Noticias de Cantabria
Opinión 19-10-2020 12:00

El Día de la Hispanidad, por Juan Goti Ordeñana

El pasado 12 de octubre se celebró el día de la Hispanidad. Si se observa el comportamiento de nuestro equipo de Gobierno, se ve que lo ha celebrado por puro compromiso y con cierta hostilidad.

 

     La semana pasada se ha celebrado el día de la Hispanidad, el Gobierno ha decidido secuestrar la fiesta encerrando al Rey y al ejercito en el Palacio real, despreciando al pueblo español. Si se observa el comportamiento de nuestro equipo de Gobierno, se ve que lo ha celebrado por puro compromiso, y con una cierta hostilidad. Por ello voy a hacer referencia a dos hechos que marcan la grandeza de esta efeméride, y elevan a España a ser una nación de primera. Una es el descubrimiento de nuevos pueblos, y la otra la reforma del derecho que por el encuentro con nuevos pueblos hizo la Escuela de Salamanca.

    El descubrimiento de un nuevo continente significó el encuentro con nuevas culturas y el que se llegara a conocer el mapa de este mundo en el que vivimos. La grandeza de este hecho, si lo hubiera realizado otra nación, se celebraría como algo extraordinario, algo inmenso, pero como es nuestro, el equipo de Gobierno que tenemos, muestra una gran animadversión en los actos conmemorativos, y probablemente si estuviera en sus manos suprimiría toda manifestación.

    Con este descubrimiento, además de unas nuevas tierras que ensancharon el reino de España, supuso un cambio de ideología en la forma de pensar y en el de la organización de los Estados. Es cierto que se tuvo en cuenta el recuerdo del imperio romano para organizarse, pero los españoles tuvieron tanta iniciativa que crearon una sociedad nueva. Se empezó con la reacción de Isabel la Católica cuando Colón le presento uno indios para venderlos como esclavos para pagar el gasto de la expedición. La reina declaró que se trataba de personas libres y que se les diera libertad. En un principio no hubo más idea que crear emporios para negociar en especias y metales, pero al alargarse la estancia, en 1510, se envió a Nicolas de Ovando, para organizar aquellos territorios, y entonces comenzó el asiento de los españoles en las nuevas tierras.

    A pesar de lo que se ha dicho, no hubo acciones de conquista, los dos hechos que se citan: Hernán Cortes en Méjico, y Pizarro en Perú, fueron más bien acciones de liberación de pueblos sojuzgados, en Méjico a los sometidos al imperio Aztecas, y en Perú al imperio Inca. Ninguno de los dos adalides hubiera podido llevar adelante su acción, Cortes con 200 hombres, y Pizarro con los 13 de la fama, si no fuera por los pueblos esclavizados que les apoyaron para su liberación.

    Nunca los indígenas americanos se consideraron sometidos a un extraño imperio, más bien aceptaron la organización social que llevó a cabo España. En aquellos pueblos a los que llegó la organización española fueron regidos igual que en la península por virreinatos, similares a los Autonomías modernas. Cada virreinato se organizaba plenamente con su Gobierno, Iglesia, Audiencia y Universidad. Con lo eran ciudadanos con plenos derechos, como los que vivían en la Península. Llegando a un gran nivel de organización política, religiosa, cultural y social. Y, como decía en un artículo del año pasado, se celebraban «juicios de residencia» (29-4-2019) en los que todas las autoridades eran sometidas a juicio por su administración.

    Esta organización empezó a fallar con la entrada de los Borbones en el Gobierno de España, embebidos por el absolutismo heredado de Francia, despreciaron la política de sus antecesores, y olvidaron lo que se había hecho en aquellos virreinatos. El afrancesamiento que trajeron los Borbones, además de olvidar la historia de España, crearon la idea de que lo extranjero era lo bueno, esto fue nefasto para el pensamiento español. Y, también, para américa, sobre todo, por la acción de Carlos III, tan loado por las izquierdas que le han dedicado una Universidad, sobre todo, a partir de las Reales Cédulas de expulsión de los jesuitas del 27 de febrero de 1767, y el Reglamento de Libre Comercio con América de 12 de octubre de 1778. Dos actos que fueron decisivos en la vida de la América española. Por la primera se destruyó el tejido educativo en España y América hispana, y por la segunda se destruyó el tejido industrial, al reducir las barreras arancelarias de los productos extranjeros a un 4%. La entrada de la producción de las naciones europeas, barata y de mejor calidad, destruyó la naciente industria americana. Estos dos hechos fueron decisivos para la independencia de estos países.

