Otra vez a las urnas, por Jesús Salamanca Alonso
No hay duda de que Sánchez quiere más mayoría. Ha demostrado una incapacidad absoluta como jefe del Ejecutivo en funciones, pero no solo para formar Gobierno…
España vuelve a votar porque el nuevo fracaso de Sánchez aboca al rey a convocar elecciones. La ciudadanía ya no es fácil de engañar. El fracaso es única y exclusivamente del presidente en funciones. Él mismo lo dijo estando en la oposición: el día 28 de diciembre de 2015, a las 17:28 subió un ‘tuit’ desde su iPhone (supongo que lo haría el paria de turno, en su nombre) incidiendo en que: “La celebración de nuevas elecciones es la última de las soluciones, repetirlas supone el reconocimiento de falta de capacidad para el diálogo”. Y en eso basaba su “NO es NO ¿Qué parte del NO es la que NO entiende, señor Rajoy?”
Por mensajes como éste se ha llevado la reprimenda en las redes sociales y le han calificado de todo, menos de guapo. ¿Se puede ser más hipócrita? Su concepción de fracaso parece haber cambiado en poco tiempo: de estar en la oposición a estar montado en la tartana. Es evidente de dónde viene el desprestigio que arrastra este señor y que no es ajeno al resto de la casta política, incapaz de acordar algo.
Al día siguiente del anuncio de elecciones tras el sonado fracaso de Pedro Sánchez, ni siquiera el Ibex 35 sabía cómo reaccionar, al menos a primera hora; de ahí que amaneciera plano. Y es que las contradicciones desconciertan. Tal vez la más sonada es la acaecida recientemente: De apoyar la subida permanente de las pensiones –algo que el PP ya incluía en sus presupuestos para 2019— a manifestar recientemente que “hay un margen de hasta un 42% para bajar las pensiones, en tres años, y así estabilizar la economía”; ni los más torpes del lugar creían lo que estaban escuchando. Eso sí, no tardó en salir en tromba la pléyade de ‘vividores’ para decir que era un supuesto, nunca una realidad. Algo así sucedió en Grecia y…. juzguen ustedes. Por cierto, menos mal que “Hundidas” Podemos no toca pelo porque de hacerlo la fuga de capitales y el corralito no tardarían en ser realidad.
No hay duda de que Sánchez quiere más mayoría. Ha demostrado una incapacidad absoluta como jefe del Ejecutivo en funciones, pero no solo para formar Gobierno; desde las elecciones de mayo todo ha sido un cúmulo de despropósitos: viajes reiterados e inútiles en Falcon; nulo trabajo parlamentario; fuegos de artificio; cutre manual de resistencia, hoy divulgado por Renfe; desidia en los temas de interés nacional; defensa del feminismo trasnochado por parte de la vicepresidenta; abuso de fondos públicos y “viernes socialistas negros”; indecisión en el tema de los inmigrantes ilegales con abuso en el Ministerio de Defensa, demostrando una inusual y absurda megalomanía, pero de extraordinario coste,… Hay muchos más y los conocen ustedes tan bien o mejor que yo.
Sinceramente no recuerdo que antes se hiciera tanto daño al Estado en tan poco tiempo. “Las elecciones las carga el diablo”, decía recientemente el líder del Partido Popular y posiblemente tenga razón porque como se repita una mayoría insuficiente y sigan jugando a esconder la perdiz, lo mismo hay que armarse de boinas y correr a gorrazos a tanto inepto como tenemos en la casta.
No me cabe ninguna duda de que el presidente en funciones ha demostrado nulo sentido de Estado, llegando a pedir lo que él negó a Mariano Rajoy. Sus mensajes en Twitter le han traicionado y se le han vuelto en contra. Ha quedado retratado. Cualquiera que lea los mensajes de 2016 en esa red y los compare con los de ahora, pensará que el todavía presidente está loco de atar o “ha cambiado de camello sin avisar”.
A este tipo de personajes indefinidos, pero no indefinibles, en mi tierra se les conocía como “pacontraria”: torpeza tras torpeza, delirio de grandeza tras igual delirio, abuso tras abuso y desidia tras desidia y, en medio, lo segundo contrario a lo primero. “La paciencia es amarga, pero sus frutos son dulces”, en palabras de J.J. Rousseau; Sánchez no disfrutará de esos frutos porque no ha tenido la primera y, precisamente por eso, no merece más oportunidades.
Pretende nuestro presidente que las soluciones las aporten otros. Solo el incompetente culpa a los demás de sus carencias. No estaría de más que dejara paso a otro candidato. La reiterada ineficacia y cerrazón ha llevado a que varios políticos y representantes de grupos de la sociedad civil pensaran en un candidato de consenso en busca de la ansiada estabilidad parlamentaria. El objetivo final era ese, además de pedir a Pedro ‘Plagio’ que se hiciera a un lado, pero éste ha buscado el agujero para escabullirse cuando creíamos que no había otro recoveco. El candidato (también socialista) ahí está por si procede poner toda la carne en el asador. Menos mal que el rey se ha percatado del nulo apoyo con que cuenta el presidente en funciones, aunque esas no ha sabido ejercerlas ni buscar vías de encuentro; ahí tienen a las comunidades autónomas ahogadas por culpa de un presidente “fantasma” para la gestión y de un Gobierno atascado hasta los ejes.
Ha sonado la campana. Considero que Sánchez debe hacerse a un lado. La ciudadanía no puede seguir otorgando bulas a este señor porque ya no hay recorrido. El país ha estado parado tres meses y lo estará dos más; ello es una prueba más de que hay que abrir el melón de la Constitución y reformarla en tiempos, formas y temas (alternativas a casos como el que nos ocupa, sucesión, modelo sindical, unidad territorial, problemática autonómica,…) Si no es así, que alguien nos lo explique. Estoy seguro de que Pedro Sánchez – pasado el tiempo y egocentrismo aparte—podrá repetir el pensamiento de Winston Churchill: “Me gustaría vivir eternamente, por lo menos para ver cómo en cien años las personas cometen los mismos errores que yo”.
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