Noticias de Cantabria
10-06-2013 11:47

La tradición digital de nuestros tiempos

El ordenador personal "nuestro gran amigo"

 

 

La tradición digital de nuestros tiempos está moviendo el mundo entero. El ordenador personal-nuestro gran amigo-, con sus numerosas aplicaciones informáticas y sus muchísimas  facultades para alcanzar  interconexiones  con Internet, son verdaderos avances, que transforman todas las civilizaciones y definen paradigmas que después pueden ser cambiadas: sus efectos los podemos comparar a la invención de la imprenta por Gutenberg…

Sabemos que el uso de Internet  llegó a ser común sobre la década del 1990 y, sin embargo, ha cambiado la manera de intercambiar los datos. Se establecen interconexiones con el mundo entero, y, como consecuencia, nuestro Globo Terráqueo se está volviendo pequeño. Y así se vive la vida: ya no existen fronteras naturales. Más Platón y menos Prozac…, quizá ésta sea la solución.

Nuestra tradición digital está dirigiendo  las rutinas de nuestros días, muy a pesar nuestro. Interfiere también en negociaciones y en los estilos de vida de muchos millones de personas. Se puede aprender a enamorar, a ser madre, a ser padre, a ser escritor, a cambiar de profesión, a hablar idiomas, o a recuperarnos de una enfermedad, o a conllevar una desilusión, o a regocijarse con alegrías inesperadas… Se pueden aprender muchas cosas en nuestro mortal mundo a la vez que visionamos televisión, o leemos un periódico, o un libro, o escuchamos radio, o navegamos por Internet, o hacemos amistades, o viajamos por el placer de viajar… ¡Es tanto lo que se puede aprender…!

 

Internet y World_Wide_Web han alborotado nuestras vidas, sin duda alguna, influyendo también en las sociedades y las distintas maneras de entender la cultura. Términos de uso corriente son cultura digital, cibercultura, Internet, nuevas tecnologías, wikis, blogs, Web 2.0…, los cuales están desarrollando una amplia vida y literatura.

Estamos siendo continuamente hostigados por las nuevas tecnologías que nos manifiestan- día y noche, noche y día, qué debemos hacer y qué no debemos hacer, si es bueno y cómo trabajar desde casa para ahorrarnos tiempo y gastos de desplazamientos, como si el permanecer en nuestros hogares fuese algo beneficioso y provechoso para nuestra vida afectiva, dado que la soledad que advertimos en los rostros de nuestros semejantes es visible todos los días que acudimos a desempeñar nuestros cotidianos trabajos.

Y es que el/la hombre/mujer es sociable por naturaleza, y nos damos cuenta perfectamente que, los aparatos tecnológicos del día a día, están cambiando de formas y maneras drásticas nuestros comportamientos personales y para con los demás: soledad y más soledad en el interior de nuestros humanos corazones.

La burocracia cada día crece a pasos agigantados, se complica y nos complica al mismo tiempo. Hemos de hacer mil gestiones para resolver lo más sencillo de nuestras rutinarias tareas: comprar un coche, gestionar un préstamo para la adquisición de un piso, obtener el DNI (documento nacional de identidad), tramitar y recoger un simple padrón municipal... Y no digamos- mas debo decirlo- el arduo trabajo que nos supone hacer, y hablo concretamente de los españoles, la declaración de Hacienda de todos los años del Señor( cada vez más complicada, con apartados bastante confusos para el españolito medio y más que medio), para la que precisamos interpretar y no equivocarnos en el monto de lo que ganamos y lo que gastamos: papeles, datos, y más papeles para no cambiar y guardar, al menos, durante un período de cinco años, por si el ministerio de Hacienda así nos lo solicitase para cualquier comprobación rutinaria.

Porque cuando apago la luz de la mesita de noche con el objeto de dormir unaspocas horas-son pocas las horas de sueño que se aprovechan, y nos tenemos que amparar en los ansiolíticos del grupo de las benzodiacepinas ( léase trankimacin, lexatín, Diacepan, orfidal, dorken…,etc.etc.),que casi todo el mundo toma-, mi cerebro que no duerme–y saliendo de la noche oscura de mis pensamientos, –entre sueños y ensueños, me habla y me recuerda qué he de hacer mañana... Me habla y me recuerda los peces mil colores; la mujer asesinada por su pareja sentimental sin que nadie ponga solución efectiva a estas muertes violentas…

Me habla y me recuerda que he tenido un día francamente penoso: hablar con amigos que no lo son, saludar a personas que casi no conozco, recomendar a ciertos jóvenes–tunantes por naturaleza–que se presentan a oposiciones del Estado (lo cual hice por mero compromiso, aunque no puse mucho interés en tales recomendaciones, y entiendo que resultarán ineficaces), escuchar mentiras que luego se convertirán en verdades.

