Los crímenes viejos o mi contumaz hipocresía. Antonio Sarabia
He terminado el año 2024 con una doble sensación de impotencia y autorepugnancia. Esta expresión la voy a mantener, aunque mi ordenador me alerta sobre la posible incorrección de la misma, pero, a mi edad, creo que puedo afrontar esta y otras irregularidades gramaticales porque estimo responde a mi sincero sentimiento y estoy seguro de que los escasos lectores que se atrevan a leerme me comprenderán.
He terminado el año 2024 con una doble sensación de impotencia y autorepugnancia. Esta expresión la voy a mantener, aunque mi ordenador me alerta sobre la posible incorrección de la misma, pero, a mi edad, creo que puedo afrontar esta y otras irregularidades gramaticales porque estimo responde a mi sincero sentimiento y estoy seguro de que los escasos lectores que se atrevan a leerme me comprenderán.
En estas últimas semanas me he visto obligado, por supuesto que voluntariamente, a intervenir en público, tanto por el proceso electoral seguido en el Colegio de la Abogacía de Cantabria como por la presentación de mi primera novela, El Octavo Caballo que, no sé si será también el Ultimo, pronunciándome sobre diversos temas y materias relacionadas exprofeso con la naturaleza de cada objeto a tratar. Al margen de las afortunadas o no consideraciones que podía realizar sobre el presente y futuro de mi profesión o de las inexplicables razones por las que he escrito un libro en la aun no diagnosticada pero segura e inminente decrepitud y disminución de mi capacidad cognitiva, cuando llegaba a casa y veía las noticias o las leía digitalmente del día me asaltaba una preocupación en forma de interrogante persecutoria. ¿No había habido un solo instante en el que podía haber denunciado, llamado la atención o tenido un mero recuerdo sobre tres de las atrocidades de alcance internacional que están sacudiendo nuestras conciencias y hieren la sensibilidad de cualquier ciudadano del mundo mínimamente informado. No es una cuestión ideológica, ni tan siquiera política. Es una mención que impida que nuestros corazones se tornen insensibles ante tales barbaries de distinto calado y alcance, pero, las tres, de gran importancia para impedir que nos convirtamos en estatuas de sal y conservemos un hálito de humanidad, dignidad y espíritu crítico.
Estimo que todas las injusticias deben tener una respuesta y, cada uno en su ámbito y posibilidades, debe posicionarse de forma resuelta y decidida. En el debate entre la inconveniencia del lugar y momento y la comodidad de ser un cobarde burgués he optado por justificar mi silencio, cierto es, sabedor de la insignificancia de mi pronunciamiento.
No obstante, la invitación de este medio y el desparpajo y naturalidad que siempre exhibió su responsable en su reciente época de brillante Abogado, José Carlos Magdalena Menchaca, me permite redimirme a través de lo que, por el mero hecho de tildarse Liberal ya merece el respeto y la consideración de cualquier persona formada, expresando mi parecer sobre estas situaciones que considero altamente peligrosas en el orden público mundial y, esencialmente, en el derecho internacional.
Para acallar el menor atisbo de lectura subjetiva e interesada quiero referirme en primer lugar al dramático secuestro de la libertad que en nuestro hermano país sudamericano Venezuela, el devaluado régimen chavista está haciendo para perpetuar a una vociferante y totalitaria mara dedicada a perseguir y encarcelar cualquier intento de disenso con el calamitoso sátrapa que solo tiene el apoyo de sus secuaces y de varios grupos económicos chilenos, rusos y árabes que lo mantienen ejerciendo una suerte de dictadura populista que de progresista no tiene ni el patético chándal de sus dirigentes. La ausencia de control democrático del proceso electoral sufrido con su pertinaz negativa a exhibir las actas electorales, la mordaza establecida sobre el sistema judicial venezolano hace de ese enorme y opulento país un lugar inhóspito y peligroso para vivir en libertad y que la voluntad y los intereses populares vayan en dirección contrario a su grupo dirigente. Debian tomar nota del famoso poeta italiano Torquato Tasso "De los vuelos altos y repentinos, cerca suelen estar los abismos".
Flaco favor hacen quienes desde la distancia y el desconocimiento disculpan la vulneración de los derechos cívicos por una extraña y falsa proximidad política. La tiranía, la negación y exterminio del adversario no puede tener defensa. Ejerza quien la ejerza pues ha perdido el derecho a portar con legitimidad el ideario con el que accedió a administrar el poder.
