“El caso Camps”
Nadie ha quedado indiferente con la absolución del señor Camps, como ciudadano nos alegramos del final feliz de su laberinto judicial. Ahora bien si miramos por el retrovisor del tiempo y examinamos cómo y por qué se inició este procedimiento penal por unos trajes, que tanta alarma social produjeron, ninguna a los ciudadanos, podemos ver la justicia que perseguían los promotores, ahora desilusionados. Esa es nuestra conclusión.

La opinión pública, la calle, la que pasa de la política, desde el primer día se sorprendió de una denuncia tan atípica, que siempre escaparía del ámbito penal ya que su jurisdicción nata es la civil, dado que se trataba del regalo de unos trajes adquiridos o encargados a instancia de un intermediario que carecía de mandato, luego los adquiría a su riesgo y para un tercero. Ese tercero era el ex presidente de la Comunidad de Valencia quien dispuso de ellos aun cuando se debían, ya que no había sido satisfecho el precio por el presidente y como diría uno de mis amigos de la boina podía interpretarse como un soborno para que le acelerase la tramitación de un papel o una “astilla” como antiguamente decíamos en el argot judicial.
Y en la calle, en los bares el ciudadano, que también lleva traje, igual no tan caros, decía, “pues que los pague y se acabó”. Pues seriá que no. No se trataba de que el señor Camps pagase los trajes con dinero, esa no era la pretensión del grupo socialista sino que utilizaba los trajes y las corbatas y no se sabe si los calzoncillos también y a la justicia, para buscar un fin, desalojar de la presidencia al señor Camps que a pesar de los pesares el pueblo soberano le daba sus votos.
Esta pequeña reflexión lo es a modo de introducción en “el caso Camps” ya que antes de realizar un análisis conviene examinar las bases que existían o de las que se han valido para poner el procedimiento en sede judicial y al mismo tiempo, producir un gasto inconmensurable que pagamos los contribuyentes por unos trajes.
La primera pregunta que nos tenemos que hacer es sí dicha denuncia se hubiera formulado de no haber existido la trama Gurtell, el famoso bigotes y el involucrar cueste lo que cueste al presidente de la Comunidad, Camps. De no haber sido así no hubiese tenido ninguna trascendencia este regalo y otros que fue tipificado después de mucho buscar en el CP como cohecho impropio, formulación jurídica que muchos juristas desconocían y que ha tenido que ver la luz para intentar tipificar algo. Me reafirmo en que nunca hubiese ocurrido este procedimiento seudo penal y muy político, si en la escena social no hubiesen concurrido el ahora ex presidente Camps, el Partido Socialista Obrero Español y la trama Gurtell representada por el Bigotes.
Como verán las tres partes del "caso Camps" las tenemos muy definidas, el PSOE como el justiciero, el Bigotes y Camps; y en última instancia la Ciega (la justicia).
El lector, que es inteligente, leyendo estas líneas en su mente ya contempla la palabra "montaje" y es que a veces una denuncia es como una bola de nieve que va rodando y va creciendo, olvidándose casi de lo principal, del como y porque crece la bola de nieve. Quien tira la bola, qué intereses existen en la acción inicial, que se oculta en el desarrollo de ese tipo de acciones, quién gana, quien se aprovecha etc. Quiero entender y estoy convencido que lo que subyace en este procedimiento y desde el principio, no son tanto los trajes sino la utilización de la justicia para un fin particular, en este caso político como es el desalojo de la presidencia de la Comunidad valenciana del señor Camps y en otros casos, no idénticos pero similares al que nos ocupa, hacer daño al denunciado, perjudicar cuando una apariencia de derecho puede ser usada como antesala o como palanca de un delincuente oculto, que no da la cara y las más de las veces mueve los hilos a modo de inductor cómplice necesario en la sombra.
Vaya por delante que no se trata de defender mediante estas letras la inocencia o culpabilidad del señor Camps, primero porque no es nuestro propósito y segundo y fundamental, porque la inocencia, la absolución ya se la ha dado el tribunal a través del veredicto popular. El linchamiento y el daño moral ya es irrecuperable por más sentencias absolutorias que se quieran poner ¿Y ahora qué?
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Comentarios(5):
Me parece que Camps ha pagado con creces su error. Enormemente más penosa, que la multa que le hubierse sido impuesta de declararlo culpable, muchísimo más denigrante que nada, ha sido "la pena del telediario" que viene sufriendo año trás año, negándole sin piedad la presunción de inocencia. Demasiados miles de euros en un juicio absurdo e inútil, dejando en evidencia, una vez más y desde hace muchos años que un descamisado de interés `remató` deliberadamente a Montesquieu y el caos intitucional al que quedaron relegados nuestros organos judiciales . Por eso nada me extrañaría, que en un "toma y daca, trueque malverso, el mediático Garzón fuese absuelto, volviendo a quedar en entredicho las garantías juridicas de los españoles, la rigurosidad en los procesos, y una jurisprudencia que diera pié a un relativismo tan falto de ética como que `el fín justifica los medios`.
Por mucho que se halla dictado sentencia todos nos hemos quedado con mas duda que otra cosa sobre todo por las escuchas telefonicas.En fin aqui habra que decir lo de corramos un tupido velo.
Desde luego la solución del jurado no se la pueden creer ni los inculpados cuando lo escucharon.Increible.
El daño moral es el de todos los ciudadanos que contemplamos indignados cómo está la justicia en España. Después de absolver a Camps, si los jueces consuman su complot contra Garzón será como para salir de este país a nado.
Tras escuchar las grabaciones de las conversaciones de Camps y sus "amigos del alma", solo vale recordar la vieja frase de "pleitos tengas, y los ganes". La justicia española necesita acudir al psicoanalista.