Siento, a veces, las pisadas de alguien que camina cerca de mí, y creo–ilusión perdida, que me están espiando, que saben –algo o todo– de mi cita que tuve ayer con la señorita… (por así llamarla), dado que está casada, con marido y escopeta, con escopeta y marido.

No tropecé con almas que amé– hombres y mujeres, compañeros míos–, porque habían fallecido. Y pensar que pude haber sido el último hombre/mujer sobre la tierra, si al salir por la mañana temprano la ciudad estuviera ya muerta…Y pensar que pude haber sido el último hombre/ mujer sobre la tierra…, sin llegar a tener el tiempo necesario para escribir mi último poema. ¡Día infeliz él por mi pasado!

 

En nuestros días, menos de 65 años después, existe ya el ordenador personal del tamaño de un folio que, al abrirse en forma de libro, muestra una base o teclado y una pantalla visionaria de todas las operaciones llevadas a cabo por el mismo. ¡Algo maravilloso! El adelanto, en cuanto a la técnica y su funcionamiento, ha sido enorme: sí es cierto que suprimió puestos de trabajo, pero no es menos cierto que, a la larga, creará muchos más. 

Los prodigios de esta máquina maravillosa son incalculables, y para muestra un botón: unas obras completas de William Shakespeare, que en un libro cualquiera viene a ocupar 2.200 páginas en papel Biblia, puede almacenarse en varios “disquetes”. Este soporte hoy está en desuso, y eran de un tamaño parecido a los casetes, hoy por hoy nos podemos valer de DVD para este menester. ¡Increíble!

 

El cerebro humano, ese gran centro nervioso insustituible, contiene 100 billones de conexiones perfectamente sincronizadas, pero para aprender de memoria las obras anteriormente mencionadas, sin duda, necesitaría más de 4 años. Debemos reconocer que nuestra querida máquina trabaja con la información suministrada por la mano de su descubridor –el hombre/mujer--, sin la cual sería un mero juguete; no omitamos que funciona mediante hilo telefónico, y cuando las líneas están sobrecargas queda paralizado.

A nuestro amigo El Ordenador o Computadora tenemos que considerarlo como un valioso auxiliar de nuestra inteligencia; cada día necesitamos más conocimientos para sobrevivir y poder ayudar a nuestros semejantes. Por amistad se adquieren conocimientos, que sin concurso de ella serían caros y tardíos.

¡Ah, se me olvidaba!, el “milagro” logrado por este aparato–almacén de datos–se ha logrado, conseguido, gracias al “chip”–circuito electrónico de tamaño diminuto–, que hoy ya ofrece garantía plena de fiabilidad tecnológica.

 

El mundo sigue caminando –corre que vuela– y ya apareció en nuestras pantallas el amplio espectáculo que es Internet. Hay que navegar con un rumbo prefijado, no vaya a ser que temibles piratas entren en las amplias carreteras-mares-espacios aéreos que se ven y se vislumbran en Internet. Mas ahora está pasando que nadamos en informaciones, por lo que los consumidores de prensa, radio, televisión e Internet corren el riesgo de atiborrarse con exceso de las mismas. Y bueno es que los particulares, las empresas, los poderes públicos... traten de influenciar en la opinión pública, pero siempre ha de hacerse bajo dos premisas importantísimas: veracidad y limpieza. Pero la realidad es que éstas deben adornar todo el currículum vitae de cualquier periodista que se considere como tal, y que sea leal a sus convicciones y deontología periodística.

Habría de hacerse un seguimiento sobre Blogueros/as y Webs privadas: si existe un filtro –que no digo censura–, para la Prensa profesional, uno se pregunta por qué no para ellos, y para los que escribimos en Internet tratando en todo momento de entretener. Ya no digo enseñar: esto es más difícil. Hoy todos entendemos que Internet está fuera de todo control. Desde luego abogo por la libertad de opinión y la libertad de expresión pero respetando unas reglas de juego éticas y profesionales.

 

Esto es Internet: el mundo donde todos estamos inmersos para bien o para mal... Más Platón y menos Prozac…, quizá ésta sea la solución.

 

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