Conciencia Fiscal
Que España y el resto de la Unión tienen un problema de deuda es obvio; que los enormes créditos apilados por las administraciones patrias, 700.000 millones, es producto de la acumulación de déficits sucesivos, también, pero que todo ello se debe a que nuestros gastos mensuales superan a los ingresos parece no ser tan evidente como debiera.
De hecho, de las dos partes de esta ecuación, que debiera estar equilibrada, la de gastos y la de ingresos, esta última, la de la recaudación de tributos ha sido en nuestro país menospreciada y preterida constantemente.
Los inspectores de hacienda, y en general los empleados públicos que se dedican a recaudación han sido injustamente tratados, como consecuencia de la escasa conciencia fiscal nacional que eleva los niveles de fraude hasta extremos bochornosos.
Quiero romper una lanza en favor de un cuerpo de trabajadores cualificado y eficaz, sobre cuyo trabajo se edifican colegios, centros de salud, y se pagan pensiones.
Los gestores públicos, y particularmente los políticos, solo han centrado su atención en la vertiente del gasto y no en la del ingreso, cuando es desde esta última, desde el esfuerzo abnegado del contribuyente, desde donde se determina el techo máximo de gasto.
La hoy, desgraciadamente famosa, prima de riesgo es solo una de las consecuencias del desequilibrio entre ingreso y gasto público, esto es, del exceso de consumo o del defecto de recaudación. No se trata de se pague más sino que de que lo hagan todos más justamente.
En el particular caso de la Diputación de Castellón, disfrutamos de 89 trabajadores en Gestión, Inspección y Recaudación, que atienden, total o parcialmente, a 134 de los 135 ayuntamientos de la provincia. Y cuya eficacia ha permitido que en este tiempo de desplome de los ingresos públicos, desde que en 2007 se iniciara la crisis, haya aumentado la recaudación en un 54%, lo que les ha permitido a los municipios pasar de disponer de 73 hace cinco años a 113 millones de euros en el último ejercicio para atender a sus vecinos.
Cuando este tiempo incierto pase, que será antes de lo que parece, una de las consecuencias positivas será que los gestores públicos tendrán una mayor conciencia de sus ingresos, para gastar solo hasta donde recauden.
Miguel Barrachina Ros
Economista y Vicepresidente de la Diputación
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