Oyambre, bosques e incendios
Estimado Jesús Garzón, hace unos días ha sido Vd. galardonado con el VII Premio Fondena que otorga la Fundación Fondo para la Protección de la Naturaleza, cuyo jurado ha valorado sus aportaciones a la conservación de la fauna y flora de España.
Vaya por delante mi felicitación por este premio, que reconoce una trayectoria personal muy relacionada con el desarrollo rural y la conservación de la naturaleza, temáticas que forman parte de las competencias de la Consejería que dirijo.
Por ello, me han sorprendido desagradablemente sus declaraciones sobre determinadas cuestiones referidas a los espacios protegidos, los montes y los incendios en Cantabria; declaraciones que me veo obligado a responder de forma pública, porque tal y como se han difundido generan confusión en la sociedad, y porque las considero incomprensibles proviniendo de una persona de su experiencia.
Afirma Vd., en primer lugar, que Oyambre “está abandonado” y “que llevamos 20 años perdiendo el tiempo, degradándose el parque y sin que la Administración se tome en serio la conservación de este espacio”. Creo que precisamente por su conocimiento del origen e historia del Parque Natural de Oyambre, debiera Vd. ser más preciso porque la generalización, y más en este caso concreto, es tremendamente injusta. Comparto con Vd. que el Parque ha estado abandonado muchos años, exactamente desde 1988 hasta 2003, cuando se gestionaba por la entonces Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio; pero le aseguro que la Consejería de Desarrollo Rural se toma muy en serio los espacios protegidos.
No voy a enumerarle los datos objetivos que lo demuestran y que están a su disposición, pero por referirme sólo al Parque de Oyambre le recuerdo que acaba de aprobarse inicialmente y someterse a información pública el proyecto de Plan de Ordenación de los Recursos Naturales, y que nuestras previsiones son aprobarlo definitivamente en unos pocos meses. Ese Plan de Ordenación asegura la conservación y recuperación de los valores ambientales de ese espacio protegido en el que, por cierto, los aprovechamientos agroganaderos son considerados por el Plan como esenciales para el mantenimiento del Parque. Efectivamente, han sido 15 años de desidia y abandono, de instrumentos legales fallidos y de expectativas frustradas; mucho lastre para un Parque Natural que hubiera requerido desde su creación inversiones, trabajo e ilusión por parte de sus gestores. No me siento responsable de esos años, Sr. Garzón, los asumo como miembro del Gobierno de Cantabria como una pesada herencia, pero estamos haciendo y haremos todo lo que esté en nuestras manos para recuperar el tiempo perdido, y ello a pesar de la demagogia y la hipocresía de algunos de los actores implicados en la historia de Oyambre. Por supuesto, Sr. Garzón, que no le incluyo entre los que han intentado y siguen intentando, por acción o por omisión, que el Parque termine desapareciendo como figura jurídica. Le aseguro que es muy valioso para nosotros contar con el compromiso de personas que, como Vd., tuvieron mucho que ver con la génesis del Parque; ese compromiso puede manifestarse de muchas formas, incluida por supuesto la crítica constructiva, pero no creo que el fatalismo sea una aportación interesante en ningún caso y menos en éste.
La importancia social y económica de nuestro sector primario, su trascendencia en la cultura y la historia de Cantabria, y su enorme relevancia como modelador de nuestro paisaje y nuestra biodiversidad, son elementos clave en las políticas de la Consejería de Desarrollo Rural del Gobierno de Cantabria. Así se establece en nuestro Programa de Desarrollo Rural y en todas las líneas directrices de los diferentes departamentos de la Consejería. Por ello, como Consejero considero dignos de elogios sus esfuerzos por mantener tradiciones seculares, por reivindicar el papel de los pastores y ganaderos o por destacar la importancia de nuestros pastizales.
Pero me parece insólito, y espero que sea el resultado de sacar fuera de contexto una intervención suya de mayor calado, que Vd. pueda afirmar que en Cantabria es “un enorme error” apostar por los bosques, o que se dediquen “enormes cantidades a la reforestación, en muchos casos con eucalipto”; es más, considero muy irresponsable, además de carente de todo rigor, asegurar que el fuego es “muy beneficioso para los pastos” y que, en relación con los incendios de febrero y marzo, Vd. afirme que “se está gastando dinero absurdamente en controlar estos incendios que no tienen ninguna importancia y que son incluso beneficiosos porque luego evitan los fuegos de verano, mucho más peligrosos”.
