Él a su aire

 

 

A la vuelta de vacaciones nos encontramos con un panorama que comienza ser preocupante para la economía española; el número de parados aumentó el doble de lo que ya lo hiciera el año pasado a estas alturas, con lo que nos acercamos a la trágica cifra de dos millones de desempleados en nuestro país. Esto para empezar.

Y que no nos intente distraer el Gobierno socialista con alusiones a lo que ellos quisieran que fuera una crisis pasajera, porque si para echarse las manos a la cabeza son los datos del empleo, no lo es menos el descenso en cuanto a afiliaciones a la Seguridad Social por tercer mes consecutivo. Hacía 20 años que no pasábamos por algo parecido.

Es ahora cuando muchas personas comienzan a darse cuenta de los muchos progresos que alcanzaran en su momento las políticas en esta materia del Gobierno del Partido Popular: sentido común como pieza fundamental de una maquinaria que situó a España a la cabeza de Europa y unas políticas alejadas del intervencionismo puro y duro.

Por el contra, Rodríguez Zapatero no ha hecho sino vivir de las rentas que dejó el Gobierno anterior hasta que éstas han sido prácticamente agotadas, liquidadas y fulminadas; es así que nos encontramos ante una serie de incertidumbres que deberían llamar nuestra atención de cara a las próximas elecciones generales.

En lugar de centrarse en solucionar la serie de problemas que sufrimos en nuestros quehaceres diarios, el Gobierno se limita en dar excusas tan zafias y tan poco vergonzosas como cuando se alude a la climatología como causa principal del descenso del empleo, o a las personas mayores y a los motoristas como factor que incrementó el número de muertos en nuestras carreteras.

Desde luego, lo de Caldera o Pérez Rubalcaba clama al cielo; la desfachatez de la que hacen buena gala sólo es comparable a la de su Presidente, por culpa de quien la situación de las relaciones internacionales de España se encuentra en horas tan bajas; un buen ejemplo de ello son las represalias de Argel contra Gas Natural y Repsol, o la inclinación a favor de Marruecos en el conflicto del Sahara, pasándose por el forro las Resoluciones de la ONU.

Esto se traducirá en algo bien sencillo, como es que cuando a final de mes paguemos la factura de la electricidad o del gas, nos llevaremos una desagradable sorpresa, sobre todo quienes tengan una economía menos desahogada, por no hablar de los nefastos resultados que ello acarreará para la competitividad de las empresas españolas o para la inflación, que irá subiendo progresivamente.

Como siempre, Zapatero a su aire, con la cabeza en su deseado Premio Nóbel de la Paz, en su tan ansiada Alianza de Civilizaciones, en la paridad entre ellos, ellas y “elles”, y en cuestiones que no interesan más que a un iluminado como él es. Así nos va a lucir el pelo.