BILBAO EN RUTA Carlos Magdalena Menchaca

Qué tiempos aquellos cuando pasabas por Bilbao deprisa, corriendo y nunca parabas. Qué tiempos aquellos que prácticamente como único emblema-icono tenían el Puente Colgante. Ahora todo ha cambiado desde hace unos años.
Bilbao se ha convertido en una ciudad cosmopolita, elegante y sus calles rezuman comercio e intercambio de negocios, bullicio y alegría de bolsillo. Nosotros por el contrario estamos anclados en mi abuelo ?tuvo?, nos hemos quedado con el Paseo Pereda y ya ni eso Nuestra ciudad desde que se construyó el Centro Botín poco más se ha hecho, nos hemos quedado con las carreras domingueras y sus grandes atascos, con cuatro atracciones en el Ayuntamiento y en dos plazas más cuando tocan, conmemoraciones de  lo que sea o imposición de medallas, y los fines de semana para intentar atraer a gente, que ni así, procurando que se queden en la ciudad  usando titiriteros y pasacalles por unas calles del centro llenas de carteles de "se vende o alquila". Una ciudad en decadencia en definitiva.

Hay que cambiar de filosofía señora Alcaldesa porque ahora ya no tienes a Ceruti ni sus enfrentamientos, estas sola con tus ideas.

Desde hace años los santanderinos, los cántabros van a Bilbao de compras o simplemente a pasar el día, son 50 minutos que se hace en un pis pas. Creo, y no me duelen prendas decirlo, que nos hemos quedado muy retrasados aunque pueda doler pero solamente reconociéndolo y siendo conscientes de ello podemos levantar cabeza todavía, hay que coger el toro por los cuernos.

Pero sigamos con Bilbao. Ahora se habla mucho por ejemplo del tren a Bilbao, de la necesidad de un tren siglo XXl que no tarde una intemerata en llegar, que hay que hacerlo ya pero antes si no se hacía, y es mi idea, era porque Santander era como un cortafuegos entre Asturias y Vizcaya. No interesaba a los mandamases de Madrid hacer un tren rápido a Bilbao desde Santander o desde Bilbao a Santander y nuestros políticos tampoco ponían mucho énfasis de su parte, dicho sea también para ser sinceros. Y esos mismos mandamases venían a Santander de veraneo o a su segunda casa en La Concha, San Sebastián. Los tiempos han cambiado por fortuna.

¿Y por qué no interesaba una buena comunicación con una ciudad tan próxima?

Pues además de lo anterior porque todo Santander se hubiese ido a Bilbao a trabajar dada la industria y negocio que allí se mueve antes y ahora. En la actualidad chicos y chicas se van a Bilbo a trabajar por la mañanita, cogen el coche y hacen una hora de ida y otra de vuelta a diario. Y los más pudientes alquilan un pequeño apartamento entre dos o tres personas y se quedan allí temporalmente hasta que se asienta definitivamente porque en Santander, en  Cantabria no se rasca bola. ¿O es que se creen ustedes que esas colas inmensas los fines de semana e incluso entre semana a ciertas horas son solamente de los turistas vascos? ¡No!, también son de los trabajadores cántabros que van a Bilbao y vuelven, máxime en fin de semana porque aprovechan la cercanía para visitar a los suyos de viernes noche a domingo.

Pero sigamos, el actual Bilbao me encanta, me encanta pasear por sus calles llenas de vida, de movimiento, tranquilas, aunque te encuentras a muchos amigos de Santander que también hacen lo mismo, no es una sorpresa hacen la misma ruta. O simplemente van al aeropuerto a  llevar o a recoger a un familiar porque desde Sondika hay vuelos casi a diario a cualquier punto de España o del mundo a pesar del avance que ha experimentado nuestro "Seve".
Tienes sitios espléndidos para comer en el mismo centro o en pueblos de alrededor, y a todos los precios. La educación y trato es exquisito, están acostumbrados al turista y le tratan para que vuelvas. Sus comercios son estupendos, el Casco Viejo muy cuidado, y que vamos a decir del Guggenheim, del paseo por la ría etcétera. Y es que algunos maliciosos dicen que ellos tienen el Guggenheim, aclaremos, ese magnífico Museo estuvo a punto de llegar a Santander pero como siempre un político, no importa  sea de un signo o de otro, impidió que se instalase en Santander; ahora por fin tenemos el Centro Botín aunque a punto estuvimos de no tenerlo porque también tuvo su grupúsculo de contrarios, de esos del "No por el No" a cualquier avance o modificación que signifique progreso y modernidad. Bien está guardar las esencias pero no por ello estar sometidos al inmovilismo que preconizan algunos y que curiosamente siempre son los mismos, "los guardianes de las esencias"

Pero todavía nos falta algo más, el emprendimiento que se anuncia y no se practica, la agilidad administrativa de licencias que hace imposible tramitar una licencia en Santander ya sea de construcción, de comercio, de restauración u hostelería etc. Les contaría casos prácticos pero no quiero aburrir, conseguir una licencia es cargarse de paciencia infinita. ¡Y cómo no unas instituciones de simple fotogenia!, Camara de Comercio, CEOE, Sindicatos y muchas más asociaciones anónimas que ahí están de forma extractiva. Hay tantas cosas que nos separan que va a ser difícil alcanzarles aunque vayamos con todas las velas desplegadas más la génova de nuestro pequeño barco santanderino, pero siempre podemos mirar a la Bahía, en eso pocas ciudades nos pueden ganar dada su belleza y deleite.