¿Canon Digital o lucha contra la piratería cultural?

Recordemos que dicha enmienda fue introducida por el Senado en la Ley de Sociedad de la Información, por iniciativa de la Entesa catalana, gracias a los votos del Grupo Popular en la Cámara Alta. Esto nos da buena muestra de que no estamos ante una cuestión ideológica; no se trata de una iniciativa ni de derechas, ni de izquierdas, y a las pruebas me remito.

Socialistas y nacionalistas han tirado por la borda una clarísima oportunidad para rectificar en lo que no deja de ser una medida que lo único que pretende es la satisfacción de la Sociedad General de Autores y de todos los titiriteros que, revestidos del sectarismo político más recalcitrante, la componen.

El Ejecutivo culmina la legislatura protegiendo con este impuesto injusto, regresivo, desproporcionado e incoherente, los derechos de los de los autores simpatizantes de la izquierda, no de un gremio en general (pudimos ver nuevamente a los mismos instalados en la Tribuna de invitados del Congreso, por si acaso, vamos). El Gobierno se equivoca, ya que con esta actitud está desatendiendo flagrantemente las demandas de la mayoría de los usuarios de las nuevas tecnologías. No deja de ser una medida la cual supone un freno al desarrollo de las nuevas tecnologías, así como una agresión sin paliativos al bolsillo de los españoles.

Los intereses tanto de creadores culturales como de internautas pueden conciliarse sin complicaciones, como ya se hiciera en 2003, cuando se pactó con todos ellos, con todos y no con unos cuantos, el canon vigente como una medida transitoria, una medida la cual ahora el Gobierno pretende incrementar y perpetuar.

Por cierto, ¿qué ha hecho este Gobierno durante la presente legislatura para luchar de forma eficaz, y no de cualquier modo, contra la piratería cultural? Se lo digo yo: nada de nada. Por ello ahora este canon no puede ser la solución, sino todo lo contrario, ya que unos gobernantes mínimamente serios habrían de perseguir a los delincuentes en lugar de convertir a todos los ciudadanos en sospechosos habituales.

Digo yo que sería más productivo preocuparse por los fracasos de España en Europa. Me refiero al acuerdo alcanzado en la negociación para la nueva Organización Común de Mercado del vino, donde hemos vuelto a sufrir una intensa pérdida de fondos como consecuencia de las negociaciones de la “Administración Z”. Este desastre se añade a sus lamentables negociaciones anteriores en la Unión Europea como las de las OCM del tabaco, el algodón y el azúcar; los fondos de cohesión o el propio presupuesto europeo. El caso es que España ha vuelto a perder fondos comunitarios, y al final es con lo que nos quedamos, con un palmo de narices, mientras otros andan preocupados por cuestiones de una importancia mucho menor.