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Opinión 10-04-2024 06:12

¿A DÓNDE PUEDE LLEGAR LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL? Por Juan Goti Ordeñana Catedrático jubilado de la Universidad de Valladolid

En estos azacaneados tiempos modernos se promueven desafíos a la cultura humanística que ha elaborado el hombre del Occidente europeo, con nuevas ideologías al objeto de destruir la cultura tradicional, formada durante milenios, por un fondo de ética cristiana, de filosofía griega y de derecho romano.

 

En estos azacaneados tiempos modernos se promueven desafíos a la cultura humanística que ha elaborado el hombre del Occidente europeo, con nuevas ideologías al objeto de destruir la cultura tradicional, formada durante milenios, por un fondo de ética cristiana, de filosofía griega y de derecho romano. Se intimida a la sociedad actual con una nueva cultura del transhumanismo, donde entra, con gran fuerza, la Inteligencia Artificial (IA), con un augurio de que tiene enormes potencialidades. Ahora bien, confiar la sensibilidad y las decisiones a una máquina, causa un verdadero terror para el futuro y enciende todas las alarmas. Además, a la IA se le están atribuyendo notables capacidades para manipular y crear un nuevo lenguaje, utilizando palabra, sonidos e imágenes.

Nuestra cultura se ha fraguado, precisamente, con palabras, sonidos e imágenes, y con ello se ha creado una forma de relaciones y convivencia humana, basada en una ideología religiosa, en una filosofía y en un derecho, que ha supuesto el desarrollo de la persona dentro de un determinado parámetro, que responde bien a la naturaleza del ser humano. El futuro de la IA presenta amenazas a la base de este fondo humanístico, para promocionar algo que no nos podemos imaginar, pero que dicen que viene a modificar algo esencial de la forma de ser y pensar del hombre. Lo cual, antes de nada, lleva a preguntar: ¿cómo será la convivencia humana cuando el trazado del sentir, del pensar y del comportamiento vengan determinados por la una máquina?

Se nos hace muy difícil comprender que esa IA pueda disponer de los sentimientos y de la conciencia moral para modificar la marcha que ha tenido la evolución de la persona en la cultura de Occidente. Pero dada la ilusión que muestran algunos sectores ante los nuevos descubrimientos que hace la ciencia, tampoco extraña que en muchas esferas de la población se sientan emocionados y unidos a esa nueva programación de la IA, por la gran fascinación que causa en algunos y el gran poder que muestra, hasta capacidad para influir en la creencias y opiniones de la futura sociedad.

Como venimos señalando. ¿Podrá la IA llegar a superar de algún modo nuestra cultura tradicional y la espiritualidad que tiene el pueblo? No cabe duda, que estamos ante una máquina muy distinta de las tecnologías que hemos dispuesto hasta ahora, pues todas las que conocemos están sometidas a la creatividad y orientación que las dé una inteligencia humana en cada momento, pero esta IA amenaza con ir mucho más allá. Se anuncia que puede emular la inteligencia humana y

superarla, que puede disponer de fuerza suficiente para crear ideas, relatos culturales, y aún líneas de espiritualidad distintas de las que la humanidad ha dispuesto hasta ahora. Si la nueva IA llega a dominar el lenguaje humano, podría llegar a cambiar nuestro mundo mental y la capacidad de comunicación entre las personas, lo que supondría la destrucción de nuestro sistema de convivencia actual.

Éste es un prejuicio que hay que tomarlo muy en serio, pues en esta sociedad secularizada y globalizada, podría marcar líneas de desarrollo contra la moral y contra el humanismo acomodado al ser humano, pues induciría a descubrir cerebros artificiales que llegaran a superar la mente humano, que hemos tenido hasta ahora. Esta nueva inteligencia llegaría a ser muy poderosa, y pondría el destino del hombre en manos de una máquina superinteligente. Y en ese momento dejaría este mundo de ser una creación humana, y pasaría no se sabe a qué tipo de ideal de la condición del hombre.

Como es difícil comprender que la máquina por sí, pueda elaborar ese humanismo propio, no es extraño, como advertía allá por el año 1932 del siglo pasado Aldous Huxley en su obra «Un mundo feliz», que haya alguna superpotencia humana innominada que conduzca esta sociedad a la globalización, y que se haga dueño del pensar humano, pues es increíble que una máquina, pueda determinar la moralidad y la espiritualidad del ser humano. Pero sí podría ser instrumento de alguien que pretenda subyugar el mundo.

Ciertamente se trata de un planteamiento de cuestiones decisivas. Con ello se quiere llegar a un discurso transhumanista, que trasciende el relato tecnológico y se adentre en los terrenos de la antropología con el objetivo de trastrocarla. Estos profetas del transhumanismo anuncian que la tecnología va a salvar al hombre, y que, con el desarrollo de la tecnología, se van a superar las enfermedades, se van a multiplicar los años de vida y se va a lograr una vida feliz. En ese momento se perdería la libertad y el mismo ser humano, pues tendría que vivir bajo la programación de una máquina.

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