¡Atrapados...! por Pedro Arce.

Madrid ha sido estos días el paradigma de la mediocridad por parte de un Gobierno que está ausente cuando se le necesita, pues está bastante más preocupado de la propaganda y publicidad que les diseña el equipo de Iván Redondo, cuando Pedro Sánchez aparece al tercer día con sus zapatos de charol y su chalequito…

El temporal estaba avisado y quizás ha sido más duro de lo previsto; pero el Gobierno estaba de puente y no se iba a dedicar a esas minucias; eso, sí, cuando llegó el domingo, tercer día después de su inicio, hemos podido ver al Presidente para preocuparse del tema; y a Ábalos para darnos la homilía dominical, junto con Marlaska. Ya sé que también ha criticado Ábalos a Pablo casado por estar retirando nieve con la pala, ¡Pues ya me hubiera gustado que eso mismo hiciera él, como han hecho muchos madrileños!
Y mientras esto sucedía, el alcalde y la presidenta de la Comunidad llevaban ya muchas horas de brega, trabajando, aconsejando a la gente, poniendo los recursos a disposición de las necesidades, etc. Los ciudadanos nos han vuelto a dar una lección de humanidad, solidaridad y todo lo que sea, saliendo con la pala a quitar nieve, con sus 4x4 a llevar a personas necesitadas o sanitarios, ayudar a personas atrapadas, etc., lo que también quiero ponerlo de manifiesto

La imagen de media España atrapada por el temporal es una auténtica vergüenza, con un Gobierno de puente y transmitiendo a todo el Mundo que España es un lugar inseguro, peligroso y con un Gobierno incapaz de hacer frente a cualquier contingencia; eso sí: como sarcasmo y desde el Gobierno, lo que les importa de este país es la memoria democrática, la eutanasia, la Ley Celaá, vender Gibraltar, minusvalorar y despreciar al Rey y demás temas ideológicos, con lo que se anestesia a muchos ciudadanos… ¡Así como diseñar el control político de los fondos que reciba de Europa!
Pero los temas importantes no parecen ser de su responsabilidad, como las abusivas subidas de impuestos a la adquisición de vehículos, los seguros, la luz y demás servicios que dejarán jibarizada la subida de salarios o pensiones del 0’9 %y que lo han vociferado a gritos. ¿Dónde se esconde ahora Pablo Iglesias, que tanto vociferaba en el pasado sobre la subida de la luz?
Porque este Gobierno es pura propaganda, como la salida del presidente el domingo, después de haber dejado a miles de personas tiradas en las calles y carreteras durante tres días.

…y mientras esto sucedía, los condes de Galapagar, están calentitos y agazapados en su casa y con su calle bien espalada, no así las del resto de sus convecinos; bueno, desde allí han lanzado el mensaje de que “Filomena” es nombre de mujer y es una discriminación sexista – la perspectiva de género, oigan-, en vez de que Iglesias se preocupase de los problemas sociales por los que están atravesando miles de ciudadanos de este país, totalmente desamparados, y después tendremos que oír las monsergas de siempre

Han dejado tirados a los camioneros durante varios días, ni siquiera a pan y agua; a los madrileños, algunos de los cuales han pasado noches en sus vehículos a punto de congelarse; a los enfermos y sanitarios, que han sido trasladados por los voluntarios, que éstos sí que sí han dado un ejemplo de civismo y heroicidad. Y a los militares de la UME, igual, cuyos mandos han tenido que decir a su ministra que está muy bien lo de los aplausos, pero que de eso no comen sus hombres… ¡No esperen Vds. ver a los señoritos Ábalos, Sánchez, Iglesias y demás tirando de pala para retirar nieve! Como mucho, al presidente haciéndose la foto en la UME.
Y tenemos que escuchar que el ministro Marlaska, la voz de su amo, está irritado con la ministra de Defensa, Margarita Robles, por permitir a la UME que actuará en Madrid, pues ha hecho caso omiso de la máxima gubernamental de que “a Madrid, ni agua y si tiene sed, polvorones”. ¡Los madrileños no merecen un ministro como Marlaska!
Muchos países de Europa ya están acostumbrados a estas inclemencias climatológicas y tienen los medios y estrategias adecuadas; cuando hubo en la época de Zapatero una situación parecida y parecido desastre, su ministra de Fomento, Magdalena Álvarez fue a Moscú a ver cómo lo solucionaban allí; no sabemos cuánto aprendió y es posible de Ábalos vaya a Caracas para que Delcy Rodríguez le explique cómo se lo hacen allí.

En definitiva, que Europa estará tomando buena nota de la incapacidad de nuestro Gobierno, mientras los madrileños están bastante cabreados, pues el Gobierno de Pedro y Pablo les han dejado tirados. Ciudades como Boston, Berlin, Helsinki o Moscú saben cómo actuar en estos casos.
Y encima, el alcalde ha manifestado su deseo de solicitar la zona catastrófica (caída de árboles, coches dañados, edificios con problemas, miles de madrileños con fracturas por el hielo, etc.) y ya le ha dicho el Gobierno, por boca del vocero Marlaska, que de eso nada (“No hay daños importantes ni en bienes públicos ni privados para declarar zona catastrófica”, ha dicho y se ha quedado tan pancho); faltaría más, a Madrid, ¡Ni agua! Hombre, si lo solicita Cataluña, habrá que ceder y dejar en Madrid algunas migajas. Pero ya ha manifestado Castilla La Mancha su intención de solicitar zona catastrófica, lo mismo que algunos alcaldes madrileños del PSOE y ya el Gobierno comienza a recular para estudiar cómo “se resarcirán” los daños del temporal que no supieron predecir y prevenir.

¿Cómo es posible que el mejor aeropuerto del país haya permanecido cerrado durante tres días?; ¿Cómo es posible dejar atrapadas en el aeropuerto de Barajas a miles de personas sin atenderles en nada?: ¿Cómo es posible que en las vías de acceso a Madrid no se hubieran puesto los medios necesarios para evitar el colapso de transportes, dejando a miles de personas a la intemperie?; ¿Cómo es posible que se hayan paralizado los trenes de llegada y salida de Madrid?; ¿Dónde está el ministro del Transporte, el Sr. Ábalos?...
Pues, buscando las coartadas para vendernos que la culpa la tiene “el General Invierno”, como ya dejó dicho Napoleón.
Con este Gobierno, ¡España está atrapada y congelada!, y ya me gustaría equivocarme.