Noticias de Cantabria
12-07-2020 22:44

Iglesias gobierna en España y es vicepresidente

Feijoo, el que tenía que ser líder nacional del PP, pega una paliza al PSOE y a Podemos en Galicia

Se han celebrado elecciones autonómicas en dos importantes y fundamentales autonomías que son el País Vasco y Galicia, y en ambas autonomías, ha salido derrotado el PSOE y Podemos. Siempre hemos dicho que después de la gestión de la pandemia y los muchos claroscuros, demasiados, y después de que también dijo Sánchez de que nunca gobernaría con PODEMOS y gobierna, tiene que pasar por las urnas.

 

     Los ciudadanos tienen derecho a opinar sobre la gestión de la pandemia. Las elecciones en España se tienen que celebrar, sí o sí; no se puede seguir con componendas interesadas para desintegrar un país ni mucho menos con acuerdos transversales para seguir en el poder.

 

Feijóo hace historia en Galicia y el nacionalismo arrasa en el País Vasco


     Casado cosecha un resultado amargo: el triunfo gallego es de Feijóo y el fracaso en Euskadi se anota en su debe. Abascal logra, tras una campaña salpicada por los altercados, introducir a Vox en la Cámara vasca


   El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, se abraza a su mujer tras revalidar su cuarta mayoría absoluta. EFE
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Ni los rebrotes del coronavirus, ni el aumento de la abstención, ni los errores cometidos en cuatro años y sobre todo durante la pandemia, ni las arremetidas aceradas de los adversarios han sido suficientes para cambiar el signo político en Galicia y en País Vasco, los dos territorios que han estrenado las urnas en la era de la «nueva normalidad» tras la crisis sanitaria provocada por el Covid-19.

El PP, con Alberto Núñez Feijóo al frente, revalida y mejora la mayoría absoluta en Galicia. Y ya van cuatro, las mismas que consiguió Manuel Fraga. El PNV, con Iñigo Urkullu, aun cuando no consigue alcanzar el listón de los 38 escaños, consolida y amplía su condición de fuerza histórica de gobierno, sólo batida en la legislatura 2009-2012 a manos de un pacto entre socialistas y populares.



De los resultados en ambas comunidades se desprende un descalabro apoteósico para Unidas Podemos y sus marcas, un derrumbe que, además, no consigue rentabilizar el PSOE, su socio en el Gobierno de coalición nacional. Tanto socialistas como morados sufren un duro golpe en este primer desafío ante las urnas tras los largos meses de pandemia.

 
La gestión de ambos aliados gubernamentales no logra, en este primer test, ni siquiera el aprobado. Ni el escudo social, ni el Ingreso Mínimo Vital, ni los ERTE, ni la promesa de no afrontar la crisis económica derivada de la Covid con recortes, ni por su puesto el estado de alarma han servido para atraer los votos de izquierda de gallegos y vascos hacia las siglas patrocinadas en el conjunto de España por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Lo que pierden los morados, que es mucho, no consiguen atraerlo los socialistas. En esta ocasión, la teoría de los vasos comunicantes, ha fallado.

Los resultados en ambas comunidades tienen, una clara lectura en clave nacional que también impacta de lleno en el primer partido de la oposición. En el terreno del PP, Pablo Casado sale con sabor agridulce: el éxito gallego se lo anota en exclusiva Alberto Núñez Feijóo, que engrandece así su talla política y se consagra como el líder capaz de ser la alternativa, en tanto que el fracaso en Euskadi se apunta en buena medida en la cuenta de resultados del propio Casado, mano ejecutora de un cambio abrupto en la candidatura popular -sustituyó sorpresivamente a Alfonso Alonso por Carlos Iturgaiz- que, a todas luces no ha convencido a los votantes conservadores vascos.

Feijóo reúne ya todas las condiciones para ser visto como líder de futuro en la sede de Génova. Con su nuevo éxito pierden fuerza las voces más extremas y duras del Partido Popular y ganan terreno las más moderadas e inclinadas a la política de pactos.



Ni en una ni en otra comunidad la fuerza de Ciudadanos ha tenido recorrido reseñable. En Galicia el empuje de Feijóo ha sido arrollador y los naranjas, en caso de haber sumado fuerzas le habrían aportado poco con sus 9.400 votos y, en Euskadi, una comunidad en la que PP y Cs sí han formado tándem, la suma ni siquiera ha dado para mantener los resultados que los populares lograron en solitario en los comicios de hace cuatro años.

 
Analizado con el prisma nacional, el otro gran perdedor de la jornada es el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias. Ni la entrada de su formación en el Gobierno central con cinco carteras, ni su condición de vicepresidente segundo, ni el hecho de que la ferrolana, Yolanda Díaz, sea la ministra de Trabajo, han servido para apuntalar las marcas asociadas a Unidas Podemos -la gallega, En Marea y la vasca Elkarriken Podemos-, que han cosechado una derrota histórica.

En Galicia, Antón Gómez Reino (En Marea), no ha conseguido ni un solo escaño en el Parlamento. Su fracaso no tiene parangón. En 2016 la coalición patrocinada por los morados obtuvo nada menos que 14 escaños y 254.500 votos. En 2020, después de cuatro años de desmembramiento, se ha quedado sin representación. Y lo más llamativo: el PSdeG, con Gonzalo Caballero ejerciendo el liderazgo, no ha logrado sacar tajada alguna de esta caída.

Los socialistas gallegos mantienen el mismo resultado que obtuvieron en la cosecha de hace cuatro años con la diferencia de que ahora se sitúan como tercera fuerza adelantados con toda contundencia por el BNG, liderado por Ana Pontón que se ha comido literalmente todas las papeletas moradas.

No ha corrido mucha mejor suerte la enseña de Pablo Iglesias en Euskadi donde ha perdido la mitad de los votos y de los escaños pasando de los 11 obtenidos en 2016 a sólo seis. En el País Vasco, el voto de izquierdas más radical ha decidido apuntarse a las filas de Bildu, una formación que en estos comicios ha dado un salto importante pasando de los 18 a los 22 escaños. Este éxito de los abertzales unido al triunfo del nacionalismo vasco dibuja una Cámara de perfiles nítidamente soberanistas en la que el constitucionalismo queda ya muy arrinconado.

La sorpresa en el terreno vasco llegó, además, de la mano de Vox, una fuerza que en buena medida protagonizó la campaña por los continuos altercados que se produjeron en sus actos electorales. Los de Santiago Abascal han conseguido arrastrar votos suficientes como para arrebatarle a la coalición PP-Cs un preciadísimo escaño. Para Vox, el País Vasco es un terreno profundamente hostil y pese a ello, con su discurso extremo en favor de la unidad de España, la centralización de competencias y el enfrentamiento radical con todo lo que suene a abertzalismo y soberanismo, ha logrado colarse en la Cámara vasca.

  

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