Noticias de Cantabria
28-11-2012 15:00

La aventura equinoccial de Artur Mas.

Cambiar la posición de un país en el mapa del mundo es un órdago en toda la regla. Y cuando se pierde un órdago como el de Artur Más que se queda con al menos doce escaños de los que tenía, sencillamente se ha perdido la partida.

  Era la de Mas una carrera de relevos y se le ha caído el testigo. Está fuera de juego. Está, probablemente, liquidado como político y si no dimite es porque sería demasiado en un político español, aunque sea catalán.

 

   El gran ganador ha sido otra vez Esquerra que sube y baja en función de los goles que le sirven en bandeja sus adversarios. Sus escaños son imprescindibles para que gobierne CiU pueda gobernar tendrá un gran precio: tanto en las exigencias soberanistas como en la gestión de la crisis económica. A Mas no se le complica solo el camino a la independencia sino que esta legislatura va a ser un calvario con la gestión de la crisis que ha estado envuelta en la soberanía durante la campaña para ver si los ciudadanos se olvidaban de los recortes. No ha sido así.

 

   El PSC ha salvado los muebles. Tenía unas expectativas de catástrofe que han sido amortiguadas por una gran pérdida de escaños pero que no le conducen a la deconstrucción.

 

   Si Mas pedía una mayoría extraordinaria para su órdago soberanistas, la sociedad catalana le ha dado tal jarro de agua fría que en circunstancias normales debería conducirle a la dimisión.

 

   Mas quiso convertirse en caudillo, planteando unas elecciones en términos de referéndum. Ahora tendrá que entrar en depresión política. Y desde CiU, y sobre todo desde Unió, le van a pasar factura de una opción que él quiso presentar como personalísima y que se ha convertido en un fracaso personal. No tendrá otra oportunidad y este resultado le va a perseguir el resto de su vida política.

 

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