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Actos y Exposiciones 07-10-2019 21:02

El General torrelaveguense Alejandro García ha sido el protagonista en la ponencia de Pedro Arce Díez

Cantabria Liberal ha asistido a la Conferencia que ha impartido el ponente D. Pedro Arce Díez, en la que referenciaba a un torrelaveguense de nombre D. Alejandro García, y su orador no ha dejado indiferente a ninguno de sus asistentes que han tenido el gran privilegio de conocer a un torrelaveguense que no pasó desapercibido en su tiempo y que se inclinó por la carrera de las Armas recorriendo España pero su corazón siempre estuvo en Torrelavega.

Conocí a Alejandro García González en su rincón preferido del ya clásico Café Central de Torrelavega, en una apacible tarde de otoño del año 2008, con ocasión de solicitarle datos para un estudio que estaba realizando sobre el centro educativo dónde su padre fue maestro y él alumno, el Colegio “José Mª de Pereda” de Torrelavega; y me encontré a una persona muy afable y educada, que me facilitó aquella investigación[1]. Ya estaba retirado de la vida militar y disfrutaba de la ciudad de su niñez y juventud y de los muchos amigos que su carácter y bonhomía le habían granjeado; desde ese tiempo, nos encontrábamos cada vez que yo iba por Torrelavega y disfruté de su amena conversación y de la visión que tenía de la sociedad del momento.

 

Desarrollo de la Conferencia impartida por D. Pedro Arce Díez a la que ha tenido acceso Cantabria Liberal

 

Alejandro García nació en la localidad de Sequeros (Salamanca), en el año 1927, aunque muy pronto vino a Torrelavega dónde sus padres ejercían de maestros y, rodeado de una familia dedicada a la docencia, ello iba a marcar su infancia y juventud en la pequeña ciudad del Besaya

 

Su padre, Don Manuel García Sánchez, había nacido en 1894 en Rinconada de la Sierra (Salamanca) y era hijo de maestro[1] y hermano de maestros, lo que explica su vocación docente; a los dieciocho años ya tenía el título de Maestro, firmado por el entonces Rector de la Universidad de Salamanca, Don Miguel de Unamuno.

Comenzó a ejercer como maestro en el pueblo salmantino de Nogareda con dieciocho años y toda su vida recordó las palabras de su madre al despedirle: “Hijo mío, cumple siempre con tu deber; hazte digno de la profesión”. Desde este destino, ya vino a Cantabria, a Rubalcaba, pequeño pueblo del municipio de Liérganes, dónde se granjeó las simpatías de sus vecinos y alumnos, los cuales le hicieron un sentido homenaje de despedida con un banquete en la fonda “Villa Alegría”, al que asistieron autoridades de la zona, padres y alumnos.

 

Después, en 1927, año de nacimiento de su hijo Alejandro, se traslada a Viveda, dónde además de ejercer la docencia, fue secretario del Sindicato Agrícola, que más tarde se uniría al Sindicato Agrícola Montañés (S.A.M.), que creó la Cooperativa Lechera de la mano del sacerdote Don Lauro Fernández. Cuando llegó a la escuela de Viveda, aún recuerda un alumno sus primeras palabras: “He venido a este pueblo con las mismas ganas de trabajar que siempre he puesto en mis tareas. Si queréis aprovechar mi esfuerzo, llegareis muy lejos. En mí encontrareis en todo momento al maestro amigo dispuesto a enseñaros cuanto sé, pero si os empeñáis en no seguir mis enseñanzas, seré inexorable en el castigo para haceros alcanzar la meta que me propongo”. Años difíciles éstos y decide su traslado a Torrelavega; en Viveda sienten su marcha y le hacen un homenaje de despedida.

 

En la ciudad del Besaya recala en la Escuela Graduada del Este, recién edificada, el actual Colegio “José Mª de Pereda”, dónde comparte docencia con otros compañeros que ponen en funcionamiento el moderno centro educativo; también comienza su actividad docente en la Escuela Graduada de Niñas su esposa, Eloisa González García, que había ejercido en las viejas Escuelas de la Villa. En este centro permanecerá más de una década para trasladarse en 1946 al Grupo Escolar “Menéndez Pelayo”, dónde ejercería la función de Director y en cuyo centro se jubiló en 1963, después de 52 años de maestro.