    El otro tema, no es de menor importancia, se trató de resolver los problemas surgidos con motivo del descubrimiento, pues hubo que definir la legitimidad del asentamiento de los españoles, las relaciones con los nuevos pueblos y dar solución a la crisis económica por el río de dinero que alteró el sistema monetario europeo. Quien dio solución a la crisis, en esta ocasión, fue la Escuela de Salamanca, una serie de teólogos y canonistas que, al encontrarse con unos problemas jurídicos y económicos, sacaron de su bagaje doctrinal principios para regular las relaciones humanas, con lo que dieron una nueva orientación a las reglas jurídicas recibidas del derecho romano. La problemática surgida en este caso, hostigó a estos teólogos y canonistas a establecer las bases jurídicas que han condicionado las ciencias del derecho hasta el día de hoy, aunque muchos no lo digan por ignorancia de la historia.

    Dejando de lado el Derecho romano, que había establecido las reglas del derecho, los teólogos y canonistas de Salamanca, empezando con la enseñanza de Vitoria, definieron que el objetivo del Gobierno ha de ser el bien común del hombre y de la sociedad, y que este bien común viene determinado por el Derecho natural. Como eje de las relaciones sociales afirmaron que se había de partir de considerar la dignidad de la persona, investida con los principios de la igualdad y la libertad. No la igualdad como en los pueblos antiguos, que era la igualdad para una clase, no de todos, y asimismo la libertad que era privilegio de algún grupo. Como la dignidad de las personas procede de ser hijo de Dios ha de ser plena para todo ser humano. Y, por tanto, la igualdad y la libertad han de ser para todos. Con esto crearon un Derecho natural, que era el derecho hecho a la medida de la persona y ordenado a su bien. El eslogan de la Revolución francesa: «Libertad, igualdad y fraternidad», no es más que una copia de la enseñanza de esta Escuela de Salamanca.

    Hoy se ha olvidado este principio, y se tiende al positivismo, esto es una ley hecha a medida del dirigente, no de la sociedad. El otro día oí a una ministra acusar a la oposición de no ser demócrata, porque no obedecía a la ley que ella había hecho, una ley que ciertamente no respondía al bien del pueblo. Así, con leyes positivas, actuaron los nazis, pero en Nuremberg fueron juzgados por el derecho natural.

    Con estos principios enseñados por Vitoria y sus discípulos se estableció el concepto de los Estados en Europa. La potestad civil es una espontánea derivación de la naturaleza social de la persona, y a la que éste no puede renunciar, por tanto, el poder es propio de la comunidad, anterior al príncipe, de modo que la soberanía al ser del pueblo, éste puede elegir el tipo de gobierno y encomendarlo «al que va a ejercitarla con justicia, pues de otra suerte se pone en peligro». Y si el príncipe actúa contra el derecho natural puede ser cesado.

    De esta idea del Derecho natural se derivan en primer lugar los Derecho humanos, que al positivizarlo los llaman fundamentales. Así como las relaciones humanas que surgieron del encuentro con distintas civilizaciones, donde analizaron los derechos derivados de la sociabilidad: derecho a una comunicación natural entre las personas; derechos derivados de protección y defensa del derecho de libertad religiosa, defensa y protección de los derechos humanos esenciales etc.

    También se dedicaron a analizar los nuevos acontecimientos económicos y los efectos que había producido el descubrimiento. Reconocieron la propiedad, estudiaron las operaciones bancarias, y el canonista Martín de Azpilcueta analizando los efectos que produjo la gran cantidad de dinero traído de América, relacionó, por primera vez en la historia, la cantidad de dinero en una economía con su nivel de precios, por lo que es considerado el precursor de la Teoría Cuantitativa del dinero.

    Dos hechos, dignos de conmemoración, y que a los actuales gobernantes de España les preocupa, no porque sepan algo de ello, sino porque les obstaculiza, su proyecto de romper el esquema de sociabilidad política que se creó por la doctrina de la Escuela de Salamanca, y que está todavía rigiendo las naciones europeas. Por tanto, debemos reflexionar, cómo reaccionar ante la actitud que este Gobierno, que quiere romper el Estado de derecho que, creado en aquella ocasión, ha estado rigiendo hasta hoy, por una tiranía socialista-comunista. Pues aquella doctrina hasta hoy ha quedado como base de las actuales relaciones humanas, ahí está el reconocimiento de los Derecho Fundamentales basados en la doctrina de la Escuela de Salamanca.

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