Noticias de Cantabria
Opinión 18-05-2020 18:00

Guerra sucia en Madrid, por Jesús Salamanca

Sánchez e Iglesias están llevando a la capital a la ruina. Cada semana que pase se añadirán cierres de empresas y miles de parados.

 

Desde que el diario ABC publicó la encuesta de intención de voto en Madrid, donde el PSOE y Podemos se daban el batacazo, el Gobierno central no ha cesado de poner trampas a Díaz Ayuso y al alcalde, Almeida. Este último parece intocable y la oposición en el ayuntamiento madrileño no existe o está amaestrada. Pero en la comunidad han minado el terreno a la presidenta. Con lo que no contaba el negligente Gobierno es con que Díaz Ayuso se iba a defender como ”gato panza arriba”.

 

En Moncloa se busca culpable con urgencia y quienes más cerca están son los dirigentes “enemigos” del ayuntamiento y la comunidad: no se puede consentir que el Gobierno quede como el tonto del barrio y sus oponentes lleven la bandera de la eficacia, de la acertada gestión y de la anticipación a la gravedad del Covid19. Ante tanta eficacia y ante la brutal pérdida de posiciones del PSOE y de Podemos en Madrid, el Gobierno intentará culpar a la presidenta de Madrid de haber matado a los mamelucos, tender trampas a los afrancesados durante la guerra de la independencia y de ordenar los fusilamientos de Príncipe Pío, incluso de financiar las herramientas y aperos del campo a San Isidro Labrador.

 

Si dan mascarillas hay que decir que son ilegales y antihigiénicas; si muere gente mayor en residencias, Pablo iglesias se acobarda y “echa los perros” a la comunidad, sin enterarse de que con la centralización son ellos los culpables de la ineficacia, la ineptitud y el parasitismo; si Díaz Ayuso vive en un apartamento, se fabrican pruebas y se miente para que la población se olvide de los 30.000 muertos. Y así con todo. Cuando no sacan problemas desde Moncloa, se los sacan en su propia casa. Con los menús de los niños madrileños solo le ha faltado decir al Gobierno que eran falsos o que se daban bocadillos de “chuches”. Con ello, Iglesias ha pretendido “lancear” al empresariado madrileño aludiendo a su ineptitud y a su nulo interés por la salud de los madrileños, cuando la ineficacia y la irresponsabilidad son exclusivamente de él y sus socios del puño y la rosa. Ni Iglesias ni Sánchez se han molestado en ayudar al pueblo de Madrid, pero sí han puesto trabas constantemente. “Ambos son el virus y la pandemia de España”, como expusimos en otro artículo.

 

Dentro de casa, Cs también ha traicionado a Ayuso. Aquí también hay gente que mueve el árbol con la intención de que otros recojan las nueces. Entre Aguado y Alberto Reyero han montado un “bocadillo” a Isabel Díaz Ayuso más propio de dos chapuceros que de dos políticos de raza. Y con ello han demostrado que esa formación veleta esta desmoronada. Con lo que no contaban es con que Inés Arrimadas les iba a acabar de arruinar su futuro con pactos no entendidos ni entendibles. No es descartable la desaparición de Cs en las próximas elecciones.

 

Antes de que el Gobierno “trichavista” declarase la guerra de fases a Madrid, la presidenta se vio obligada a prescindir de la ineficacia y chulería de Alberto Reyero y su equipo de Cs; para ello rescindió su competencia en geriátricos, pasándola al consejero de Sanidad. El tal Reyero traicionó a Díaz Ayuso y se dirigió a Pablo Iglesias sin autorización de la presidenta, con lo que rompió el conducto reglamentario. Y ahí comenzó la desconfianza entre los “Arrimados” de la comunidad y la presidenta. Habría que mencionar que esas diferencias se agudizaron con la posición discrepante de pasar a la fase-1 o permanecer en la fase 0. Entre medias se agrió el cotarro con la dimisión de Yolanda Fuentes, directora general de Salud Pública, sustituida por un “todoterreno” y eficaz gestor, Antonio Zapatero.

 

Desde aquella encuesta, donde Ayuso y Almeida “barrían” en Madrid, no han faltado “pedradas” como la del apartamento de Kike Sarasola -- el Gobierno se la ha tenido que envainar-- y la divergente posición de la mal llamada “desescalada” madrileña. Lo cierto es que ya hay 35.000 familias querelladas contra Salvador Illa, Pedro ‘Plagio’ Sánchez y todo el conflictivo Gobierno. Era necesario lanzar globos sonda, incluso intentar poner a la Policía contra el pueblo, para que no se hablara de la penosa, mortífera y negligente gestión del Gobierno y de los escondidos “expertos”, sin olvidar a los “simones” de turno que no aciertan ni cuando rectifican.

 

Ayuso y Almeida están ante una guerra sucia con muchos frentes abiertos. El sino del socialismo y del comunismo es reiterar la mentira hasta que parezca verdad. Intentarán culpar a ambos dirigentes de la muerte de Luis Daoiz y Pedro Velarde, de la traición a José I (“Pepe Botella”) y de ser los mamporreros de Napoleón para que retuviera a Fernando VII. En fin, doy fe de que ni Almeida ni Díaz Ayuso tuvieron nada que ver en la ruptura del Tratado de Fontainebleau.

 

Sánchez e Iglesias pretenden paralizar Madrid. Siguen buscando culpables. El dúo chavista está llevando a la capital a la ruina. “Cada día que pasa crece la indignación de los madrileños, el cierre de negocios y el paro”. Crecerán las protestas y puede haber levantamientos masivos. Un daño así solo puede ser obra de un psicópata. Y ese reside en Moncloa, arropado por la parasitaria extrema izquierda.

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