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Opinión 17-01-2025 16:24

El GOBIERNO PREMIA A CC.OO Y UGT. Santi Hernandez

¿Para que necesitan CC.OO y UGT esos nada desdeñables 5.6737,74 millones de euros anuales?, cabe preguntarse. ¿Se mudan de sede cada año? ¿Adecentan, sanean de arriba a abajo, sus sedes territoriales cada año?¿Para pagar el IBI de los mil y uno edificios que mantienen como patrimonio? ¿Lo pagan realmente?

 

El artículo firmado por el señor José maria Triper en eleconomista.es el día 30 de Diciembre del pasado año apuntaba al inicio que: «El gobierno premia a CC.OO y UGT aumentando a 32 millones de euros la subvención anual; un 50% más que el año anterior...». A primera vista no parecen gran cosa esos 32 millones de euros pero si uno se detiene un momento y los convierte en antiguas pesetas, el resultado equivale nada más y nada menos que a 5.6737,74 millones de pelas; una cifra, millón arriba millón abajo, parecida a la suma del dinero destinado el año pasado al proyecto de integración ferroviaria de Santander más el destinado a la renovación y reparación del Palacio de Festivales.

¿Para que necesitan CC.OO y UGT esos nada desdeñables 5.6737,74 millones de euros anuales?, cabe preguntarse. ¿Se mudan de sede cada año? ¿Adecentan, sanean de arriba a abajo, sus sedes territoriales cada año?¿Para pagar el IBI de los mil y uno edificios que mantienen como patrimonio? ¿Lo pagan realmente? ¿Aumentan sus plantillas de personal cada año como si fueran empresas que marcharan viento en popa? ¿Suben el sueldo de esa mismas plantillas un 15 o un 20% cada año? ¿Para los fantasmagóricos cursos de formación que gestionan con resultados dudosos en el empleo de quienes los reciben? ¿ Invierten en bonos o letras del Tesoro? ¿ O quizás en fondos de inversión gestionados por compañías de primera línea como Blackrock, Vanguard o Fidelity? ¿Ponen al día toda su red informática para evitar hackeos, el espionaje industrial, la fuga de información sensible? ¿Reparten beneficios de manera igualitaria entre su personal, cada año, como uno imagina deberían hacer organizaciones que bregan por el advenimeinto del socialismo? Es cierto que las subvenciones llegan a todas las organizaciones sindicales que pululan en el país, que son más que bastantes, incluso llegan hasta las organizaciones empresariales, que ya es el colmo, pero son CC.OO, UGT Y CEOE las que se llevan la parte del león. ¡Quien iba a imaginárselo! Debido a una de esas ironías a las que la historia nos tiene acostumbrados, puede afirmarse que tras cincuenta años del óbito pacífico del franquismo los sindicatos verticales que encuadraban a patronos y trabajadores han sido reanimados. Tancredi Falconeri (Alain Delon) en la versión cinematográfica de la novela ?El Gatopardo?, lo resumía a la perfección cuando le decía a su tío el príncipe de Salina (Burt Lancaster) : «tío, si queremos que todo siga igual, es necesario que todo cambie...» en el momento en que la unificación de Italia estaba en juego.

No es este el lugar para hacer historia del movimiento obrero y su manifestación a través de los sindicatos llamados de clase, pero conviene apuntar ciertos hitos que marcaron su devenir hasta hoy, en España, para recordar y advertir hasta que grado de resignación y entrega ( sus cuadros dirigentes las llamarían adaptación a las condiciones objetivas de la economía global) han llegado.

 

En 1821 alrededor de 1000 trabajadores del textil protagonizan una revuelta ludita en Alcoy.

En 1840 se crea en Barcelona la primera asociación obrera: Sociedad de Tejedores de algodón y Asociación mutua de Tejedores.

En 1882-1883 nace en Barcelona la UGT

En 1907 nace en Barcelona Solidaridad Obrera, embrión de lo que será más tade la CNT.

En 1910 se crea, de hecho, en Barcelona la Confederación Nacional de Trabajadores o CNT

En 1919 surge el conflicto en la compañía eléctrica La Canadiense de Barcelona. La huelga que duró 48 días consiguió la jornada de ocho horas para toda España.

 

Durante el periodo franquista también hubo huelgas. Los mineros asturianos protagonizaron varias; la más larga fue la del año 1962 en los pozos entorno a Mieres.

Entre Noviembre de 1966 y Mayo de 1967 la huelga en la empresa Vizcaina ?Laminación de bandas en frío? provocó que el gobierno decretase el estado de excepción en Abril de 1967.

Y en septiembre de 1972 las huelgas generales en Ferrol y Vigo provocaron el mismo efecto.

El último gran envite sindical en este país tuvo lugar en Diciembre de 1988 con la huelga general contra la política económica del gobierno presidido por Felipe Gonzalez. Cerca de ocho millones de trabajadores la secundaron. Incluso TVE se obscureció y fijó en las pantallas la carta de ajuste; la directora, a la sazón, era Pilar Miró.

En la actualidad, como ya se ha mencionado, las organnizaciones sindicales ( no importa que su afiliación haya caído y siga cayendo hacia el abismo) han degradado sus aspiraciones, perdido todo su lustre utópico, rupturista y han devenido en meras instituciones integradas en el organigrama del Estado a las que este mima, ampara, subviene con el fin de que sus acciones puntuales se mantengan dentro de un cauce amigable y pactado; el dinero anual que les llega es la mejor manera de garantizar, comprar, su cumplimiento. Los secretarios generales que las encabezan (los señores Pepe Alvarez y Unai Sordo siempre son los más predispuestos) pueden codearse a diario con lo más granado del establishment patrio, aunque vayan ataviados con chaqueta usada, sin corbata, fulares al viento, y a la vez, en una acción puntual, vociferar, saltar a toque de corneta de saldo con un puñado de sindicalistas de a pié donde surja un breve conflicto laboral? También pueden desempeñar papeles de cierto prestigio como correveidiles del gobierno en sus contactos permanentes con el señor Puigdemont en su exilio dorado, ya sea en Zurich o Waterloo.

Hoy, que duda cabe, también se dan las condiciones para que las organizaciones sindicales se fogueran en serio en la defensa de sus afiliados; pero el paso previo necesario sería: renunciar a la respiración asistida que les ofrece el gobierno y encontrar la capacidad suficiente para volver a entusiasmar a lo poco que queda de la, en otro tiempo llamada, clase obrera. Si continuan como hasta hoy, es mejor que quemen las naves y se disuelvan. Seguro que la subvención anual que se les asigna encontrará lugares donde la inversión garantice una mejor recompensa?

Santi M. Hernández

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