 



En atención a sus méritos, a finales de 1963 se le concedió la Cruz de Alfonso X el Sabio, que se le impuso en un emotivo acto público celebrado en el Ayuntamiento de Torrelavega por el entonces alcalde Jesús Collado Soto, jornada que se inició con una Misa en el Colegio de los Sagrados Corazones y finalizó con un multitudinario almuerzo en la Sala de Fiestas Altamira. Junto al alcalde de la ciudad, también presidieron el alcalde de Liérganes y antiguo alumno, Eugenio Perojo, los inspectores José Manuel Cabrales y José Mª Barriuso, el párroco Teodosio Herrera, el Delegado Comarcal del SEM Ladislao Chaveli y la asistencia de muchos compañeros y antiguos alumnos.

 

De sus emocionadas palabras de despedida, destacamos las que dedica a sus compañeros: “A vosotros, queridos compañeros, os agradezco este rasgo tan noble que habéis tenido de no dejarme sólo en este día en que la ley, inexorable, me aparta del servicio activo. Habéis venido junto a mi en apretado haz a darme el adiós, un adiós simbólico porque vuestro espíritu vive en mi y el mío en vosotros, ¡compañeros que así se compenetran no se separan jamás!”

 

Su esposa, Doña Eloisa González García, era hija de un conocido docente de Torrelavega, como Don Santiago González Olmos[1], maestro que fue el primer director del Colegio Alfonso XIII, inaugurado en 1925 por los Reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia, el cual ya llevaba algunos años ejerciendo en la provincia de Santander y era el presidente de la Asociación Provincial de Maestros.

 

 

Así, pues, nuestro protagonista nació en una familia de docentes, todos ellos muy conocidos y apreciados en la ciudad de Torrelavega y él mismo se consideró siempre un torrelaveguense más, aunque no siguió la vocación familiar docente[1] y se inclinó por la carrera de las Armas, lo que le alejaría en múltiples destinos por toda la geografía nacional, pero su corazón siempre estuvo en Torrelavega, ciudad en la que pasó los últimos años de su vida, una vez que las obligaciones de su carrera militar hubieran finalizado.

 

Nuestro protagonista se sintió siempre un torrelaveguense más y ejerció como tal en cuantas ocasiones tuvo. Muy marcado en su infancia por la familia, pues tanto sus padres como sus abuelos fueron maestros, quienes le inculcaron fuertes valores éticos, morales y cristianos.

 

Asistió de pequeño a la Escuela Unitaria de Viveda y más tarde a la  Escuela Graduada “José Mª de Pereda”  de Torrelavega, de la cual sus padres fueron maestros[3] y después realizó los estudios  de Bachillerato, tras prepararse en el curso 1938-39 el Ingreso, en el Instituto de Torrelavega “Marqués de Santillana”, en cuyo centro forjó algunas de sus amistades que mantendría durante toda su existencia, a veces a pesar de las distancias[4]. En esta época de estudiante en el Instituto, participó en numerosas actividades que se realizaron en aquellos ya lejanos años, especialmente en baloncesto, disputándose torneos en el Salón Olimpia; algunos de sus compañeros de juventud fueron Pepe Izaguirre, Tinuco Lorenzo, los hermanos Trugeda, Paquito Juanco, Pepe Herrero o Toño Ugarte, quienes disfrutaban de la familiaridad de la pequeña ciudad y de aquel deporte que despertaba la afición en nuestro país. En 1942 formó parte de la Selección Cántabra, bajo las siglas del Frente de Juventudes, junto con Herrero, Juanco, Ramón Trugeda, Luisón Fernández y Tinín Lorenzo, todos ellos de Torrelavega, a los que acompañaba el santanderino Ramiro Yurrita; quedaron en el tercer puesto en Huesca, habiendo eliminado a San Sebastián, Bilbao, Pamplona y Logroño. Aún siguió varios años más en este deporte.