Los otros dos casos son todavía más lacerantes y escandalosos. Wladimir Putin y Benjamin Netanyahu sufren sendas órdenes de la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra y genocidio cometidos sobre las poblaciones de Ucrania y Gaza. Evidentemente que el origen de ambos conflictos es bien diferente y en el segundo caso pudo existir una inicial motivación en la salvaje respuesta del líder judío. Sin embargo, convendría recordar que determinados dictadores siempre encuentran justificaciones para llevar a cabo sus tropelías. Los 46.000 muertos, fundamentalmente civiles, sobre todo niños y mujeres, asesinados impunemente si que tienen una razón de ser que los terroristas de Hamas sirvieron en bandeja de plata. Netanyahu viene siendo juzgado por los propios tribunales de su país, especialmente por el Tribunal del Distrito de Jerusalén tras autorizarse por la Corte Supremo Israelí la imputación y celebración de tres juicios acumulados por fraude, prevaricación, soborno, conflicto ilegal de intereses, coacciones y aceptación de regalos de valor incalculable por él y su esposa de parte de importantes empresarios (en perjuicio de otros) medios de comunicación y funcionarios corruptos. Los sumarios judiciales fueron objeto de acumulación y se iniciaron en febrero de 2020. Tras casi cinco años de aplazamientos, suspensiones y múltiples artimañas se espera la sentencia para la primavera de este año 2025. Las últimas respuestas del autócrata han sido la de extender la destrucción a todos los hospitales, ONGs, periodistas y medios de comunicación y traspasar la frontera de las acciones bélicas a Siria, Líbano, Cisjordania e Irán. El exterminio palestino está obteniendo una derivada de relevante transcendencia internacional, la injusta consideración de que todo el pueblo judío es corresponsable de las matanzas que Netanyahu ordena. El papel pacificador de Israel en una zona tan combustible le ha transformado de policía justo y bueno en perro rabioso que deseara morir matando. Como todos los dictadores Netanyahu se arropa cínicamente con la bandera y el nombre de Israel tratando de convertir en un problema de seguridad internacional lo que es un conflicto cocinado a fuego lento y aderezado por la escasa inteligencia de los minoritarios terroristas palestinos, poco implicados en los intereses generales de su pueblo. El genocidio de Gaza se ha originado en la imperiosa necesidad de que la explosión del conflicto propiciara la inmunidad de Netanyahu. Lo peor es que pueda terminar con la estigmatización eterna de Israel y de todo el pueblo judío.
Salvando las distancias el sistema nos recuerda que la mayor efervescencia del proces coincide con el momento procesal en que la familia Pujol resulta imputada y la huida adelante de Convergencia/Junts podía favorecer una lectura espuria de la actuación delictiva del clan que desde la sombra auspició y alentó un conflicto torpemente tratado desde el Gobierno del PP.
El indiscutible trastorno de la personalidad que padece Wladimir Putin no puede ser razón para que dejamos de estremecernos. El real peligro para la paz mundial tiene un nombre y un apellido y, a los que hemos mantenido tradicionalmente una posición pacifista nos debe llevar a una rápida catarsis de nuestros postulados. Publio Flavio Vegecio en el siglo IV ya acuño la famosa frase "Si vis pacen, para bellum", si quieres la paz prepara la guerra. Desgraciadamente la única forma de contener al huido del manicomio de las afueras de Moscú es presentar un robusto alter integrado por todos los estados del orbe democrático y tratar de vincular a otros que de seguro saldrán malparados de de las ansias expansionistas del esquizofrénico zar del siglo XXI. Una vez mas, una figura histriónica, ridícula, con escasa formación cultural y con tintes de macarra profesional pretende desdibujar los contornos del statu quo internacional, vulnerando los pacíficos y respetables deseos de autonomía efectiva de un Estado soberano como Ucrania, masacrando su población y avisando de lo que es capaz de no atenderse sus caprichos imperialistas
En los tres supuestos confluye un denominador común, el sufrimiento de un pueblo, el desprecio insoportable por la vida y los derechos humanos y la inabarcable estupidez e incompetencia de tres dictadores ante los que debemos alzarnos, cada uno desde su pequeña o grande área de expresión e influencia. Es mas los que nos une que lo que nos separa y el deseo de vivir en un planeta en paz, el respeto a vivir con absoluta libertad de expresarnos, discrepar y comportarnos en cuanto no limite la de los demás, debe ser algo que nos mueva a que la fabulosa aventura de nuestras vidas termine cuando nos llegue la hora. Lloremos y maldigamos las desgarradoras imágenes de los proyectos de vida que terriblemente se aniquilan sin causa alguna a diario. Estaremos vivos y mereceremos la pena estarlo
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