EL IMPACTO DEL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA Por Juan Goti Ordeñana Catedrático jubilado de la Universidad de Valladolid
El descubrimiento de América, no fue sólo el hallazgo de un nuevo Continente, sino que trajo consigo una revolución social, política y económica. Supuso el descubrimiento de la idea de Estado y la creación de una nueva política.
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El descubrimiento de América, no fue sólo el hallazgo de un nuevo Continente, sino que trajo consigo una revolución social, política y económica. Supuso el descubrimiento de la idea de Estado y la creación de una nueva política. Esta circunstancia fue causa de un giro en el pensamiento teológico de la época, que llevó a una nueva visión del hombre en su entorno cultural y político, con independencia de pertenecer a la civilización cristiana de Occidente, como antes se consideraba. Trajo el reconocimiento de los derechos, no por pertenecer una cultura determinada, sino por el reconocimiento de derechos en cuanto se es persona humana, lo cual dio lugar al nacimiento de un nuevo Derecho de Gentes, y constituyó un tema de singular importancia e interés. Ante estos hechos se hizo una reflexión que llevó al cambio de las ideas políticas y a la aparición de una nueva problemática, que condujo a la creación del Derecho político, el Derecho internacional, y a una nueva elaboración de los Derechos humanos.
Se dio tal cuadro de acontecimientos, que impactados en la sociedad española, fueron causa de vivas discusiones y de unas consideraciones, que, inquietando el campo de la teología, supusieron un paso decisivo en la secularización de las ideas políticas y sociales de aquel tiempo, y en el nacimiento de unos nuevos derechos, vigentes hasta nuestros días. La presencia de estos hechos y la elaboración teológica, en un momento de madurez, de los contenidos sociales del derecho natural, dieron lugar a las magníficas relecciones de Vitoria, quien, en su Relectio de Indis, reconoce expresamente, que le sirvieron de base y que quiso responder a la problemática del momento: «Toda esta controversia y relección ha sido planteada por causa de esos bárbaros del Nuevo Mundo, vulgar-mente llamados Indios, que desconocidos antes en nuestro viejo mundo, hace cuarenta años han venido a poder de los españoles». Por tanto, no se trata de algo secundario, sino de unas circunstancias que cambiaron el derecho de Occidente y que no se ha estudiado suficientemente.
La labor creadora que realizaron de los teólogos salmantinos, fue una consecuencia lógica de la interna racionalidad que caracteriza a la cultura occidental. Donde la reflexión teológica, con una comprensión integral del hombre, ha llevado, cosa que no ha sucedido en ninguna otra cultura, a crear una sociedad universal, racional y desacralizada. Esta visión omnicomprensiva no borra sus perfiles característicos, sino que marca, por contraste y con rigor intelectual, la singularidad de Occidente, a la par que la universalidad de su cultura. Por lo que, como indica Max Weber, el hombre europeo trata inevitablemente los problemas de la historia universal en consideración a la persona en general, lo que nos lleva a preguntarnos: «¿qué encadenamiento de circunstancias ha conducido a que precisamente en el suelo de Occidente, y sólo en él, hayan aparecido fenómenos culturales, y que, sin embargo, se encuen-tran en una dirección volitiva de significación y validez universal». Elemento importante y necesario de la formación de esta sociedad racional, que ha llegado a crear un modelo de convivencia basado en los principios igualdad y libertad, calificados de fundamentales porque corresponden al hombre en cuanto tal. Base de nuestro derecho.
Esta investigación comprende, sobre todo, el ámbito jurídico, sin
embargo, Vitoria reivindica su estudio desde el campo de la teología, porque esta ciencia no se encierra en la mera disquisición, sino que aporta importantes bases para la comprensión de la persona, y cree que hay aspectos teológicos que pueden dar interesantes cauces de interpretación, que merecen especial consideración, ya que, como dice Vitoria: «todas las discusiones teológicas no son siempre de carácter deliberativo, sino que hay muchas de carácter demostrativo, esto es, no para investigar sino para enseñar... y porque aquellos bárbaros no están sometidos, como diré enseguida, al derecho positivo, y por tanto sus cosas no deben ser examinadas por las leyes humanas, sino por las divinas, en las cuales los juristas no son bastante competentes para definir por sí mismo semejantes cuestiones». Aunque a alguien le pueda parecer una intromi-sión, nadie desconoce los elementos que dedujo Vitoria de la teología para la evolución del Derecho natural secularizado y para el Derecho de Gentes, y los resultados a que ha llegado el estudio que le siguió.
En esto hay una razón de fondo, que hoy día se quiere olvidar, que la nota interna que ha actuado como motor de la evolución de nuestra historia, ha sido la teología cristiana, por cuanto supo fundir los conceptos religiosos hebreos en la filosofía griega, y supo explicar los conceptos teológicos racionalmente, y enseñó a valorar la razón. Por ello actuó como elemento dinamizador de la historia. De aquí que Hans Freyer, en La sociología, ciencia de la realidad, escribiera que «el reino de la razón comienza en medio del reino de Dios, pues no es algo distinto, sino una construcción dentro de él, como un andamiaje de pensamiento incluso en la creencia; cabría decir que en el seno del reino de Dios se concentra, se perfila y tensa la razón». La forma de pensar occidental, en su primera investigación científica se dirigió, como dice Díez del Corral en el Rapto de Europa, a la búsqueda y explicación de Dios, con un sistema racional concreto, haciendo «que la razón sea capaz, si no de contemplar a Dios, al menos de pensarlo», y esta primera y decisiva pretensión «es una tesis absolutamente occidental, y todo el posterior desarrollo de la ciencia europea será posible por el impulso que reci-biera de tan sublime pretensión».
La carrera hacia la secularización, que tan rápidamente marcha en nuestro siglo, y que pretende hacer olvidar las virtualidades que ha tenido en la historia la ciencia teológica, no debe impedirnos reflexionar sobre uno de los momentos más brillantes, tanto por el adelanto que supuso en el descubrimiento de la persona y de la libertad, como porque dio el paso decisivo para que estas ideas cristianas se concretaran en figuras jurídicas, y así pasaron a ser base de la evolución de los derechos humanos de la persona y de los derechos de los pueblos. Reconociendo, al mismo tiempo, que esta ideología mostrara una virtualidad, que se manifiesta en dos aspectos, negativo uno y positivo el otro. La peren-nidad de esta doctrina y su carácter bifronte es una de las claves de la historia de occidente, y sólo desde este punto de vista, aunque le encontramos hoy día desvalorizado, es únicamente como se comprende la historia europea, y su emplazamiento en la historia universal, y desde donde han construido su concepto de la historia filósofos como Hegel e historiadores como Toynbee.
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