La hora del consenso
Mariano Rajoy repite, como si de un mantra se tratara, que el Gobierno tiene las ideas claras y sabe lo que tiene que hacer.
El miércoles el presidente tuvo a bien pararse unos segundos a hablar con los periodistas parlamentarios después de que el martes en el Senado huyera literalmente de los periodistas para no tener que responder sobre la cada vez más preocupante situación económica de nuestro país.
Es un mal que suelen padecer los presidentes, el esquivar a los periodistas cuando pintan bastos. Y se equivocan, claro. Primero porque les entra en el sueldo explicarse ante la opinión pública y porque en situaciones como la que estamos viviendo con la prima de riesgo disparada, rumores de intervención, etc, lo menos que los ciudadanos esperan es que el presidente del Gobierno diga algo. Menos mal que este miércoles en la sesión de control primero y en los pasillos después hemos podido escuchar a Rajoy.
Bueno, de lo dicho por el presidente creo que podemos sacar una conclusión: no está por la labor de pactar con la oposición. Se lo dejó bien claro a Alfredo Pérez Rubalcaba cuando éste le instó a restablecer el diálogo y el consenso, y con la excusa de que el PSOE no hizo las cosas bien, Rajoy se siente liberado para hacer de su capa un sayo y con su mayoría absoluta gobernar como cree más conveniente. Naturalmente, es al Gobierno del PP a quien le corresponde gobernar, para eso han ganado las elecciones, pero en una situación "excepcional", como la califica el propio presidente, no estaría de más que contara con los demás. Pero el presidente no parece creer que le puedan servir las "recetas" o las propuestas de la oposición y las rechaza a priori y de plano.
De manera, que Mariano Rajoy, como Gary Cooper, prefiere estar solo ante el peligro, ante la situación excepcional en la que estamos. Yo no sé si Rajoy y los suyos se dan cuenta de la decepción y malestar que empieza a notarse en la calle. Y es que muchos miles de ciudadanos votaron al PP creyendo que por el mero hecho de que este partido gobernara se iban a solucionar los problemas de España. La prima de riesgo se rebajaría y dejaría de asustarnos, los mercados nos olvidarían, los bancos darían crédito y el dinero empezaría a fluir y con él los puestos de trabajo. No ha sido así y no solo eso, cada día que pasa vamos a peor o por lo menos no estamos mejor de lo que estábamos.
No echaré al Gobierno la culpa de los males que nos aquejan, llevan cien días ejerciendo el poder, y tampoco dudo de sus buenas intenciones para afrontar los problemas, pero la realidad es la que es y cada día que pasa es más evidente que Rajoy y los suyos están desbordados. Nuestra economía no mejora, desde Bruselas nos aprietan, y nuestro Gobierno toma decisiones que apenas adoptadas dejan de tener validez porque el monstruo devorador de los mercados consideran todas las medidas insuficientes. Así que el Gobierno presenta unos Presupuestos y una semana después los enmienda anunciando una rebaja cuantiosa en el dinero dedicado a Sanidad y Educación. Si eso no es improvisar ya me dirán qué es. O sea que a Rajoy le sucede lo que le sucedía a Zapatero, que va tomando decisiones a ritmo de las imposiciones de Bruselas y eso le lleva a improvisar y, sobre todo, a incumplir su programa electoral, amén de crear una situación de inseguridad en la sociedad porque nadie sabe con qué nos va a sorprender mañana.
No sé, pero creo que el presidente debería de recoger el guante lanzado por Rosa Díez pidiendo un gran consenso entre todos los partidos para afrontar de manera conjunta la crisis. No sé si se trata de reeditar aquellos añorados Pactos de la Moncloa, pero si no es lo mismo es algo parecido.
Creo que en una situación excepcional todas las manos son pocas, y naturalmente es al señor Rajoy a quien le corresponde liderar el país, pero le guste o no necesita ayuda y el apoyo de todos los demás. Y eso sí, la oposición debería de tener altura de miras y pensar menos en términos electorales y más en los intereses generales y por tanto tender la mano de verdad al Gobierno. Es la hora de los grandes políticos, de los verdaderos hombres de Estado. El tiempo nos dirá si los tenemos o no.
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