El Ártico, un órgano clave en nuestro planeta

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El Ártico es ese gran desconocido que se ve en los documentales de National Geographic. Un lugar de 21 millones de Km cuadrados que alberga una fauna que ha sabido adaptarse a una climatología adversa, y un lugar que actúa como órgano clave en el funcionamiento del ecosistema global. Resulta curioso que una extensión de tierra tan misteriosa sea tan importante para el ciclo de corrientes marinas y para mantener estable la temperatura de nuestro planeta.

Lamentablemente, según el Centro Nacional para la Nieve y el Hielo (NSIDC), institución norteamericana que emplea satélites de la NASA para controlar la evolución del Ártico, anunció que éste pierde un 10% de superficie helada cada 10 años… Y decir, que en los últimos 30 años se han perdido tres cuartas partes de la capa de hielo flotante en la tierra, según Greenpeace.

Estos datos no suponen una buena noticia. De hecho, todos los científicos comprometidos con el medio ambiente y organizaciones que velan por la salud del planeta, presagian un pronto final para el Ártico y todas sus especies. Sin embargo, hay otros agentes que ven estas estadísticas como una oportunidad para poder acceder a todos los recursos naturales que ofrece este lugar, nuevas rutas comerciales, que quedarían abiertas con el deshielo, nuevos caladeros, etc.

En 2008, el Servicio de Inspección Geológica de EEUU calculó que esta zona contiene el 30% de las reservas mundiales de gas natural y el 13% de petróleo. Obviamente, con estos porcentajes tan golosos, no es de extrañar que compañías como Shell, Exxon, BP y Gazprom quieran instalarse en el manto de “oro blanco”, para comenzar sus prospecciones petrolíferas. Además, en la Web de ‘Salva el Ártico/Greenpeace’, se dan cifras aproximadas como; por ejemplo, que estas compañías quieren conseguir 90.000 millones de barriles de petróleo.

Shell tiene el semáforo en verde para comenzar con las extracciones de oro negro desde este mes de julio, un proyecto en el que ha invertido ya más de 3.500 millones de dólares. En el mismo bando, Exxon firmó un acuerdo con la empresa rusa de crudo, Rosneft, para invertir 3.200 millones de dólares para pesquisar hidrocarburos en el mar de Kara.

Las consecuencias medioambientales son diversas, desde la desaparición de especies como la ballena azul y el oso polar, entre otras, hasta daños en el sistema de la corriente del golfo. Esta corriente un engranaje básico, es el termómetro del planeta, haciendo que a la misma latitud en un lado del “charco” la gente pueda gozar de un baño en la playa; y en el otro, otros se tengan que ponerse el pasamontañas. Al Gore, en su documental ‘Una verdad incómoda’, explica muy bien que pasaría si este sistema se interrumpiese. Y sí, hay teorías muy radicales y otras más moderadas sobre lo que ocurriría con el deshielo, pero todas auguran una catástrofe natural y humano en mayor o menos medida.

Ahora, #salvaelártico (Twitter) es una campaña de Greenpeace para recoger firmas de los ciudadanos y detener la prospección de Shell, pero mucho me temo que, como siempre en la vida real, los malos vencerán. Ojalá, fuéramos capaces de crear un movimiento viral para este tipo de acciones en pro de nuestra flora y fauna. Lo que ocurre es lo de siempre… Sólo reaccionamos cuando ya es demasiado tarde.