Noticias de Cantabria
Opinión 01-02-2020 13:24

Cuando las barbas de tu vecino veas pelar..., por Manuel Olmeda Carrasco

Con frecuencia, las sentencias populares son auténticas herramientas de conducta individual y colectiva. Sin embargo, el personal se muestra opaco cuando conviene tomar medidas precisas para evitar el efecto pernicioso de aquello que la práctica lleva a una certidumbre plena.

 

Desde hace casi dos décadas, la política transcurre por cauces heterodoxos, genuinamente desazonadores. Si al principio la democracia tuvo inicios complejos, e incluso de difícil engarce, el sistema se encuentra ahora mismo en una encrucijada -tras cuarenta años- próxima a su desaparición práctica. Ignoro si es decadencia inherente, fin de ciclo o el precio que debe pagar una sociedad hastiada cuando no insensible, ociosa. Lo cierto y verdad es que se avecinan tiempos de inquietud ante lo aborrecible. Todo parece indicar que se prepara un cambio drástico, en formas y modos, protagonizado por una izquierda errante; hoy, nada universal.

Nuestro presidente, tipo poco recomendable, hace gala (aparte un desprecio inmenso) de una falacia pertinaz que le ha llevado a escalar sucesivamente diferentes puestos hegemónicos gracias al uso de maniobras -siempre impostadas- para engatusar a individuos crédulos; bien próximos, desde el punto de vista ideológico, bien opuestos a su credo. Secretario general del PSOE -en segunda opción- desde junio de dos mil diecisiete, se rodeó de fieles servidores, tal vez siervos, haciendo una purga severa que se llevó por delante válidos socialistas jóvenes amén de viejas glorias. La experiencia negativa que él mismo propició por su tozuda negativa a abstenerse para que pudiera gobernar Rajoy y su consecuencia, le llevó crear un “héroe” falso, un David de pega, que pugnaba contra una poderosa ejecutiva hostil y unos barones omnipresentes. Así consiguió el apoyo incondicional, irreflexivo, de militantes olvidados cuando su concurso no le fue necesario.

A poco, raptado por una ambición irrefrenable, inició el asalto a La Moncloa acopiando la ayuda singular del grupo Prisa y Atresmedia, vigorizados presuntamente con amplia financiación por la vicepresidenta Sáenz de Santamaría. Se empezó acusando de forma ignominiosa al PP de corrupción generalizada (el partido más corrupto de Europa, decían), mientras ocultaban EREs y otras bagatelas socialistas repartidas por todo el territorio nacional. El veinticuatro de mayo de dos mil dieciocho, el PP fue considerado en la trama Gürtel “partícipe a título lucrativo”. Resolución suficiente para promover la moción de censura y arrebatar a Rajoy la presidencia. Hasta el PNV, derecha burguesa vasca que días antes había conseguido un “cupo” ventajoso por apoyar los presupuestos, votó a favor de Sánchez. Este, traicionando su promesa de convocar elecciones de forma inmediata, se mantuvo en el poder hasta que ERC, con su negativa a aprobar los presupuestos socialistas, le obligó a convocarlas casi un año después.

Terminada la jornada del 28-A, el resultado sirvió una vez más para conocer al personaje si quedaba todavía alguna duda. Sus ciento veintitrés diputados sumados a los cincuenta y siete de Ciudadanos le concedían una mayoría absoluta. No obstante, su ego significó un obstáculo imposible de salvar. Pudo, asimismo, proponer a Unidas Podemos un gobierno de coalición apoyado por ERC junto a otros partidos (incluido PNV) que se mostraban abiertos al pacto. No quiso, las sucesivas encuestas de Tezanos junto a su carácter fraudulento e impostor, negaron el pan y la sal a sus antiguos socios de moción. Bloqueó cualquier intento que permitiera constituir un gobierno verosímil y fue culpable único de nuevas elecciones, eso sí acusando al mundo entero de tan estrepitoso fracaso. El engaño, esa estratagema espuria que le había dado frutos impensables, esta vez le pasó factura a España, a los españoles.

El 10-N terminó por mostrarle una debilidad absoluta, su desnuda realidad, que le obligó a abrazarse a su peor enemigo: Pablo Iglesias. Pese a la repulsa mutua, puesta de manifiesto por versiones compensadas en diferentes ocasiones, Sánchez disimula la aversión personal que le produce compartir su dominio. Tiene deudas también con ERC y debe soportar insolencias varias de algunos personajes groseros con los que, sin duda, ajustará cuentas en cuanto pueda. Hoy, ignoro si debido solo al escenario dibujado, tiene que someterse a las exigencias de unos y otros si quiere conservar su dote más estimada. Cronos constatará si hay algún plan impuesto por alientos exógenos o, aunque resulte increíble tal grado de eminencia, viene con marchamo originario.

Vislumbro, porque constituye un murmullo permanente, el intento de unificar -a todos los niveles- diferentes partidos, que compartan alguna base ideológica común, aunque sea diminuta, para eternizarse en el poder con la venia “del pueblo soberano”. Lo mismo que cualquier ciudadano vota multitud de veces tapándose la nariz, el político (menos escrupuloso) lo hace a pleno pulmón. Con náusea presunta e incluida, el gobierno nacional se mantiene gracias a un tripartito de izquierdas que, al parecer, quieren hacer extensivo. El primer centro experimental será Cataluña donde las elecciones están próximas, según todos los indicios. Allí, ERC, ECP (partido de Colau) y PSC, formarán gobierno dejando en los arrabales a JxCat; es decir, a la burguesía catalana porque el independentismo es un camelo para entretener al personal. Poco a poco, se irá remansando todo soberanismo y las aguas volverán al cauce izquierdista del tripartito.

Y aquí viene la sutileza del epígrafe. Vivimos tiempos convulsos en los que dominan bloques artificiales creados por evidentes deficiencias ideológicas. Un largo proceso de ingeniería social, ha convertido al individuo en el perro de Paulov que reacciona solo a estímulos previamente dirigidos. Nos hallamos sometidos a nuestro propio umbral de percepción moldeado en años de manipulación burda, inadvertida. Ahora, difuntas las ideologías, nos mueve el tañido de una campana inmunda que toca a rebato contra un adversario socialmente ficticio. Presuntas izquierdas emplazan al cisma frente a presuntas derechas. JxCat está a punto de ser devorada por la izquierda catalana. Curiosamente, esta derecha indígena, exclusiva, que baila el agua a la izquierda acude alegre y necia a su propio funeral. Termino con un previo de futuro al PNV: “Cuando las barbas de tu vecino veas pelar…”.

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