Churchill, De Gaulle y Roosevelt
Los presidentes británico y francés, David Cámeron y Sarkozy han rendido homenaje a Winston Churchill y Charles De Gaulle, en el 70 aniversario, del mensaje radiofónico de este último desde Gran Bretaña animando a la rebelión de Francia, que ese mismo día, 17 de junio de de 1940, capitulaba ante Hitler.
Ambos merecen el homenaje, Winston Churchill fue un primer ministro de carácter y se supo enfrentar con valentía al gran desafío de la ll Guerra Mundial.
El extraordinario Charles De Gaulle actuó con la altivez y arrogancia propia de quién necesita rellenar de orgullo una patria vacía de autoestima y ocupada por el poderoso ejercito nazi.
El tributo a ambos es merecido, pero tan presente como el inicio de la resistencia francesa frente a la ocupación debe estar en nuestra memoria el final, con la entrada de las tropas aliadas en París y los 225.000 soldados anónimos que se dejaron la vida en ello.
Recoge el libro de Antony Beevor “Día D, La Batalla de Normandía” que en los tres meses del verano del desembarco de Normandía las bajas alemanas ascendieron a 240.000 y hasta 200.000 fueron hechos prisioneros.
Mientras que en el lado de los vencedores destacan, según Beevor, los 125.800 americanos víctimas, las 83.000 bajas de británicos, y los miles de canadienses, polacos, belgas, griegos y franceses que allí se dejaron la vida.
También en la liberación, recoge “El Día D“, la presencia de una compañía denominada en castellano “la Nueve” por estar conformada por “socialistas, comunistas y anarquistas de origen español”, soldados que fueron, además, los primeros en llegar a la parisina plaza del Hotel de Ville, donde estaban los líderes de la resistencia francesa, y que supuso la liberación de hecho de la ciudad, lo que provocó que comenzaran a sonar las campanas Notre Dame dando su bienvenida a los aliados.
Todos merecen el reconocimiento y el homenaje, pero cuando una sola nación, la presidida entonces por Franklin D. Roosevelt, perdió a 125.000 soldados en Francia, luchando contra Hitler, se entiende menos la afrenta de algunos al permanecer sentados al paso de su bandera.
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