Los estómagos agradecidos de Sánchez y una amnistía por siete votos. Carlos Magdalena

En estos días existe mucho revuelo en redes sociales, en prensa de papel y digital porque el actual presidente Pedro Sánchez quiere seguir de presidente pero votado, apoyado por los que se quieren ir de España, los nacionalistas vascos y catalanes más los comunistas cómplices necesarios para el objetivo que persiguen. Un perfecto desatino el romper, el quebrar los pilares sobre los que se ha asentado nuestra convivencia desde 1978.

El partido del PSOE, mejor dicho, los ministros y su entorno, el PSOE de la moqueta con sillón y despacho junto con esa señora asidua de la peluquería, según Alfonso Guerra, y sus compañeros los comunistas realojados en ese partido invento de Sánchez que se llama Sumar y lidera Yolanda Díaz, están actuando como una orquesta desafinada pretendiendo cuartear España creando CCAA de primera, de segunda y tercera olvidando el principio de la solidaridad y el Ordenamiento Jurídico.

Ante este desatino dicen que se está produciendo, todavía no me lo creo, un movimiento centrifugo en el que incluso han dado un paso adelante los empresarios liderados por Garamendi, el de millonario sueldo, diciendo NO a la amnistía que  además de suponer una aberración jurídica porque se cargan los principios más elementales de un sistema de derecho europeo va en contra del sentir de los españoles.

Decir no a la amnistía de los golpistas catalanes condenados por el Supremo es decir no a Sánchez y pedir que se produzca una repetición electoral para que la soberanía nacional refrende o rechace esa modificación sustancial que pretende el actual presidente del Gobierno. Lo que decimos sería lo normal en una democracia europea pero aquí no porque parece que todo se asume.

Es muy importante el que se empiece a hablar claro y con fuerza en los medios de comunicación, fuertemente subvencionados desde el gobierno de Sánchez, y que las figuras más representativas de la política española, del socialismo y de la Transición. Es importante que se hagan ver las cabezas de los ex líderes como Felipe González, Alfonso Guerra más todos aquellos que formaron parte de una época histórica de reconciliación de España y que lucharon  contra el sistema dictatorial de Franco, es importante que se enfrenten abiertamente a la dictadura política del Secretario General del PSOE.

El problema democrático es que Sánchez ha perdido las elecciones del 23J y los nacionalismos periféricos, aún habiendo bajado de votos y sabiendo que dominan el espectro político solamente con un 1 % de base electoral y dado lo diabólica que es la Ley Electoral actual que todos la han criticado, pero nadie la ha modificado, resulta que son el nacionalismo catalán y vasco en la actualidad las que toman las decisiones, a pesar de ese descenso de votos, puesto que esas autonomías periféricas independentistas están más fuertes que nunca gracias al poder que les ha regalado Sánchez.

Y la sociedad ¿qué dice?, no dice nada porque es víctima de una corrupta partitocracia y de políticos que nunca dicen la verdad y tienen una falta de credibilidad total frente a esta sociedad cautiva de su propio desinterés sin memoria histórica, que incluso se tergiversa. La situación del país es grave porque Sánchez se está cargando la Transición y los cimientos institucionales de funcionamiento del país (Organismos Estatales, CPJ, TC, TS y otros). En efecto Sánchez actúa como un rey absolutista en su propio interés y nunca en el interés del pueblo de España sino que va a auto proclamarse presidente gracias a los independentistas, gracias a los indultos y ahora la amnistía a la carta, y después de meterse directamente con el Poder Judicial, todo ello un fraude político.

A Sánchez su egoísmo, su soberbia, el egocentrismo en el que vive le impide ver más allá de su investidura.

Hemos dicho muchas veces que para frenar este tsunami de descomposición de país tienen que ser los propios militantes socialistas los que se revelen, parece que lo han entendido así, y ha iniciado ciertos movimientos el viejo PSOE pero es insuficiente. Tienen que ser también los militantes de base los que digan algo salvo que en esta partitocracia de camelo figurativo sean las siglas las que mandan y de las que  se han apoderado los anti patriotas que reparten cargos y compran voluntades manteniendo una falsa democracia de intereses y estómagos agradecidos. Sólo los socialistas de las comunidades autónomas periféricas tienen el poder de dar un giro a esta situación que nos puede meter en una descomposición de país, de Estado y de sociedad por la desmedida ambición de un personaje y sus acólitos.