El escepticismo como derecho
Hay gentes que genéticamente son pesimistas. Nacen y viven incapacitadas para no ver ni entender los acontecimientos si no es bajo el prisma de la sombra, del temor o la desesperanza.

En estos momentos somos muchos los que hemos decidido ejercitar este derecho ante los movimientos de la izquierda abertzale en el País Vasco. Esta izquierda, tradicionalmente vinculada a ETA, junto con Eusko Alkartasuna, nunca vinculada a ETA y siempre un partido democrático, han firmado un documento dirigido, en primera instancia, a ETA para que declare una tregua permanente y verificable por instancias internacionales. El resto del citado documento ya era conocido. Ahora se ha producido este añadido, que no es irrelevante.
El derecho al escepticismo no debe llevar a negar lo obvio y lo obvio es que la izquierda abertzale quiere hacer política pero sabe que no podrá hacerlo si no es capaz de dar portazo público, verificable y definitivo, a ETA, de tal manera que sea a ETA a quien no le quepa la menor duda de que se ha quedado sin colchón, sin hombro al que arrimarse. La izquierda abertzale no ha dado ese portazo incontestable y entendible por todos. Pide a ETA una "tregua permanente", pero a ETA hay que pedirle más. Hay que pedirle, exigirle, hacerle ver, que no tiene más futuro que su propia desaparición. "Tregua permanente" no es lo mismo que "abandono definitivo", y esto y no otra cosa es lo que hay que exigir a los terroristas.
En la historia de ETA, las treguas han formado parte de su estrategia terrorista. Han sido siempre decisiones tácticas y no estratégicas. Los que en su momento depositamos esperanzas, e incluso nos llegamos a creer que quizás era posible el final, nos asiste todo el derecho a ser escépticos. La experiencia demuestra que no hay mejor estrategia que la de la resistencia y la advertencia. En el amplio sector de la izquierda abertzale existe un profundo cansancio. Recorrer un camino que lleva, en el mejor de los casos, a ninguna parte, genera una fatiga muy especial. Y así está la izquierda abertzale, fatigada de sí misma, de su incapacidad para plantarse ante ETA, que con tregua o sin ella continúa existiendo. Y es esta izquierda abertzale la que tiene que entender y asumir el escepticismo ajeno y resolver su problema, que no es otro que ETA.
En Eusko Alkartasuna existe la convicción de que la izquierda abertzale se está desvinculando de ETA a pasos agigantados y que "esta vez va en serio". Sólo desde esta convicción se entiende que un partido democrático, por minoritario que sea, se adentre en una aventura de este calibre.
De una u otra manera, pronto o tarde, los terroristas darán respuesta a esta petición de "tregua permanente" y "verificable", pero bueno es que ETA vaya sabiendo que los tiempos de treguas se han acabado y su historia, aunque puedan hacer daño, también.
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