 



 

Y es precisamente en esta época escolar cuando se va forjando su interés por la vocación aérea[1] y plantea a sus padres qué es lo que quiere ser de mayor; éstos le piden que finalicen todo el Bachillerato, cuestión que aceptó.

 

 



En estos años, Alejandro y toda su familia, habitan una vivienda en la Calle Ancha, hasta que se construyeron las llamadas “Casas de los Maestros” que se edificaron en La Llama, trasladándose a las mismas y allí convivieron con otros maestros de prestigio de aquella época, algunos de los cuales he tenido ocasión de llegar a conoce.

 

En el año 1945 finaliza el Bachillerato con buenas notas[1] y se traslada a Madrid dónde se prepara para el examen de ingreso en la Academia General del Aire de San Javier (Murcia), lo que consigue en 1947[2]; realiza los estudios de forma brillante y es nombrado Caballero Cadete de la Academia General del Aire, tal como aparece en el Boletín Oficial del Aire. ¡Era el inicio de una brillante carrera militar!

 


Dos años más tarde, por Orden de 15 de julio de 1949 del Boletín Oficial del Aire, es nombrado Alférez Alumno del Arma de Aviación y exactamente dos años más tarde, es ascendido a Teniente de la Escala del Aire del Arma de Aviación, con lo que finaliza su etapa en la Academia General del Aire y lo hace con el nº 1 de su Promoción, reconociéndosele sus méritos de “tenacidad, meticulosidad y estudio”, para iniciar una brillante carrera militar en el Ejército del Aire. De igual forma, realiza el curso de piloto con una Bücker Bu 133 Jungmeister, acreditando un gran dominio y control del aparato, que ya preconizaban que iba a ser un excelente y meticuloso piloto de guerra

 

Su primer destino le lleva al Primer Regimiento de Aviación de Alcalá de Henares[1] dónde permaneció hasta 1955 para pasar al Ala de Transporte Nº. 35 de Getafe[2], época con la que vuela con los trimotores Junker Ju-52, que era un avión apto como bombardero y transporte de tropas y material; en esta época tiene la ocasión de volar a todas las bases de España, las Islas, Sahara y Marruecos, así como en todas las maniobras militares que se organizaron. Más tarde, volaría con los aparatos Douglas C-47, Skytrain o Dakota, de transporte de tropas y material.

 

En el verano de 1955 realiza el curso de “reactores” en Talavera la Real (Badajoz), con los seis aparatos Lockheed T-33A, que habían llegado por el puerto de Santander el verano anterior en el buque americano de transporte “Greenville Victory”, procedente de Baltimore, como consecuencia del Pacto de Amistad y Ayuda Mutua entre España y los EE. UU.

 

En estos años se produce un cambio radical en el Ejército del Aire, como consecuencia de los Acuerdos de Cooperación Hispano-Americano, con el uso conjunto de las Bases, la utilización de nuevos aparatos que renovaron la flota existente hasta entonces y la adecuación de las prácticas de vuelo. Todos los pilotos tienen que adaptarse a los nuevos aparatos, ya con un sistema de propulsión a reacción.

 

El joven Teniente realiza en estos años frecuentes viajes a Torrelavega para ver a la novia de toda su vida, Mercedes Fernández Herrera, y se cuenta la anécdota de que en una ocasión sobrevoló la ciudad a baja altura para homenajear a la misma, al tiempo que provocó un cierto susto a muchos de sus habitantes, por el ruido de los motores del aparato. Y aún en este destino de Alcalá de Henares se casó, como diremos más adelante, recorriendo con su familia una buena parte de la geografía nacional.

 

Alejandro (Jandrín, para los amigos) es ascendido por antigüedad a Capitán el 11 de febrero de 1956[2] y queda adscrito a las órdenes del Ministro del Aire hasta mayo de ese mismo año en que es destinado a rotar por varias bases de España y el extranjero: Matacán (Salamanca), Talavera la Real (Badajoz), Fürsty y Furstenfeldbrick (República Federal Alemana); Lackland (Texas), Langhling, en Río Grande (Texas), Nellis (Las Vegas), todas ellas en los Estados Unidos. En estos destinos perfecciona su técnica de piloto y realiza cursos de reactorista, vuelo nocturno, tiro, vuelo instrumental, etc., tras lo cual es destinado al Ala de Caza Nº 1 en la Base de Manises (Valencia), que es la primera unidad dotada con los aviones a reacción North American F-86 Sabre, con el que logra atravesar la barrera del sonido, lo que en aquellos años era una gran novedad.

