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Cultura 21-10-2019 16:00

El responsable de Cultura del Vaticano ve "insostenible" que entren 20.000 visitantes al día en la Capilla Sixtina

Dice que se han planteado propuestas como cerrarla durante los momentos de culto o cobrar entrada

   

   El presidente del Consejo para la Cultura y de la Comisión de Arqueología Sagrada del Vaticano, el cardenal Gianfranco Ravasi, ha asegurado que es "insostenible" que 20.000 personas entren cada día a la Capilla Sixtina o la saturación en otros espacios y ha indicado que es necesario tomar alguna medida para reducir el acceso, como ya han hecho museos como el Louvre ante la masificación de turistas.

   "En la Capilla Sixtina entran cada día 20.000 personas y sería necesario, de alguna forma, disminuir el acceso. En ese sentido se han hecho distintas propuestas. Por ejemplo, una sería cerrar esos lugares durante los momentos de culto y destinar unos tiempos para las visitas. También en ocasiones, aunque ha sido un poco criticado, se ha realizado un cobro por la entrada, cuyo coste se destinaría al mantenimiento y conservación de esos lugares. Se ve necesario hacer algo porque si no, es insostenible", ha indicado el cardenal Ravasi en una entrevista con Europa Press.

   Así lo ha expresado el presidente del Consejo Pontificio para la Cultura con motivo de su visita la semana pasada a Madrid para clausurar el simposio internacional sobre `La Biblia, lengua materna del mundo actual`, que se celebró en la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra.

   Preguntado sobre si existe saturación de visitas en la basílica de San Pedro, los Museos Vaticanos y la Capilla Sixtina, como la que este año ha afectado a museos como el Louvre, que tuvo que cerrar un día en mayo por protestas del personal y que se ha visto obligado a tomar medidas como la compra online anticipada, Ravasi ha precisado que "no se puede negar a la gente la posibilidad de disfrutar de las obras maestras de la Iglesia" pero ha insistido en que es "indispensable hacer un esfuerzo, por lo menos mínimo, para recordar que todos estos lugares tienen un lenguaje propio".

   Por ello, en el Vaticano se han planteado algunas propuestas como cerrar estos lugares durante las misas, destinar unos tiempos para las visitas o cobrar por la entrada, siendo destinados los fondos recaudados al mantenimiento. "Algunas diócesis lo han llevado a cabo y en España también se hace", ha zanjado Ravasi.

   Por otra parte, acerca de la negativa por parte de algunas pinacotecas de hacer préstamos a otros museos, el cardenal ha comentado que "no cabe una afirmación de principio de que no se hacen préstamos o de que se presta a cualquiera". "Eso no funciona. Hay que tener en cuenta una serie de factores. En primer lugar, hay obras que son como criaturas vivientes y se pueden mover de un sitio a otro, pero otras en cambio no", ha subrayado.

   En segundo lugar, ha puntualizado que el préstamo debe tener en cuenta el perfil de la exposición a la que se dirige, por ejemplo, que sea una obra para estudiar un autor en concreto y entonces "prestar esas obras tendría un sentido clarísimo".

   Otra situación diferente sería que la muestra esté en un lugar próximo al museo y, en ese caso, Ravasi apuesta por fomentar que la gente visite ese museo en lugar de trasladar la obra. "A veces no tiene sentido mover una obra a 300 metros del lugar donde está ubicada, porque también allí se puede conocer el entorno en el que está situada", ha añadido.

  PRÉSTAMOS DE LA IGLESIA AL MUSEO: "PUEDEN PERDER VOZ"

   Además, el presidente del Consejo Pontificio para la Cultura ha recordado que "tres cuartas partes de las obras que están en los museos estaban antes en iglesias y no estaban pensadas para estar colocadas una detrás de otra con la misma iluminación en una exposición.

   "En un museo donde tienes muchísimos iconos, uno detrás de otro, se puede llegar a perder el sentido de la obra, porque estaba pensada para estar en una iglesia, a lo mejor en la penumbra, invitando a la oración. No tiene mucho sentido mover esos iconos a un museo, porque pierden voz, pierden mensaje, pierden fuerza", ha remarcado.

   En cuanto a las relaciones con otros países, Ravasi ha explicado que se favorecen los protocolos de convenios de colaboración entre la Iglesia e instituciones, "especialmente en países donde el patrimonio eclesiástico es muy rico", porque "resulta de gran utilidad para el estudio de universitarios e investigaciones". Actualmente, han llegado a un acuerdo en Italia para la catalogación de las obras, "muy importante para evitar los robos".

   En cuanto a los principales desafíos culturales para la Iglesia Católica hoy, ha destacado tres: encontrar un lenguaje capaz de comunicar mejor en el mundo actual, sobre todo en la cultura digital; encontrar de nuevo un contexto en el que el mensaje llegue de una manera comprensible, porque las palabras que se utilizan son distintas; y tener en cuenta los distintos ámbitos como "la juventud, la ecología, el feminismo, la ciencia o la tecnología".

  LAS CATEDRALES, "CORAZÓN DE LA CIUDAD"

   En 2021, el cardenal Ravasi ha sido invitado a España para participar en el Congreso Internacional de Catedrales de Burgos en el comité de honor. En este sentido, el presidente del Consejo de Cultura del Vaticano ha destacado el significado de las catedrales para la sociedad.

   "Si uno mira el plano de las ciudades, por ejemplo, sucede en Milán con el Duomo, la catedral estaba en el centro, era el corazón de la ciudad, incluso las calles son radiales y convergen en la catedral", ha enfatizado.

   Asimismo, ha llamado la atención sobre algo que sucede en Milán y también en otras ciudades: que la catedral no es propiedad de la Iglesia, sino de una institución, en este caso La Fábrica del Duomo. "Efectivamente en este caso el obispo tiene representantes, pero en tantos otros lugares es una institución distinta que refleja de alguna forma que la catedral es como el corazón, el centro espiritual, cultural, institucional y social", ha explicado.

   Por este motivo, según ha señalado, cuando se quemó la Catedral de Notre Dame, en París, "se pudo ver cómo no solo la Iglesia, sino tantas personas, ciudadanos, extranjeros y visitantes estaban realmente impresionados e incluso llegaron a llorar porque se dieron cuenta de que es algo especial". "Es como el corazón de la ciudad. Si se quema algún otro edificio, tendría menos fuerza que el incendio de la catedral. Es un símbolo religioso, cultural y social de la ciudad", ha apostillado.

  

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