Noticias de Cantabria
13-10-2014 09:17

La naturaleza nos engendra a todos libres

Siempre he pensando que “torturar es una peste”, ésta es contagiada a la velocidad del rayo–en línea directa–, entre la nación torturadora y la nación o naciones que tienen elementos de juicio bastantes para saber que se están torturando a pobres gentes…Existen homicidios que pueden ser voluntarios, no pensados expresamente, inconscientes y ejecutados cuando nuestra conciencia no nos acusa.

Todo esto y mucho más tienen defensa ante los tribunales de justicia. Muchos crímenes pueden resultar ser, y en cierta manera, comprendidos y estudiados para estudiar , como delitos que son, la pena que le corresponde según el Código Penal vigente español (Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre). La conducta que arropa a los susodichos crímenes ,están motivados por conductas llenas de pasión, odio, ira, celos mal curados, y hasta por ciertos patriotismos desmesurados…Pero es que…violar siempre es matar la vida psicológica de ella o él, respectivamente, y también la vida terrenal de ambos. No me cabe la menor duda que esto es imperdonable, y bajo cualquier punto de vista que se mire.

La Declaración Universal de los Derechos humanos (de 10 de diciembre de 1948, según resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas), nos dice y en su Art.3: “Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes”. Hay que tratar de no mentir, más uno lo haría en dos casos muy concretos: a) para salvar la vida de un ser humano, y b) para elogiar la belleza de una mujer.

Hay veces que uno se entretiene con cualquier cosa, con la primer objeto que le viene a la mano: un libro, una fotografía, un sueño, una ilusión rota…Cayó entre mis mano un fotografía en un libro. La verdad, dicho sea de paso, no supe jamás quien fue su dueño, pero qué más da. Lo importante es que lo tenía entre mis manos, y ahora era importante dejar a mi imaginación buscar el porqué del mismo. Apure el puro que estaba fumando, un habano de los de Cuba, que casi nadie los fuma hoy en día-valen muy caros-, pero lo cierto es que me lo habían regalado.

Debo comunicaros que…está noche no dormí bien. Dicho de otro modo: no pegué ojo. Me pasó lo que yo sé. “Cuando llevó un día agitado y preocupado, resolviendo o tratando de resolver-en la medida de lo imposible-, haciendo que sean posibles-serios problemas, que afectan a esas ‘pobres gentes’-sin comida, sin ropas, sin ganas o con pocas ganas de seguir viviendo…-,que malviven no lejos de mi domicilio, me ocurre siempre lo mismo: por la noche no duermo.”

Es curioso cómo, a veces, los recuerdos afloran a nuestras memorias-verdaderas ‘cajas de sorpresas’-, que son silencios caídos del cielo como agua de mayo…, y que, no lejos de la verdad, nos marcan las directrices exactas a seguir por nuestros entendimientos: éstas que son sacudidas por el motor que mueve la sangre por mis venas: el corazón humano. Corazón y entendimiento, entendimiento y corazón: ambos piezas fundamentales para mover el mundo… Esto siempre nos pasa sin duda, cuando estamos pensando un poco en los demás...

En la violencia sexual están presentes todas las relaciones o actos no consentidos por la persona sea hombre o mujer, es decir, que se hacen utilizando la fuerza, la coacción física psicológica; o aprovechándose de las condiciones de indefensión, desigualdad y poder entre víctima y agresor.

El “Yo soy yo y mi circunstancia” que dejó escrito José Ortega y Gasset–Meditaciones del Quijote (i, 322), 1914–, es vigente al día de hoy. Donde nuestras vidas, vivencias y costumbres están impregnadas siempre de violencia. Las páginas de los diarios nos hablan de episodios violentos en los centros educativos, causando alarma social y falta de convivencia entre las personas. Y es que esta violencia, muchas veces, parte del propio hogar familiar, donde los padres se insultan, se violentan y terminan por agredirse delante de sus propios hijos: éstos están tomando mal ejemplo, mala medicina... para curar la violencia que albergar en su interior, y que hace que el desarrollo moral, social y emocional de los jóvenes caminen por senderos donde la luz moral está olvidado, y los sentimientos duermen el sueño eterno.

