Promulgar y no resolver. Por. José Antonio Ávila López

Conceptos que aprendí...

No es la primera vez que siento la necesidad de escribir sobre la tortuosa relación del individuo frente al aparato administrativo del Estado y sus ramificaciones : cuanto mayor es el número de unidades, departamentos y jefaturas, menos resolutiva para las personas. Muchos ciudadanos sufren la violencia de ese monstruo sin cara, pero plagado de tentáculos perfectamente alineados y adiestrados para complicarles la vida, y de qué manera. El timo de la ley de protección de datos se encarga del resto : «el aparato administrativo del Estado circula en sentido contrario a lo que promulga... ¿Y qué es lo que promulga y no resuelve? Los problemas a la gente». En la era de la productividad y competitividad de la que tanto se habla, el aparato administrativo del Estado no resuelve nada. ¡Qué ironía! El trámite más sencillo puede degenerar en un caos para el individuo, y todo por la maldita burocracia, ese invento que se extiende por toda la geografía nacional para dar cabida a tanto funcionario sin función y al clientelismo, que es alimento esencial de la casta política. Una de las prioridades de la vida de una persona es la gestión de su tiempo, y los tiempos condicionan nuestra existencia : lo curioso es que ese tiempo nos lo maneja a su antojo la Administración, es decir, no somos dueños de nuestro tiempo sino rehenes por obra y gracia del feroz e insaciable intervencionismo administrativo. Termino con una famosa cita : «Los funcionarios son como los libros de una biblioteca: los que están en lugares más altos son los que menos sirven», y acabo con esta cita porque la burocracia es el enemigo número uno del individuo racional, el que piensa y actúa, aquél que tiene la capacidad para moverse de forma autónoma.

José Antonio Ávila López
45462148-A
Asesor político y corrector de textos
Ex concejal Ayuntamiento Rubí
Telf. 661.07.14.76
08191 Rubí (Barcelona)