Han fracasado todos, sin excepción
¡Qué gandules son los falsos líderes políticos que se sientan en el Parlamento español! Han pasado cuatro meses desde que se celebraron las elecciones generales y han sido incapaces de ponerse de acuerdo y pactar para gobernar.
El señor Sánchez ha demostrado una tozudez fuera de lo común y para los españoles ha quedado como el payaso que ha demostrado ser.
¡Qué gandules son los falsos líderes políticos que se sientan en el Parlamento español! Han pasado cuatro meses desde que se celebraron las elecciones generales y han sido incapaces de ponerse de acuerdo y pactar para gobernar. Solo se ponen de acuerdo para subirse el sueldo y poco más. Su incapacidad llega a no ser capaces de conformarse ni con el sitio en el que se sientan. ¿Se puede ser más inútiles?
Ninguno de ellos se libra de culpa, pero sobre todo ha sido Pedro Sánchez –secretario general del PSOE—quien ha entorpecido el hecho de poder formar una gran coalición, siendo el Partido Popular quien asumiera la responsabilidad de gobernar, por aquello de que es quien ha ganado las elecciones y, si las encuestas no engañan, quien volverá a ganarlas aunque con entre quince y dieciocho diputados más; todo ello a costa de un desmerecido PSOE y de un claramente despreciable y despreciado, Pedro Sánchez.
Ni siquiera respetan la voluntad de la ciudadanía. Y si no son capaces de eso, ya me dirán ustedes qué van a obedecer todos esos ‘cernícalos’ metidos a políticos. El señor Sánchez ha demostrado una tozudez fuera de lo común y para los españoles ha quedado como el payaso que ha demostrado ser, al menos eso es lo que dicen otros líderes, barones y militantes de su partido; ahora también se sabe que no vale para hacer política y que sí es un aprovechado, egoísta y mal gestor: es inentendible que el odio pueda ‘escurrir’ por sus sentimientos como una cascada de presa hidrográfica. ¡Hasta en el PSOE dicen que es un tonto intenso! Y para no cargar en él todas las culpas, hay que constatar que carece de equipo equilibrado para hacer política, aunque sí parece estar preparado para insultar a los demás. Es muy español eso de ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio.
Si llegan a celebrarse unas nuevas elecciones, Pedro Sánchez va a tener que responder ante todos por su permanente entorpecimiento para formar gobierno. Ha conseguido que España se convierta en el hazmerreír de toda Unión Europea, incluso ha acabado riéndose de él el propio Pablo Manuel ‘Mezquitas’; por cierto, no entiendo que un profesor de Ciencias Políticas en una universidad española sepa tan poco de política, limitándose a una mera verborrea cavernaria. Lo ha demostrado y ha quedado como un pardillo de los de hace cincuenta años: no hay más que echar una mirada a la mesa de la permanente del Congreso. ¿Cuántos representantes y “representantas” de ‘Podemos’ hay en ella? Pues eso, ninguno.
Ya se sabe que el comunismo reaccionario murió con la caída del muro de Berlín: desde entonces, el comunismo es considerado como lo más despreciable del panorama político mundial; tan solo han intentado reflotarlo tres despistados y el del bombo, precisamente en dos chiringuitos de mala muerte y en la Complutense de Madrid. ¡Manda huevos! La eterna expresión del Conde de Romanones sigue estando de actualidad: “¡Joder, qué tropa!”
El Tal Pedro Manuel, si por algo ha destacado ha sido por llevar al Congreso de los Diputados toda una panda de verbeneros, catedráticos de la estupidez, saltimbanquis del sentido común, mediocres de calabaza y, en muchos casos, condenados por delitos varios o defensores del terrorismo etarra, del independentismo catalán o de la ‘sinrazón’ valenciana camuflada bajo nombres impronunciables. Parece como si los hubiese rebuscado con premeditación y mala uva. En cuatro meses se le ha visto el plumero a lo que llaman ‘Podemos’, de ahí que en las previsibles nuevas elecciones pierdan gran parte de la representación parlamentaria. Han hecho méritos para ello, como han hecho méritos para que la ciudadanía piense que tienen un nivel muy inferior al de la gran mayoría de los votantes, y “votantas” como diría Bibiana Aído.
No sé si hay que considerarlos cargos públicos por el hecho de ser diputados, pero lo que sí demuestran es que son una clara carga pública. Muy pública, mucha carga y muy cargantes. Doy fe.
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