Las cloacas de las cajas.
Las entidades financieras llamadas Cajas de Ahorro solo han servido para dar cobijo a amiguetes, enchufados, paniaguados de las cúpulas de partidos y organizaciones sociales. Sus directivos, sabiéndose protegidos por el poder, han convertido unas instituciones que tenían como objetivo la obra social en guaridas de ladrones, donde lo menos importante era gestionar bien el dinero público.
Las entidades financieras llamadas Cajas de Ahorro solo han servido para dar cobijo a amiguetes, enchufados, paniaguados de las cúpulas de partidos y organizaciones sociales. Sus directivos, sabiéndose protegidos por el poder, han convertido unas instituciones que tenían como objetivo la obra social en guaridas de ladrones, donde lo menos importante era gestionar bien el dinero público.
El severo diagnóstico se ajusta a la multitud de procesos abiertos por la Justicia a la inmensa mayoría de estos supuestos directivos que fueron colocados al frente de las entidades sin tener ni idea de lo que es un balance. Y a la ruina a la que han llevado a gran parte de ellas, obligadas a fusiones tardías para salvar los muebles. El Banco de España y sus sucesivos gobernadores, colocados por el Gobierno de turno, también tienen una grave responsabilidad en lo ocurrido.
Este desmadre ha costado a los españoles un rescate europeo que tendremos que pagar como deuda durante decenas de años. Lo peor, lo más siniestro, es que ahora sabemos que, además, tenían unas tarjetas en negro con las que pagaban los gastos corrientes. El desglose minucioso de cada uno de estos gastos debe tener con el alma en vilo a más de un ex consejero de Caja Madrid/Bankia porque puede poner en evidencia sus vergüenzas. Incluso nos podríamos encontrar con alguna factura de un prostíbulo.
El concepto que estos "enchufados" tenían de los gastos de representación es tan amplio que malversaron más de quince millones de euros en vivir a lo grande. Hay que reconocer que unos más que otros y que, para salvaguardar la fe en la honradez del ser humano, hubo tres que no se llevaron ni un duro. Pero hay dos casos especialmente vergonzosos. El primero es el ex presidente de la entidad Miguel Blesa que, no contento con el desmesurado salario que cobraba, se agenciaba un sobresueldo opaco al fisco para pagar su ansia de ostentación. El otro es el militante de izquierda Unida, Moral Santín quien, olvidando a los "arriba parias de la tierra" o precisamente por eso, siempre estuvo dispuesto a amparar las felonías de la dirección de la Caja a cambio de llevarse un dinero a espuertas.
Algunos, espantados por la alarma social y asustados de ver su nombre y su foto en los periódicos, se han apresurado a devolver parte del dinero. Pero no es suficiente. Hay que devolver hasta el último céntimo, antes de que el fisco y la Justicia les indiquen el destino que debería reservarse a quienes malversan los dineros públicos.
Pero los ciudadanos indignados y hastiados deben prepararse porque esto no ha hecho más que empezar. Guindos ya anunció ayer que se han detectado veinte irregularidades en las entidades rescatadas. Otra de las Cajas quebradas, que acabó siendo comparada por un euro por el Banco de Sabadell, la Caja del Mediterráneo, tiene a todo su consejo de administración bajo la lupa del juez Gómez Bermúdez por permitir a su presidente, el ilicitano Modesto Crespo, atribuirse unas dieta de 300.000 euros.
Es la gota que colma el vaso de la irritación social contra una clase política, sindical y empresarial en la que se taparon los unos a los otros para desvalijar las arcas públicas.
Sé el primero en comentar