Noticias de Cantabria
18-04-2012 10:45

La Corona ni siquiera es el Titanic

Nunca se pensó que la Corona era insumergible. Su fragilidad se conoce por sus orígenes. No tiene compartimentos estancos en su estructura. Cada movimiento del Rey y su familia debiera ser un remache en su línea de flotación: hacen falta todos y aún así nada es insumergible. Y lleva tiempo la Corona chocando con todos lo icebergs que encuentra en su camino. La vía de agua augura el hundimiento sin plazo fijo...

   ...El vacío tiene una atracción irresistible. Se puede hacer equilibrio en un bordillo pero no en una repisa a quinientos metros. La misma superficie de apoyo, según la altura, augura el batacazo. Y España, y la Monarquía, están en el alero.

   Esta semana ha sido demoledora para la imagen de España en el mundo y la prensa internacional se ha hecho eco. La popularidad de Rajoy está bajo mínimos y los españoles le han retirado su confianza. El Partido Popular, en poco más de cien días en el Gobierno, ha perdido más de seis puntos en intención de voto. Bien es verdad que el PSOE no se recupera. Los mercados, el FMI y las instituciones europeas desconfían de Rajoy y de su política. Y, para rematar el diagnostico, el Rey se escapa a cazar sin que se sepa de su paradero hasta que le estalló la cadera en un campamento de caza. De elefantes, ni más ni menos. En un lejano país del África central que por no tener no tiene ni embajada de España.

   El despropósito se remata con el conocimiento de profundas fracturas en el seno de la Familia Real.

   ¿Tan preocupado está el Rey por los problemas de España que se relaja disparando a una de las especies más protegidas del mundo? Las redes hierven de indignación ante la falta de ejemplaridad del Rey y su familia. ¿Puede sobrevivir la Corona a este ejercicio continuado de imprudencia?

   La crisis abarca todos los sectores de la vida pública. Pobreza, inseguridad jurídica para conservar el empleo. Caída libre de los mercados y un profundo pesimismo envolvente.

   No encuentro recetas para frenar este hundimiento. Tal vez la catarsis exija buscar los restos del naufragio a cinco millas de profundidad. Para que la vida española pueda ser navegable de nuevo.

   El liderazgo exige ejemplaridad para que la eficacia exigible tenga crédito. No es momento para tirar la toalla sino para empujar del carro. Pero lo que hay que hay que arrastrar es tan pesado que nadie se puede hacer el remolón. Los ejecutivos del IBEX no se cortan un pelo en sus retribuciones. Los coches de lujo siguen batiendo récords de ventas. La corrupción deja una huella imborrable. Y el Rey caza elefantes. O se ponen todos las pilas o el estallido social será imparable. La ira de los pueblos, cuando se desata, nunca se sabe a donde conducirá. Y la caldera del barco está a punto de estallar.

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