En mi opinión el Gobierno de Mariano Rajoy es bastante flojito. Y escribo "flojito" por ser benevolente. Pero no, no voy a meterme en hendiduras ni a analizar a los ministros uno por uno, sino que me voy a centrar en Ana Mato.

   Creo que a la titular de Sanidad le queda grande el cargo. Pero más allá de que muchas de las iniciativas de la ministra me parezcan un  fiasco, hay una a la que, mire usted por donde, hay que darle la bienvenida. Me refiero a la propuesta de Mato de elevar a los dieciséis años la edad para que un menor tenga relaciones sexuales consentidas.

   En la actualidad a los 13 años los menores puedes tener relaciones sexuales consentidas, lo que a mi juicio es una autentica barbaridad. No sé en que estarían pensando los legisladores cuando decidieron que 13 años era una edad más que suficiente para decidir sobre un asunto tan espinoso como la de poder tener relaciones sexuales con un adulto. O los legisladores no saben lo que es un menor de trece años o simplemente metieron la pata de manera irresponsable.

   Todos los que tenemos hijos sabemos que a los 13 años no tienen la madurez suficiente para tomar, según que decisiones, y mucho menos las de mantener relaciones sexuales con un adulto. Naturalmente no es a los adolescentes a los que hay que penar sino a los adultos que se mueven en el filo de la pederastia. De ahí que me parezca acertada la propuesta de la ministra Mato.

   Verán, yo creo que en nuestro sistema jurídico no se da suficiente protección a los menores sobre todo en lo que se refiere a delitos que tienen que ver con el abuso sexual. No comprendo la propensión que ha habido en las últimas décadas de tratar a los adolescentes como si fueran adultos y dejar en sus manos decisiones que pueden marcarles para el resto de sus vidas.

   De la misma manera que en su momento escribí contra la decisión de Zapatero de permitir que las niñas de 16 años pudieran abortar sin informar a sus padres, me parece un despropósito que puedan a los 13 años, niñas y niños, mantener relaciones sexuales.

   Me parece a mí que a los adolescentes hay que tratarles como lo que son, y cualquiera que tenga un hijo adolescente sabe de su inmadurez para tomar decisiones que pueden ser transcendentes. Por eso me alegro de la iniciativa de Mato.