Metamorfosis, desbarre, trueque y mutación, por Manuel Olmeda Carrasco
Ignoro si es bueno, regular o malo, pero mi capacidad de asombro -pese a los años que pasan y pesan en la experiencia individual- aún está ilesa; es decir, intacta.
Desde hace tiempo soy testigo, gozoso a veces insatisfecho otras, de coyunturas extraordinarias, casi quiméricas, absurdas, que dejan al personal confundido, turulato. Para nada sirve “estar curado de espanto” porque el grado de maquinación acuña tal refinamiento que hace improbable refutarla ni con las acciones o razonamientos más versados. La impostura viene envuelta en una pátina indeleble y de ahí su fortaleza, su inexpugnabilidad aparente desde todos los puntos de vista. Añadamos al menú desaliento e indiferencia social y obtendremos la tormenta perfecta.
Desconozco, asimismo, si los medios alimentan a los políticos o son estos quienes nutren las parrillas audiovisuales. Aun admitiendo que existan, las fronteras son tan difuminadas que es imposible determinar en qué regiones se ubican unos y otros. A menudo aparecen protagonizando un papel impropio, cuyo contenido corresponde al otro individuo del par. Ahora, desparecida, agostada, mayoritariamente la clase política (¡y qué clase!), los medios -también en rebajas- toman el relevo y nos idiotizan rodando sin parar noticias viejas, requeteoídas, que constituyen el museo del fósil informativo. A falta de pan buenas son tortas, deben pensar quienes sustituyen las diarias veleidades políticas por reseñas poco o nada acordes con la lucha de siglas.
Cualquier cadena -pasada la estela de Díaz Ayuso- abre los telediarios con los migrantes del Open Arms y el buque Audaz que se dirige a Cádiz con quince de ellos, la muerte del piloto en La Manga y el encallamiento del Turia (cazaminas que debía recoger los restos del avión siniestrado), la infección por listeria e hipertricosis (minoxidil, crecepelo dado a bebés por error en vez de omeprazol) y que provoca aparición exagerada de bello en niños. Agosto se completa informativamente con estas noticias. La gota fría, sus destrozos y secuelas, duraron horas. Pareciera que responsables mediáticos o gubernamentales quisieran acortar una realidad penosa para alargar otra de alcance menor, sin sugerir qué razones llevan al encomio o la mancilla en sus juicios absolutos.
Metamorfosis, en su acepción segunda, significa “mudanza que hace alguien o algo de un estado a otro”. Desbarrar, también en su acepción dos indica “discurrir fuera de razón”. Trueque, de acuerdo con su acepción primera, significa “cambio de una cosa por otra”. Mutación, en tercera opción, significa “alteración en la secuencia del ADN de un organismo”. Los cuatro vocablos tienen semejanzas semánticas, aunque los separan matices que van desde la normalidad ética a la excentricidad funcional pasando por el laberinto lingüístico-genético. Desde luego, vistas las usanzas estivales donde la crónica anodina configura un escenario rutinario, este verano -me temo- se han batido todos los récords. Sin embargo, acepto el hecho indiscutible de que memoria y fugacidad suelen ir aparejadas desarticulando análisis y certidumbre.
El primero, y tal vez más prolongado, conllevó semanas de obstinación mediática con perverso refuerzo en según qué cadenas. Los migrantes -al decir de voces bien informadas, a lo peor con intereses precisos- supusieron una metamorfosis tomando como marco referencial la actitud del gobierno con el Aquarius en junio de dos mil dieciocho. Pese a ímprobos esfuerzos efectuados por una Carmen Calvo desatada, meritoria, nadie supo a ciencia cierta los motivos que llevaron a Sánchez a prolongar innecesariamente el suplicio para luego pasarse tres pueblos mandando al Audaz, buque militar, con la orden de recoger finalmente quince migrantes. Podríamos decir sin temor a exagerar que su metamorfosis fue de “ida y vuelta”. Pudo determinarla un apacible despertar en las Marismillas. ¡Vaya sujeto!
La alerta sanitaria provocada por listeria (llevamos un mes y lo que te rondaré morena), pone al descubierto el vacío interés a la hora de conjugar esfuerzos; por tanto, de remar juntos. En su lugar, quien se cree libre de responsabilidad carga tintas contra los adversarios al objeto de ganarle, usurparle, dos votos. Incluso los hay que esconden sus presumibles negligencias acusando a otras instituciones de ser ellas entes infractores según el organigrama gubernativo. Ocurre con la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Sevilla, o sea PP y PSOE. Este le achaca a la Junta tardanza, insensibilidad e ineptitud, si no presunto delito penal. El consejero de sanidad andaluz manifiesta estar limpio, inmaculado, mientras -esgrimiendo total competencia del ayuntamiento- voces poco anónimas denuncian una inexistente inspección municipal. Ejemplo claro de desbarre.
Emerge, por desgracia, un asunto que frustra a los políticos la obtención de cualquier rédito: el minoxidil. Este error farmacológico, al realizar una fórmula mágica para evitar el reflujo gástrico infantil, impide toda manipulación mediática al carecer de cimientos sólidos para culpabilizar a nadie que no sea el propio laboratorio. Advierto, en este caso, cierta disonancia entre política y medios. No descubro secreto alguno si manifiesto el apoyo recíproco entre una y otros con el empeño de lucrarse ambos, bien logrando significativos dividendos electorales bien aumentando la cuota de pantalla. Desconozco qué estrategia planean los medios, pero de momento solo informan de cómo evoluciona la hipertricosis (nacimiento de pelo en los niños al confundir omeprazol por minoxidil, un crecepelo). Evidentemente aquí el trueque aparece firme.
Acostumbro a ver los debates en Tele Cinco y Sexta. La comparecencia en las Cortes de la señora Calvo esta semana no ha merecido ni una corta referencia, probablemente porque todas las siglas sin excepción -oliéndose el adelanto electoral- se hayan confabulado para vapulear al PSOE. Deduzco que, situados ya ante nuevas elecciones, los medios sumisos al poder hayan querido congraciarse con el PSOE ocultando al máximo el espectáculo bochornoso vivido hace dos días. Intuyo que los gurús presidenciales, capaces del triple salto mortal sin red, aprovechen la soledad de Carmen Calvo para invertir el fracaso, sacando a relucir un oportuno victimismo mientras cimientan en esta soledad la convocatoria de nuevas elecciones. Conocemos las extrañas artes de este indocumentado para salir indemne cuando la coyuntura parece asfixiarlo. ¿Azar o corazonada? Quizás sea mutación ladina
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