 

En este destino de la base valenciana estuvo más de siete años, en la cual pudo formarse y crecer profesionalmente, tal como lo cuenta en un libro, cuyo título es: “Ala de Caza Nº 1. F-86 F Base Aérea de Manises”[3], dónde cuenta el inicio de la aviación a reacción en España, escrito de forma amena, con muchos detalles y anécdotas.

En octubre de 1958 es nombrado Jefe de Operaciones del 11º Escuadrón y en julio de 1959, Jefe del Escuadrón de Mando del 11º Escuadrón del Ala (F-86 Sabre), que es la primera unidad de aviones a reacción de combate del Ejército del Aire. Y en julio de 1960, actuará como piloto de la “Patrulla Ascua”, que ha sido la primera patrulla acrobática del Ejército del Aire en España, con los aviones North American F-86 Sabre.

 

En septiembre de 1963 comienza a realizar el 2º Curso de Estado Mayor en la Escuela Superior del Aire; cuando acaba en julio del año siguiente, como Diplomado de Estado Mayor del Ejército del Aire (con el nº 1 de su promoción), es destinado a la Academia General del Aire, primero como agregado y después como profesor de vuelo, dónde estuvo hasta febrero de 1967. Durante este periodo es ascendido por antigüedad al empleo de Comandante del Arma de Aviación.

 

Es destinado en febrero de 1967 al Estado Mayor del Aire, dónde permanece dos años y su nuevo destino será como Profesor de la Formación de Mandos en la Escuela Superior del Aire, en cuya situación permanecerá hasta 1972; en este periodo en la elaboración del nuevo Programa Aéreo.

En 1972 es destinado al Ala de Caza nº 12 en la Base Aérea de Torrejón de Ardoz[2], dónde volará con el  aparato interceptor Lockeed F-104 Starfighter[3] y el Mc Donell Douglass F-4C Phantom II[4], que era un caza de ataque, reconocimiento y aerotáctico.

En 1976 asciende a Teniente Coronel del Arma de Aviación[5] y al año siguiente es destinado como profesor al Ala 23 de Caza y Ataque de la Escuela de Caza de Reactores de Talavera la Real (Badajoz), para instruir en el aparato biplaza de entrenamiento en combate Northrop F-5B M Freedom Fighter. Será el 2º Jefe de la Escuela de Reactores y Jefe de Operaciones del Ala 23


Nuevo destino en 1979 y pasa a la Escuela Superior del Aire como profesor y un año más tarde es ascendido a Coronel del Arma de Aviación[1] y es destinado al Estado Mayor del Aire. También este mismo año, es destinado a la Academia General del Aire, primero como agregado y, desde septiembre de 1980, como Director[2] de la misma y poco después será también nombrado Comandante Militar Aéreo de San Javier; permanecerá en estos cargos hasta el año 1983.

Al cesar en la Academia General del Aire, pasa a la situación de disponible forzoso y es agregado al Cuartel General del Mando de Personal y poco después al Cuartel General de la JUJEM, dónde permanecerá un año.

 

En 1984 es ascendido, por elección, a General de Brigada del Arma de Aviación, Escala del Aire[4], volviendo a la situación de disponible forzoso y agregado al Cuartel General del EMAD; poco después, en 1985, se le confía en mando de la 3ª División del Estado Mayor Conjunto (División de Operaciones)[5]. Al año siguiente (1986), actuará como Presidente de la 4ª Reunión de Estados Mayores Conjuntos Hispano-Italianos y Presidente de la reunión de Estados Mayores Conjuntos Hispano-Americanos.

