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Opinión 03-12-2024 06:21

MEDITACIÓN SOBRE LA LIBERTAD Por Juan Goti Ordeñana Catedrático jubilado de la Universidad de Valladolid

La libertad nace del ser humano, y en su desarrollo adquiere formas diversas: libertad ideológica, libertad de prensa, libertad de conciencia, libertad religiosa, libertad de cultos, etc.

 

 

Ya encontramos en Orígenes, padre de la Iglesia en la primera mitad del siglo III, una reflexión que marca la valoración de la liberad.La libertad para los cristinos, es un principio esencial: «Dios no quiere imponer el bien, quiere seres libres» (Or.29).

Cuán distinta es esta libertad, basado en un Ser transcendente, de la que propugnan nuestros políticos. Se les llena la boca hablando de libertad, y reprueban y condenan a los que no piensan como ellos. Pero no es algo nuevo esta actitud, pues aquellos Ilustrados de la Revolución Francesa reconocieron la libertad para sí, y la guillotina, para los que no pensaban como ellos. Por lo que, siguiendo la tradición de aquella revolución, ahí está la propuesta de nuestro Gobierno que se ha planteado limitar la expresividad de todo aquel que discrepe de suactuación y, aún, de su parecer. Con ello se propone trastrocar el gran tema de la libertad humana, y valiéndose de los medios de que dispone el Estado para regular esta materia en los ordenamientos según su fantasía.

Este punto central de la libertad, eje en la convivencia de los ciudadanos de la cultura occidental, se verá limitada en la nueva regulación, y no es de extrañar, ya que es una actitud propia de todos los Gobiernos autoritarios. Recuerdo cómo, un día de mayo de 1989, paseando por el claustro de la antigua Universidad de Oñati, con el profesor italiano Renato Treves, quien rememoraba, aún muy vivamente, sus años de universitario, y me contaba el interés que despertaban las lecciones F. Ruffini sobre la libertad, y la recepción que le hacían los alumnos en el aula, cuando venía de disertar sobre el derecho de libertad en el Parlamento musoliniano. Sin embargo, este tema de la libertad, muchas veces, los políticos suelen orientar por otros derroteros, es decir, tratan de justificar limitaciones que establecen para todos los divergentes de su opinión.

El problema de la libertad no es una invención moderna, pues como dice Hegel, en La Razón en la Historia: «La historia universal es el progreso de la conciencia de la libertad», no se reduce a simple legislación, ya que es una forma de sentir la persona, condiciona los modos de convivencia de los pueblos, y cuya realización constituye «la meta final del mundo». Se identifica con «el progreso que debemos estudiar y cuyo carácter necesario es preciso descifrar». De aquí que haya que examinarla teniendo en cuenta toda la historia que ha soportado, y viendo la forma de vivirla hoy. Conviene ir uniendo la investigación de la tradición con la indagación de la realidad actual.

La materia viene condicionada, en primer lugar, por el concepto de qué es la libertad humana, con las notas propias que la caracterizan y las exigencias originadas por la forma como ha nacido y evolucionado en la cultura occidental. A lo que hay que añadir el arduo y difícil combate, que se ha mantenido para definir su naturaleza y delimitar su área de desarrollo, que, por otra parte, es una de las notas definidoras de nuestra sociedad, y lo que hoy calificamos como progreso no es, radicalmente, más que el resultado de esa pugna, que se ha llevado a cabo para conseguir cuotas de libertad. Cuán lejos está este progreso del que propugna el Gobierno. Este debe ser el campo a descubrir y deslindar para entender la praxis de esta libertad.

En segundo lugar, por los sujetos que han de promover el ejercicio de esta libertad. Entre estos tiene especial relevancia el Estado que, como máximo responsable del orden social y de la promoción y progreso de la persona, ha de propiciar positivamente un ámbito para el desarrollo de la libertad humana, tanto para que el hombre conozca y ejercite esta libertad, como para que en caso de litigio o lesión de su esfera de práctica se abran cauces jurídicos de protección y defensa.

La libertad nace del ser humano, y en su desarrollo adquiere formas diversas: libertad ideológica, libertad de prensa, libertad de conciencia, libertad religiosa, libertad de cultos, etc. Hay una inclinación a tratar todas ellas unitariamente, pero, en realidad, tienen condicionamientos propios, por lo que se deben exponer de forma diferenciada, pues responde a distintos aspectos, relacionados por la radical unidad del hombre. En cuanto a sus manifestaciones, pueden dar lugar a distintos comportamientos que exigen no encasillarlo con las mismas reglas.

Todavía estamos impregnados del positivismo jurídico, que pretende definir los conceptos e instituciones jurídicas sin ningún recurso ni a la filosofía ni a la historia. Esta forma de actuar, que puede responder a la aplicación del derecho, no se aviene con la actuación del intelectual y del investigador, para quienes los conceptos e instituciones jurídicas tienen una larga historia, y su regulación ha respondido a momentos muy diversos, que les ha configurado con su impronta. Esto aparece, con más propiedad, en un momento como el actual, pues al igual que afirman hoy los biólogos, cuando han llegado a la célula de la vida, que toda la historia de los antepasados está, de alguna manera, impresa en ella, asimismo hay que decir que la libertad, que hoy disponemos, lleva impresa en su concepción y en los modos de disfrutarla, con sus filias y sus fobias, toda la historia que han vivido los pueblos de nuestra cultura.

Por ello, cuando se quiere regular la libertad, más que en otras instituciones, hay que estudiar, con esmero, la naturaleza de la persona y la tradición que ha mostrado nuestra cultura, y regular con respeto la idea eje de libertad que, a través de los siglos, ha creado esta sociedad.

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