Gesto Arriesgado.
Por la revuelta interna que se está produciendo en las listas socialistas, es evidente que Pedro Sánchez ha tomado una decisión arriesgada al proponer a la dirigente de UPyD Irene Lozano como número cuatro por Madrid.
Por la revuelta interna que se está produciendo en las listas socialistas y en algunas Federaciones de especial peso dentro del partido, es evidente que Pedro Sánchez ha tomado una decisión arriesgada al proponer a la hasta ayer dirigente de UPyD Irene Lozano como número cuatro por Madrid.
Vaya por delante que Lozano es una magnífica parlamentaria, que ha sido un soplo de aire fresco en los escaños de esta legislatura, aplastada por la mayoría absoluta del Partido Popular, y que a los socialistas no les sobran las voces autorizadas y certeras.
Pero, a las puertas de la campaña electoral mas discutida de la democracia y cuando el oponente, es decir los populares, andan a la gresca agrediéndose incluso dentro del Consejo de Ministros, no era el momento de abrir crisis.
Alegan los andaluces, extremeños y asturianos que Irene Lozano ha sido una oponente feroz desde su escaño hasta hace unos días. Y tienen razón. Afirman que de haber ganado el congreso frente a Herzog en UPyD seria la dirigente de un partido adversario. Y tienen razón. Defienden que su incorporación a un puesto tan destacado como en número cuatro de la lista por Madrid obliga a desplazar a compañeros que llevan años sudando la camiseta y acatando la disciplina interna. Y tienen razón.
Por el revuelo levantado, que se intentará minimizar desde Ferraz, se nota que el liderazgo de Pedro Sánchez no permite muchos golpes de efecto y que las decisiones colegiadas o consultadas son imprescindibles cuando todavía no se ha alcanzado el poder. Luego, carta blanca.
La elaboración de listas es siempre un período convulso en los partidos, y mas cuando su líder no es el inquilino de Moncloa. Como ejemplo, valga la nula discrepancia vivida cuando Felipe González incluyó a su vera al juez Garzón, decisión de la que tanto se arrepentirían después los socialistas. O cuando Zapatero llamó a la escritora Almudena Grandes para que fuera de número dos por Madrid. La respuesta fue demoledora: le recordó que hay que informarse antes de ofrecer, dado que ella siempre había sido de Izquierda Unida y no pensaba cambiar de bando.
Pedro Sánchez tiende en exceso a los golpes de efecto como Zapatero a la imagen de la ceja. Y no están los tiempos para la mercadotecnia. La crisis económica, los brutales recortes en el estado del bienestar, las desigualdades y el incremento de la pobreza ha hecho a los españoles mas sabios y mas, mucho mas, exigentes con la clase política.
En la próxima legislatura los programas electorales van a ser cartas de compromiso, no papel mojado como hasta ahora;, de ahí que convenga afinar bien las ofertas para no fallar a la ciudadanía porque, además, si se cumplen las encuestas, no habrá mayorías a salvo de una moción de censura.
Propuestas como la derogación de la reforma laboral, que se lanzan a bombo y platillo para luego recular, es mejor debatirlas a fondo en el comité de sabios y en la ejecutiva antes de venderlas a la opinión pública, que no está para bromas.
Por último, y volviendo al conflicto con Irene Lozano, qué duda cabe de que su presencia en los escaños del PSOE aportará mas brillantez política que la comandante a la que Lozano defendió con tanto ahínco.
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