 

El día 7 de abril de 1987 es ascendido a General de División del Ejército del Aire, destinándosele como segundo Jefe del Mando de Combate y Jefe del Sector Aéreo de Madrid. Dos años más tarde asciende a Teniente General del Ejército del Aire.

 

Un año más tarde, en 1990, es nombrado Capitán General de la 2ª Región Aérea y Mando Táctico, en la Base Aérea de Tablada; al año siguiente se le entrega la Jefatura del Mando Aéreo del Estrecho, con rango de Capitán General del Aire[2]. Era la culminación de su exitosa carrera militar y en este destino presidió el Día de las Fuerzas Armadas que se celebró el 26 de mayo de 1990. El día de Reyes de 1991, presidió la Pascua Militar y en abril de ese mismo año, representó a S. M. el Rey Juan Carlos I en los actos de la Semana Santa sevillana. En otras ocasiones, acompañó al Rey o al Príncipe de Asturias en actividades castrenses diversas.

El 26 de septiembre de 1991 cesa en el servicio activo por cumplir la edad reglamentaria, pasando a la situación de Reserva; y un año más tarde a la Segunda Reserva[3].

Durante su dilatada vida castrense, tuvo la ocasión de participar como Presidente o Defensor de varias causas militares y Consejos de Guerra; igualmente, fue representante del EMACOM en el Seminario de Enseñanza Militar, asistente a las 3ª Jornadas Universidad-Fuerzas Armadas, Presidente de la 4ª Reunión de Estados Mayores Conjuntos Hispano-Americanos, etc.

 

Su pecho ha estado adornado de múltiples condecoraciones que ha ido ganando en un largo periodo de paz: la Cruz de San Hermenegildo, Cruz de Mérito Aeronáutico del Ejército del Aire, Cruz del Mérito Militar del Ejército de Tierra, Gran Cruz de la Orden del Mérito Naval, Gran Cruz del Mérito Aeronáutico, Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, así como la Legión del Mérito (Grado de Oficial) de los Estados Unidos,  la Medalla Militar de primera clase de la República Portuguesa y las “Alas de la Fuerza Aérea Mexicana” con grado de Comandante.

 

A poco de terminar sus estudios en la Academia General del Aire y cuando estaba destinado en Alcalá de Henares, tal como se ha dicho anteriormente, se casa en 1954, el día de la Inmaculada, con la novia de toda la vida, Mercedes Fernández Herrera, en la Iglesia de la Asunción de Torrelavega. Mercedes era hija del conocido industrial de artes gráficas, Antonino Fernández, quién también poseía la Librería Antonino, en la castiza Plazuela del Sol, hasta hace no muchos años.

 

Tuvieron dos hijos, Alejandro García Fernández, nacido en Torrelavega[1], quién siguió sus pasos en la aviación y que cambio el uniforme para mandar la Policía Municipal de Torrelavega; su hija, Mercedes García Fernández nació en Valencia, siguió la vocación docente de sus antepasados y es Catedrática de Biología en un instituto madrileño.

 

Cuando finaliza su vida castrense en 1992, regresa a su ciudad, Torrelavega, dónde vive con su esposa[2] y goza de la amistad de muchos compañeros de juventud. Solía frecuentar el castizo Bar Central al mediodía, dónde una metopa recuerda su rincón preferido y donde gozaba de la amistad de sus convecinos, con los que charlaba amigablemente, pues era un gran conversador; por las tardes, era habitual verle tomando café en la Cafetería Brasil, dónde le solía encontrar cuando me desplazaba a Torrelavega e intercambiábamos opiniones sobre diversos aspectos de la vida, lo que recuerdo de forma muy agradable.

 

Fallece el día 3 de septiembre de 1912, a punto de cumplir 85 años de edad y su funeral en su iglesia de la Asunción, dónde muchos años antes se había casado, fue una manifestación de duelo de los muchos torrelaveguenses y amigos que se granjeó en vida. Sus restos fueron incinerados y reposan junto a los de su esposa en el cementerio de Geloria (La Llama).

 

Sería deseable que el Ayuntamiento de Torrelavega reconociese sus méritos, con la erección de un monumento o la dedicación de una calle con su nombre.

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