Exhibicionismo de la bondad
Toda polémica se acrecienta gracias a la publicidad mediática. Lo fácil, y abordable, es criticar todo lo relacionado con la tauromaquia olvidándose de casi el resto de los animales, pues diariamente, cerca de dos millones de estos, son enviados a los mataderos oficiales, y en condiciones deplorables.
Parece ser que lo que más destaca, y vende, dentro de las innumerables formas de maltrato animal es la fijación, casi enfermiza, de la parte de un todo cuando se trata de la tauromaquia, es decir la corrida de toros, cuando se silencia el secuestro, incluso abandono, en época de vacaciones, de ciertas mascotas, o animales de compañía, conseguidos como producto de un talante antojadizo, despilfarrador, irreflexivo, que ocasionan un grave deterioro al ecosistema, sobre todo si son raras e invasoras.
Hay una diferencia sustancial entre todas las especies terráqueas como que el humanismo está por encima del animalismo, pese a que algunos crean lo contrario. La falta de respeto, acompañada de violencia, ya sea verbal o física, de los amantes de cuatro patas, debiera traducirse en más tolerancia. Pese a no tener un amparo propicio, estos organismos radicales, tanto agresivos como provocadores, derrochan intensidad y técnicas en entidades que necesitan ser más habilidosos para terminar con la utilidad animal en la nutrición o en los experimentos como cuando se ofrecen a pactar recompensas por modificar proyectos de mataderos, incluso con establecimientos, consintiendo que el negocio se mantenga inalterado, aparte de patrocinar calificaciones como carne feliz, carne humanitaria y omnívoros conscientes.
Destacan fundamentalmente varias organizaciones europeas, que amparan el comportamiento ejercido sobre los animales llamados nohumanos, con sede en Holanda, agrupadas en el llamado Anti-Stierenvechten Comité (Comité Antitaurino Internacional), desde donde subvencionan, tanto las iniciativas como las actividades, incluyendo viajes y pagando multas de hasta treinta mil euros, cuya finalidad es la injerencia en la cultura española, en el más stricto sensu de la palabra, a fin de eliminar la libertad de decidir, instaurar una dictadura que prohíba la tauromaquia.
Según el psiquiatra Dr. Verrecken los militantes animalistas, forman parte de una variante clínica que denomina exhibicionismo de la bondad, organizada dentro del actual organigrama del poder político europeo, llegando a la obcecación de que los animales son personas. ¿Tanto ha evolucionado la psiquiatría que, lo que antaño se conceptuaba como enfermedad, debido al buenismo político de lo políticamente incorrecto, hogaño ha dejado de serlo con aplausos regados de incultura?
Buscan regular el llamado bienestar animal pretendiendo redactar un programa a base de unas normas drásticas que, cuando menos, deben suponerse imaginables, dada su empatía cerebral, casi neuronal, con la especie animal en cuestión, pero no a costa y por encima de la persona. Está bien, muy bien, proteger y garantizar la comodidad de los animales siempre que no se desatienda la protección y los derechos de las personas.
Si los animales irracionales, merece la pena recordarlo, actúan por instinto y con comportamientos elementales, invariables e ignorantes, no puede existir en ellos ni un resquicio de bondad como pretenden quienes, desde su exhibicionismo, defienden esta particularidad.
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