El elefante blanco del PP

Me atrevería a definirla como esa gran mayoría silenciosa que parece que no opina frente al griterío de determinadas minorías para hacer valer, muchas veces, sus derechos legítimos. Otras, no tanto. Hasta ahora, Rajoy ha conseguido lo más importante; que, a pesar de sus malas compañías, se le escuche y no es poco. Hemos pasado por un legislatura tabernaria en la que lo único que no se han llamado nuestros representantes es ‘guapos’. Ha sido una legislatura totalmente atípica y, lo peor es que se puede repetir.

El PP se ha confundido en la oposición durante estos cuatro años. Mi opinión podría responder a una gran mayoría que considera que, si hubiesen hecho una oposición democrática sensata, moderada y con propuestas, la diferencia en las encuestas amañadas sería de diez puntos.

¿Por que decimos esto? Muy sencillo: los errores del gobierno de ZP han sido evidentes, sólo que esos fallos han sido validados por el PP, con su incompetencia manifiesta en el ejercicio de la oposición.

Si Rajoy quiere ganar, tendrá que hacer un último esfuerzo: cambiar la inercia del 'victimismo' que padecemos, trasladarnos entusiasmo, encontrar, en definitiva, el punto G de la ilusión del cambio para mejorar.

Desde el pacto del Tinell, por el que se excluyó al PP de poder participar en las instituciones en Cataluña -delito democrático de lesa gravedad- hasta el Estatut, aprobado por una metedura de pata de ZP, cuando visitó Cataluña en época electoral y prometió todo, pasando por una ineficaz política en exteriores y un desorden económico que tuvo su colofón en el desmembramiento de Endesa, la política del gobierno de Zapatero ha estado, no sólo llena de claros-oscuros, sino de verdaderas mojaduras al pisar  todos los charcos que encontraba en su camino.
La política social de este gobierno, lo mejor entre comillas, pero que podía ser todavía insuficiente y, lo peor, el adoptar decisiones, que nos afectan a todos, con la ayuda activa de los nacionalismos por interés más que interesado: el suyo, el de sus comunidades, para cuestiones que no les afectaba, ‘una verdadera pasada’, dirían los más jóvenes; ‘muy fuerte’, dirían otros.

El PP, si pierde  y no gobierna, será por deméritos propios y no por méritos en el ejercicio político del gobierno. Ambos partidos, el que está en el poder, y el que desea retomarlo, necesitan una verdadera palanca en estos últimos días de campaña, para que la opinión pública, que no es de unos ni de otros, se decante por un modelo de sociedad que responda a los intereses  de todos los ciudadanos que vivimos en este país.