Tres infelices muchachas Sandra, Tamara y Jessica salieron el viernes 23.00 h, como todos los viernes, con el propósito de tomar unas copas con sus amigos (¿Podrían haber sido cualesquiera otras muchachas...?). Llevaban sus neceseres en orden: barra de labios, píldoras anticonceptivas, globos protectores para el instrumento... –pues no es más que un instrumento, más grande o más pequeño, pero instrumento al fin y al cabo–procreador masculino, DNI y 50 euros. 

Paró un coche con conocidos. Les dijeron los tres del coche: “¡Subid! ¿A dónde vais?”. “A dónde vayáis vosotros”, contestaron. Los jóvenes les comentaron que lo iban a pasar muy bien. Que sabían de un buen rollo y gratis. Corría el vehículo a gran velocidad, y del interior salía música estridente a toda pastilla. Sobre las 23.55 h, después de atravesar una arboleda semicircular llenas de hojas verdes, llegaron a un enorme hangar, se bajaron y subieron a un ascensor que bajó. Se abrió la puerta, y en una antesala el camarero les sirvió a todos una especie de vermú con aceitunas, caviar, salmón ahumado...Les indicó que se pusiesen unos pasamontañas negros autoadhesivos. Al poco, los jóvenes acompañantes se esfumaron.

Sandra me narró lo anterior, quien en compañía de las otras dos muchachas también desapareció. Mi pareja sentimental y yo fuimos en un taxi con cristales oscuros. Con los ojos sellados con esparadrapo, y con nuestros relojes parados y sin pilas. Nos llevaron a una sala semicircular, y en el centro aparecieron tres jóvenes completamente desnudas. Podrían tener entre 17 y 22 años, pues la hermosura de sus cuerpos así lo denotaba. Bailaban dentro de un aturdimiento de movimientos. Aparecieron tres hombres maduros–que ocultaban sus rostros con pasamontañas de tela fina negros–, que sodomizaron a las tres jóvenes, llevando a cabo toda clase de sevicias sexuales. Desgarradores gritos salían de las gargantas de las tres infelices muchachas.

Los que estaban sentados en el salón y proscenios consumían cocaína, esnifándola por sus narices. Mi pareja y yo abandonamos el recinto ante tal salvaje espectáculo, volviendo en el mismo taxi que llegamos, y con los ojos bien tapados.

A los pocos meses apareció en prensa que “tres jóvenes habían aparecido muertas, con indicios racionales corroborados por el forense-, de haber sido violentadas sexualmente”. Me dijo mi pareja sentimental que debíamos denunciar lo que presenciamos. Le contesté que poco o nada podíamos notificar: denunciar el lugar en que estuvimos y que desconocíamos, nuestros relojes–ya sin pilas–se pararon a las 23.05 h, y todos los presentes se hallaban con rostros tapados, así como aquellos insaciables enfermos hombres maduros, que protagonizaron el espectáculo macabro. Al final, acudimos a la Policía...

Más tarde se dio a la luz los informes de los forenses que intervinieron en el asunto relatado:

a) Las ropas y objetos personales pertenecían a Sandra; su muerte había sido del todo violenta con destrucción de centros vitales encefálicos por arma de fuego. Cadáver con dilatación en zona anal producida por objeto o parte anatómica, etc.etc.

b) Tamara no había corrido mejor suerte. Le mataron de un tiro después de ser torturada de forma violenta Los ropas pertenecía a la a la examinada. Sus centros vitales fueron destruidos por arma de fuego. Su cadáver presenta amputación traumática de pezón, etc.etc.

c) la última de desafortunada muchacha, Jessica, sin duda, sufrió tanto o más que las otras dos reseñadas con anterioridad. Su muerte fue también violenta. Las ropas y objetos encontrados sobre su cadáver pertenecían a ella. Se destruyeren centros vitales como consecuencia de herida por arma de fuego. En su cadáver aparecieron signos de agresión vaginal, etc.etc.

Por tanto, y visto lo anterior, hemos de recordar  que: “La naturaleza nos engendra a todos libres, y por tanto es natural el sentimiento de la libertad.”[Tito Maccio Plauto, comediógrafo romano (254-184 a. C.)]

 

 

 

 

 

 

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