Madrid en la incertidumbre
Cuando faltan poco más de seis meses para las elecciones municipales y autonómicas la corrupción ha dejado a la ciudad y a la región sin candidatos claros a encabezar las listas.
Cuando faltan poco más de seis meses para las elecciones municipales y autonómicas la corrupción ha dejado a la ciudad y a la región sin candidatos claros a encabezar las listas. El PP se debate entre el último impulso de Mariano Rajoy de seguir apoyando a Esperanza Aguirre, porque todavía sigue siendo la mejor colocada en las encuestas del partido, o llevarse por delante el tándem Aguirre/González y, como piden los barones territoriales, poner caras nuevas y sin contaminar (¿pero es que existen?).
El PP de Madrid se ha dado el gran batacazo estas dos últimas semanas. Primero con las tarjetas opacas y, sin dejar tiempo a tomar aire, con la "banda de malhechores" -según les ha calificado el juez Velasco- que dirigía con gran provecho personal el encarcelado Granados. El resto de los aspirantes a repetir en las elecciones de mayo ve con zozobra como la irritación ciudadana desborda los límites de la capital y va a castigar en sus nalgas el desmadre madrileño. Si, además, Aguirre e Ignacio González no han cuidado sus relaciones con el resto de altos cargos de su partido la rebelión está servida. ¿Podrá Rajoy, en su indolencia, hacer oídos sordos al resto de "barones" del PP?
Porque lo evidente es que la estrategia, diseñada por Arriola, de salir todos en tromba a pedir perdón ya no cuela. El "yo no sabía, como pude no darme cuenta..." solo podría valer, y ni aún así, cuando los imputados comparecen ante el juez. Por si fuera poco la desastrosa declaración de Granados ante el juez ha dejado patente que mantuvo su cuenta en Suiza hasta 2007, siendo entonces consejero de Aguirre en el ejecutivo de Madrid y su hombre de confianza.
Y, si el PP es una página en blanco a las puertas de unos comicios, que decir de los socialistas madrileños. Tomás Gómez, tan contestado hasta que se alineó oportunamente con el bando de Sánchez en contra de Madina, está desaparecido desde que su amigo de la infancia, sucesor y mano derecha en Parla, también ha acabado enlodazado en la trama de Granados/PP.
Los votantes pueden quizá entender su dolor, su desengaño, pero ¿cómo se puede dar la presidencia de la comunidad a alguien que no sabe lo que hace su alter ego? Si, además, no queda claro que sucedió con el sobrecoste del famoso tranvía de Parla que impulsaron con tanto ahínco ambos amigos cuando compartían la alcaldía, las cosas van a ponérsele aún más difíciles, porque los viejos adversarios dentro del PSOE no se van a callar.
Por último, la fuerza sorpresa, la esperanza blanca de tanto ciudadanos, Podemos, no tiene claro que vaya a presentarse con sus propias siglas en Madrid. Y eso que su virtual candidato Monedero no recata su ilusión de hacerse con el poder en la capital. Dada su agresividad verbal resulta complejo imaginarle cerrando unos complicados pactos de gobernabilidad con un voto absolutamente atomizado.
Puede que esta terrible crisis, que se va a llevar por delante a media clase política actual, sirva para limpiar las cloacas de la ciudad. De momento, los partidos hegemónicos solo saben pedir perdón y poden parches.
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