El Defensor del Pueblo
Para empezar, la figura del Defensor del Pueblo es una Institución que recoge nuestro Estatuto y que no sabemos por qué aún no ha sido creada. Me he referido a ella y a su ausencia atípica en sucesivas Tribunas y columnas, no ahora, que surge la polémica, sino años atrás y de forma reiterada sobre su conveniencia y necesidad.

En estos días al filo de la crisis, que debe ser nuestra mayor preocupación, por encima de cualquiera otra, el consejero de Presidencia y Justicia, Vicente Mediavilla, insta a su creación o, cuanto menos, a empezar a hablar de ella, que se puede hacer, porque el diálogo es consustancial a la razón y no se debe cercenar ni rechazar.
El líder de la oposición, Ignacio Diego, ha dicho que sí, pero ahora no. Ya que nuestros esfuerzos deben estar concentrados en lo que arriba apunto, que no es otra cosa que el paro irrefrenable que nos agobia y asfixia. Pero ese departamento, el del empleo, como tantos otros los preside egolátricamente, que no gestiona, la súper consejera María Dolores Gorostiaga, que debe estar esperando a que el empleo fluya de forma espontánea. La figura del Defensor del Pueblo debería estar creada para que tener voz, y mucho más que voto. En esta situación de crisis y de angustia que viven muchos ciudadanos y sus familias, todos los políticos han sido incumplidores y no se puede achacar al consejero de justicia Mediavilla, su buena voluntad de intentar poner las bases de ésta, sino todo lo contrario.
El diálogo por encima de la confrontación, que tanto gusta a algunas azuzar para “irlas bonito”, como dice la canción, debe primar y si no quitarlas el “prosopon”. Tampoco se debe confundir ni baturrillear mezclando desarrollo estatutario (en este caso la figura del Defensor del Pueblo) con blindaje vasco. El blindaje vasco está hecho (factum est) y no hay quien lo remedie. Nuestra representante y diputada gallega con acta cántabra, Elena Salgado, así lo decidió votando en el Congreso a favor de esa Ley, que va en contra de los intereses cántabros. Y no hagamos juegos de palabras cuando la evidencia no necesita demostración.
El PSOE de ellas, (que no el socialismo de todos), sus parlamentarios, y Elena Salgado, votaron en contra de los cántabros. Su castigo, las urnas. El perfil del DFdP debe ser lo más alejado de los partidos y cercano a los ciudadanos, contradictor, de opinión propia y no sumiso con los que le nombraron, nunca un funcionario de gama alta firmante habitual en su oficina de moqueta, independiente en lo máximo. Los abogados siempre hemos valorado el acceso a la Judicatura por el cuarto turno, ya que la incorporación del jurista desde el conocimiento de la “calle” enriquece las “puñetas”. El DFdP no debe generar unanimidad en los partidos y sí en los ciudadanos, porque es de éstos.
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Comentarios(2):
Estoy de acuerdo con el comentario anterior. No se trata nada más que de colocar al político de turno que ya está de vuelta de todo (un Jaime Blanco, un Jesús Cabezón, un Rafa de la Sierra, un Vallines) y con él a una cohorte de secretarias, asesores, chófer, etc., etc.. Que se pongan a trabajar de una puñetera vez y que dejen de reírse de nosotros y de nuestros impuestos.
No nos engañemos, los Españoles ya tenemos un Defensor del Pueblo que funciona razonablemente bien; con el nuevo proyecto del Sr. Mediavilla lo único que se busca es un nuevo pesebre !!!!Cuantos van yá en estos seis años!!!!! por si las cosas vienen mal dadas y hay que colocar a algún amigo/a. Los presupuestos de Cantabria no pueden sostener más tingladillos, montados para mayor gloria de unos polítiquillos provincianos y de tercera fila. !BASTA YA!