Mire, Sr. Garzón, es inaceptable que se contrapongan la conservación de los pastizales o el fomento de los aprovechamientos ganaderos, con la protección y recuperación de los bosques o la lucha contra los incendios. Para nuestra Consejería, el desarrollo rural y la conservación de la biodiversidad son dos elementos de una misma política integral que considera que el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales, y aquí incluyo a la ganadería, la agricultura, la selvicultura, la pesca, el marisqueo o la caza, es un factor esencial para mantener un medio rural vivo y activo, que logre la perpetuación del patrimonio natural, elemento esencial de nuestra historia, de nuestro presente y de nuestro futuro.
Por eso invertimos en espacios naturales protegidos, con acciones de mejora de infraestructuras ganaderas y de pastizales, recuperación de áreas degradadas, subvenciones para entidades locales y particulares o promoción del conocimiento y el uso público. Invertimos también recursos económicos, materiales y humanos, -que ojalá pudieran ser más abundantes y acercarse a esas “enormes cantidades” a las que Vd. hace referencia-, en tareas selvícolas; en investigación sobre conservación y gestión de pastizales; en prevención y lucha contra los incendios forestales o en reforestación; reforestación en la que, por cierto, contra lo que Vd. afirma supongo que por desconocimiento, no se planta una sola hectárea con eucalipto ya que en los proyectos de recuperación de la cubierta forestal se usan, única y exclusivamente, especies autóctonas.
No se confunda, Sr. Garzón, ni confunda a la opinión pública: los eucaliptos se plantan en masas productivas como un cultivo forestal y es una fuente de recursos económicos vital para muchas entidades locales y particulares, además de un elemento importante para la industria de Cantabria, pero todo ello no tiene nada que ver con las labores de reforestación.
Utilizar como Vd. hace, el argumento de la importancia de los pastizales en la lucha contra el cambio climático, en una contraposición conceptual insólita con la necesidad de mejora de los bosques, genera una dinámica poco seria en un asunto enormemente trascendente para el futuro de nuestro planeta. Estoy seguro que Vd. conoce de sobra el papel de los bosques en la fijación de CO2, por lo que nuevamente espero que lo que se ha publicado no sea más que un extracto poco ilustrativo de sus verdaderos conocimientos.
Sus afirmaciones sobre los incendios son, si cabe, aún más graves. ¿Realmente considera que es “beneficioso” que, por ejemplo, en lo que llevamos de año, hayan ardido en Cantabria más de 4.200 hectáreas de terreno?; ¿considera “beneficioso” que se quemen zonas con regenerado de robles o encinas en esos “beneficiosos” incendios de finales de invierno con el viento sur favoreciendo el avance del fuego?; ¿que se calcinen plantaciones en las que tenían depositadas sus expectativas económicas juntas vecinales o propietarios privados?; ¿que ardan reiteradamente laderas enteras que con las lluvias se quedan sin suelo fértil y que sufren graves problemas de erosión?; ¿considera “beneficioso” algo que está tipificado como delito en nuestro Código Penal?
Por cierto, Sr. Garzón, en la extinción de esos fuegos se juegan la vida hombres y mujeres de las cuadrillas de prácticos forestales, técnicos auxiliares del medio natural, agentes del medio natural, técnicos de montes, personal del 112, agentes de cuerpos de seguridad, del ejercito, de empresas privadas o voluntarios, personas que se merecen nuestro respeto y admiración, y cuya tarea de ninguna manera puedo aceptar que se califique como “absurda”.
Si quiere, Sr. Garzón, podemos debatir sobre el papel del fuego en el mantenimiento de los pastos, pero quizá Vd. no sabe que nuestra Consejería desarrolla todos los años programas de quemas controladas en las que se actúa en áreas concretas y delimitadas, bajo la supervisión de personal cualificado, con las condiciones meteorológicas adecuadas y minorando al máximo todos los riesgos ambientales asociados al fuego, riesgos por cierto que también tienen que ver con el cambio climático. Porque, Sr. Garzón, no todo lo tradicional debe ser asumido como ambiental y socialmente aceptable en el siglo XXI.
Espero poder contar con su experiencia y aportaciones en el ámbito del desarrollo rural, los espacios protegidos, la recuperación de las tradiciones o el impulso a una ganadería generadora de riqueza económica y ecológica. En todo eso, sin duda alguna, estaremos de acuerdo. En sus planteamientos sobre los temas que han motivado esta carta abierta, sólo puedo expresarle públicamente mi más firme rechazo.
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