha existido nunca en el computo total, pese a la tecnología avanzada, una homogeneidad consecutiva de temperatura anual elevada. El que la temperatura de la superficie de la Tierra haya aumentado algún grado desde la era preindustrial, hace ya 135 años, no significa más que lo que representa porque, en su evolución, no ha habido uniformidad.
Todo, absolutamente todo, depende del factor variable, tan necesario como para entender la propia vida, que tanto afecta a las estadísticas, que tanto se desea que desaparezca, pero que acompaña de manera continua.
El ego ecologista, anualmente ampliado, está presente en cada mesa de negociación a favor de la disminución de la temperatura terrestre. Sin embargo, se olvidan que el cambio climático atípico que se vive actualmente no es global, no puede ser global, a lo sumo territorial/regional/zonal, y poco más, como siempre ha sido, desde el principio de los tiempos, pues cada demarcación, ha tenido, y seguirá teniendo, su microclima particular.
Teniendo presente que, si realmente los modelos de estudio, sobre este calentamiento, fueran tan evidentes, ninguna nación, de las casi doscientas que se han reunido recientemente para buscar soluciones, sería reticente a la hora de firmar un documento de intenciones, máxime cuando la falta de compromisos concretos puede significar el desconocimiento, tanto de las causas como del futuro del problema planteado.
Los catastrofistas gustan de representar escenarios fantásticos, pesimistas y desequilibrados, como si el planeta Tierra no lo fuera en ciertas regiones y, sobre todo, como si fuera discapacitado. Si las estaciones están cambiando, que es un hecho, no desde ahora ni desde hace años, sino desde la noche de los tiempos, al estar viviendo en un planeta cuyo comportamiento, aunque no se entienda, es porque actúa como un ser vivo en desarrollo.
Ya la época de la recién nacida industria automovilística, ante el parámetro velocidad, se decía que podía afectar al organismo humano que viajara dentro del vehículo. Actualmente le ha tocado el turno al parámetro temperatura terrestre con lo que se asemeja el mismo nivel de tontería, más que nada por desconocimiento. Pero la mayoría de las personas normales están más preocupadas de por disponer diariamente de recursos básicos alimenticios que del clima atípico, sobre todo si no llega a final de mes.
No por reiterar parece suficiente insistir, casi diariamente, en hablar, y hablar, del retroceso de hielo en el océano glaciar Ártico en unas tres cuartas partes, mientras se desiste, y se resiste, en hablar del aumento en la misma proporción de superficie helada en el océano glaciar Antártico.
La intención de lavar el cerebro se intuye al observar cómo se pretende generar miedo a base de integrar entre sus huestes a científicos y políticos a los que se les ve el plumero de sus intereses, tal que, por poner un ejemplo reciente, según el meteorólogo Philippe Verdier, el Gobierno francés, días antes de comenzar las sesiones de La Cumbre del Clima, recibió a todos los periodistas que cubren el tiempo para decirles cómo deberían vender ante los espectadores que la cuestión del clima es grave. Se entiende que dimitió, claro.
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